Por Mario Mejía.
El Salvador tiene más de dos años de vivir bajo un régimen de excepción. La ley penal es peligrosa, porque lo que busca es castigar, y castigar es hacer daño, es dañar la integridad psicológica y física de la persona. Dado la gravedad del castigo penal, el sistema garantista busca que un inocente no sea condenado, para lograr esto reconoce garantías como la presunción de inocencia y el derecho a un juicio previo donde la persona tenga la oportunidad de defenderse. Claro que, muchas personas realmente autoras de delitos, pueden no ser condenadas al no poder probarse que realmente cometieron el delito, pero para el sistema garantista es mejor un culpable libre que un inocente condenado. La perversidad del régimen de excepción radica en suprimir las garantías que buscan evitar que un inocente sea condenado, porque no le importa que inocentes sean encarcelados con tal que los verdaderos culpables estén detenidos. En otras palabras, el régimen de excepción busca sacrificar inocentes con tal de que los culpables estén encarcelados.
Las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el régimen de excepción, son cometidas por agentes del Estado que lo hacen con la aprobación de su propia conciencia, porque tienen la convicción que están combatiendo a los “malos”. Lo curioso es que así pensaban también agentes del Estado del pasado, como los de la Alemania Nacional socialista y la Unión Soviética cuando violaban derechos humanos. Claro, se podría argumentar que no es lo mismo el régimen de excepción que ha desarticulado a los grupos criminales que cometieron crímenes durante décadas en nuestro país que los genocidios cometidos por nazis y comunistas, pero el punto aquí es que así como los nazis y comunistas no reconocían que estaban cometiendo genocidio sino que estaban tomando medidas necesarias para combatir a los “malos”, el actual régimen salvadoreño no reconoce que está violando derechos humanos sino que está tomando medidas necesarias para combatir a los “malos “. Se podría también decir que la moral de los nazis y comunistas estaba equivocada mientras que la moral del régimen de excepción salvadoreño es correcta. Pero ¿quién sabe? … ¿quién decide quién es el malo y el bueno? ¿Cómo podemos estar seguros que la moral del régimen de excepción es correcta?, no hay manera de saberlo, es más no existe moral correcta, sólo existen diferentes tipos de morales que lo que buscan es privilegiar los intereses psicobiológicos de un grupo de seres humanos por encima de los intereses psicobiológicos de otros grupos humanos. En otras palabras, una moral busca mantener mediante la violencia relaciones sociales que buscan beneficiar a un grupo de seres humanos por encima de otros grupos de seres humanos, e inventarse que esos otros grupos de seres humanos son los “malos “.
La moral busca legitimar que al etiquetado como “malo” sí se le puede hacer daño, contra él si se pueden ejercer formas de violencia que serían inaceptables hacerlas contra una persona percibida como “honrada”, pero violencia es violencia, daño es daño, además, como dije anteriormente, ¿quién decide qué es lo malo y qué es lo bueno?, los inquisidores católicos, los cazadores de brujas, los torturadores, en síntesis, los represores de todos los tiempos también estaban convencidos que estaban combatiendo a los “malos”. Pero, así como ellos creían que estaban en lo correcto, también nosotros creemos ingenuamente que estamos haciendo lo correcto con nuestra violencia moralista actual, pero siempre es violencia contra otros seres humanos, y es una decisión arbitraria declarar que es justa sólo porque sentimos que nos beneficia.
Muchas personas pueden ser percibidas como buenas, pero cuando sus creencias morales son dañadas verás su lado oscuro y violento. Reaccionarán con violencia o pedirán que se ejerza violencia contra ese “malo”, y jamás reconocerán que eso es violencia o crimen si no que lo verán como “castigo justo”.
El castigo penal es violencia, aunque se aplique después de que una persona sea oída y vencida en juicio, y quienes apliquen esa violencia llamada castigo, lo harán con la aprobación de su propia conciencia porque creerán que es justo. Pero como dije, declarar que unas formas de violencia son castigos justos y que las personas que los reciben se lo merecen porque son “malas”, es una decisión arbitraria.
Vemos que la moral puede impedir la convivencia y provocar formas de violencia terrible contra personas que hacen conductas que sentimos que nos afecta. La moral ha sido la causa de la mayoría de todas las crueldades de la historia y de las actuales. La moral es la causa de la discriminación hacia los enfermos de alcoholismo y otras drogas, la moral es la causa del hacinamiento carcelario, la moral es la causa de violaciones a derechos humanos, etc. La moral desincentiva cambios profundos en la sociedad que permitan comprender las conductas de las personas etiquetadas como malas y crear formas de convivencia pacífica con estas personas.