Ante la crisis de violencia que impera en los países centroamericanos, líderes de agrupaciones sociales y de distintas expresiones de espiritualidad de la región, consideran que una de las principales causas de la violencia estructural en Centroamérica es lo que denominan como la implementación del capitalismo y políticas neoliberales en la región.
De acuerdo con los participantes del foro denominado “Violencia estructural en Centroamérica y espiritualidades liberadoras”, la violencia se ha convertido en un hecho tan cotidiano en la mayoría de los países del istmo, al punto que ver con naturalidad los homicidios, feminicidios, suicidios, robos, amenazas, extorsiones, matanzas, acciones que se catalogan como violencia visible.
“El capitalismo en sí, cuando genera la división de clases, esa ya es una violencia. Cuando la plusvalía se le da solo a sectores privilegiados, ahí se genera violencia porque violenta a los trabajadores quienes se esfuerzan y son los que menos reciben la remuneración. De ahí surgen otras violencias que son las que más se visibilizan”, dijo Héctor Fernández, director del Instituto Ecuménico Esteban, uno de los organizadores del foro.
Entre 2012 y 2015, Centroamérica y más concretamente los países de Guatemala, Honduras y El Salvador, fue catalogada como la región más violenta del mundo según el informe de la Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Crimen (UNODC) correspondiente al año 2013.
En 2015, El Salvador fue el país más violento de la región centroamericana; la tasa de asesinatos en ese año creció exorbitantemente a 104 por cada 100 mil habitantes. No obstante, ante las medidas de seguridad implementadas por el Gobierno contra la delincuencia, la tasa se ha reducido en un 50 % según afirman fuentes oficiales.
“La población y ciudadanía de la región centroamericana se ve acorralada por la violencia común, la violencia organizada, la violencia cultural y la violencia estructural, las cuales limitan sus oportunidades de vida o peor aún les quitan la misma, razón por la cual se ven obligados a emigrar dentro y fuera de sus países”, expresan los participantes del foro por medio de un comunicado.
Entre sus propuestas destacan la exigencia a los gobierno de crear políticas públicas, programas y proyectos de prevención, atención, rehabilitación y reinserción, que protejan a la población víctima de la violencia y castiguen con justicia a los que la provocan.
Asimismo sugieren a los gobiernos de la región y a sus respectivas sociedades civiles, a la cooperación y los organismos internacionales, enfrentar la violencia en todas sus manifestaciones, creando las oportunidades de justicia social que la minimicen.
Como miembros de la sociedad civil y de distintas espiritualidades de la región, asumen el compromiso de promover espacios de diálogo para el fortalecimiento de iniciativas económicas que recuperen el tejido social y garanticen oportunidades de vida para todos y todas.
El encuentro ecuménico se realizó del 2 al 4 de diciembre en San Salvador y fue organizado por el Instituto Ecuménico “Esteban” y el Departamento Ecuménico de Investigación (DEI) con sede en Costa Rica