lunes, 2 diciembre 2024
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La izquierda salvadoreña y el nuevo momento político

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Es equivocada la visión de una parte de la izquierda, que mantiene una posición opuesta, que todo lo que Bukele hace es bueno, y que todo lo que se hizo durante el gobierno del FMLN fue malo. Ambas posiciones son erradas, la una cae en el dogmatismo al no comprender que la realidad cambia

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Los cambios en el entorno político, a raíz de las elecciones legislativas y municipales del pasado 28 de febrero exigen una radical readecuación de las fuerzas revolucionarias frente a  la nueva realidad política,  de un gobierno populista y autoritario, pero con amplio respaldo popular, así como una visión de largo alcance, que permita como izquierda evitar la desbandada y asegurar los caminos de la rebeldía –por lo general sinuosos- hacia un horizonte emancipatorio.

A continuación abordamos los desafíos y dilemas que se le plantean a la izquierda en este nuevo periodo histórico. Entre estos desafíos se encuentran la definición sobre el rumbo estratégico, estrategia y táctica, sobre el sujeto revolucionario, la cuestión del enemigo principal, las formas de lucha, la política de alianzas, el programa, caracterización del régimen y la necesidad de un viraje.

1.Sobre el rumbo estratégico

La definición del rumbo de una organización revolucionaria es obligación  esencial de su conducción estratégica, y es un elemento decisivo para poder avanzar en el cumplimiento de sus objetivos. Significa definir la hoja de ruta, identificar a donde queremos llegar, que queremos lograr y cómo hacerlo, cual es el camino, o sea determinar la estrategia y el método.   

Una condición previa a esta definición, consiste en determinar el terreno en el que nos movemos, nuestro punto de partida interno y externo, en nuestro caso, las características históricas, políticas, económicas, sociales, ambientales, tecnológicas ( internet) y culturales de la sociedad salvadoreña, que aspiramos a transformar. Y a nivel externo, la correlación internacional de fuerzas y las relaciones de nuestro país con el exterior, sean estas comerciales y diplomáticas, y el peso de cada una de estas sobre el bloque de poder.

En política hay diversos rumbos, el liberal, el neoliberal, el neodesarrollista, el conservador, el socialdemócrata, el emancipador, etc. Y en términos de rumbo existen dos grandes campos  en la izquierda: la visión socialdemócrata,  que pretende mediante reformas mejorar el sistema capitalista y la óptica marxista, que le apuesta a su destrucción,  y la ulterior construcción del socialismo.

En la izquierda salvadoreña históricamente han coexistido estas dos visiones, la democrática y la revolucionaria, que se expresan en las figuras de Alberto Masferrer y Farabundo Martí, de José Napoleón Duarte y Schafik Handal.  

En términos operativos la definición del rumbo estratégico significa la exposición de los principales elementos que comprende tanto la táctica como la estrategia, en un proceso revolucionario.  Y comprende la exposición de objetivos, estrategia y formas de lucha, política de alianzas, formas de organización, definición de etapa y periodo, caracterización de régimen, etc.

En nuestro caso, como izquierda tenemos problemas de táctica así como de estrategia, de visión de corto plazo como de visión de largo plazo, de miopía como de astigmatismo político.

2.Estrategia y táctica

La estrategia revolucionaria consiste en el conocimiento tanto de las fuerzas –internas y externas-de la revolución como de las fuerzas del enemigo en una etapa determinada. El objetivo es derrotar al enemigo de la revolución en cada etapa. Y básicamente se conciben la etapa de la liberación nacional y la etapa del socialismo.

En el caso de la táctica revolucionaria  esta se plantea el objetivo de conquistar la victoria en un periodo, coyuntura, lucha o movimiento determinado. La táctica forma parte integrante de la estrategia.  La táctica está determinada por la correlación de fuerzas, por la existencia de un momento de efervescencia popular o de desencanto, por una situación de avance victorioso o de derrota, por una posición de ofensiva o de defensiva, de triunfo o de repliegue, sea este en lo militar, en lo reivindicativo o electoral.  

Y aterrizando, no es lo mismo el 2009 que el 2019. En el 2009 como FMLN en ofensiva llegábamos entusiasmados al gobierno, a realizar las transformaciones tanto tiempos esperadas. Diez años después, en el 2019 éramos literalmente expulsados del gobierno.

La situación ha cambiado. Estamos todavía en ese último momento y agravado por la derrota electoral de este año. Es por lo tanto, desde esta situación de derrota, que debemos de planificar. Y planificar significa definir con claridad las formas de lucha y de organización, las consignas de propaganda y de agitación que respondan a este momento de defensiva, de marea baja, de reflujo como le gustaba llamarlo a Schafik.

El objetivo principal de la táctica en este periodo de apaciguamiento, debe ser el de -mediante la lucha popular y extraparlamentaria- posicionarnos de nuevo como los contendientes principales del régimen de Bukele, independientemente de nuestra mínima cuota legislativa y municipal, desplazando a ARENA de esta posición.

En la actualidad el enfrentamiento principal se da entre la visión neoliberal de ARENA y la visión neodesarrollista de NI. La visión emancipadora del FMLN se encuentra desplazada de este espacio. Es muy interesante en este sentido, como la cadena televisiva TCS se prepara para esta batalla y le dice cantando a Bukele: RESISTIRE!

Dadas las características socioeconómicas de nuestro país y su sometimiento al imperialismo, la actual etapa de la revolución, conocida como etapa de la liberación nacional,  tiene como objetivo liberarse tanto del sometimiento al imperialismo como de la dominación de la oligarquía. La siguiente etapa, es la del socialismo  como un nuevo sistema político y social.

3.La definición del sujeto revolucionario

Se entiende como sujeto revolucionario la fuerza social y política que emprende la tarea de impulsar las transformaciones históricas que necesita la sociedad salvadoreña. El sujeto revolucionario se ha venido modificando socialmente a la largo de la historia, iniciando con los sectores artesanales e indígenas que participaron en el levantamiento de 1932, luego incorporándose sectores estudiantiles,  señoras de los mercados, militares progresistas, obreros industriales, campesinos, pobladores de tugurios, mujeres, desplazados, etc.

La vieja escuela hablaba de la clase obrera como la principal fuerza motriz,  pero en la actualidad se habla de un sujeto policlasista, que comprende los asalariados del estado, empleados de la empresa privada; un mayoritario sector de desempleados y subempleados, campesinos, empresarios y capas medias. Y un significativo sector que vive fuera de nuestras fronteras, particularmente en Estados Unidos.

Y con respecto al sujeto político se le concibió por mucho tiempo con el término leninista de vanguardia. Y durante 40 años (1930-1940) el PCS fue la única organización de izquierda, la única vanguardia del proceso revolucionario.

En 1970 desde el PCS y desde la democracia cristiana, surgen nuevas fuerzas políticas, nuevas vanguardias de naturaleza político-militar (FPL,ERP,RN y PRTC), que se disputan y acumulan durante diez años el respaldo popular, así como protagonizan una acalorada lucha ideológica, logrando finalmente constituirse en 1980 –influenciados fuertemente por la experiencia nicaragüense- en una vanguardia unificada o vanguardia síntesis: el FMLN, que de fuerza político-militar se transforma luego de 1992 en fuerza político-electoral.  

4.La definición del enemigo principal y secundario

Es importante la definición del enemigo principal en cada etapa (época histórica) y en cada periodo (coyuntura). En términos generales, el enemigo principal a vencer en la actual etapa está constituido por el imperialismo estadounidense y la oligarquía. Pero en términos políticos, en la lucha de clases, en cada periodo y a veces en cada coyuntura, este enemigo asume diversas modalidades, por lo que resulta clave diferenciar al enemigo principal del enemigo secundario. Y es clave porque determina la política de alianzas en una etapa y en un periodo.

Y esto puede ser controversial, ya que para algunos en la izquierda no deben de establecerse distinciones y el enemigo es uno solo: proletariado contra burguesía, blanco o negro, sin matices. Pero un planteamiento de este tipo únicamente conduce a la derrota. Y las dos revoluciones triunfantes en América Latina-la cubana y la nicaragüense-  triunfaron principalmente porque pudieron aislar al enemigo principal, así como aprovecharse de sus contradicciones internas y agudizarlas. Veamos ejemplos de nuestro proceso revolucionario.

Durante el periodo de la dictadura militar (1932-1980) el enemigo, su bloque de poder  estaba constituido por la oligarquía, el imperialismo, la fuerza armada y en su fase final, su instrumento político era el PCN; durante el periodo de la Guerra Popular Revolucionaria, el bloque de poder estaba constituido por la oligarquía, el imperialismo, la fuerza armada, pero su instrumento político se había modificado, era el PDC, que fue durante mucho tiempo parte del sujeto popular.

A partir de 1989 y durante el periodo democratizador abierto por los Acuerdos de Paz de 1992 y hasta el 2009, el bloque de poder estaba constituido por la oligarquía, el imperialismo, y los partidos políticos, particularmente ARENA, la fuerza armada había sido desplazada. Del 2009 al 2019, el bloque de poder estaba constituido por el capital transnacional, sectores emergentes de la burguesía y los partidos políticos, particularmente el FMLN, y quedó fuera la oligarquía y el imperialismo.

A partir de 2019, surge un nuevo bloque de poder, con presencia inicial del imperialismo (en su modalidad Trump), del capital transnacional,  sectores emergentes de la burguesía  y de un nuevo partido político, Nuevas Ideas. Con la llegada de Biden a la presidencia estadounidense, la alianza con Bukele se paraliza. Y queda fuera de nuevo la oligarquía, y queda fuera el sistema de partidos políticos, incluyendo a ARENA y al FMLN.

En este contexto, la discusión gira alrededor de quien es el enemigo principal en este periodo abierto en 2019. Creo que su definición debe partir de varios criterios: un análisis de la composición de clases en el país (papel dominante de  capital transnacional, pero peso relativo de oligarquía transnacionalizada (Poma, Kriete,Meza) , un análisis del enfrentamiento histórico y de nuestra cultura política (ARENA surge en 1981 como expresión política de oligarquía agro-exportadora y escuadrones de la muerte) , y una valoración del nivel de respaldo popular acumulado por cada fuerza política (resultados electorales de este año)  y la visión generalizada de rechazo popular sobre la reciente alianza FMLN-ARENA.

Creo que no debemos de convertirnos en apéndices ni de ARENA, ni de ANEP, ni de FUSADES, ni del gobierno Biden y tampoco del gobierno Bukele  y de Nuevas Ideas. Debemos de diseñar una visión táctica independiente que nos permita reinsertarnos en la lucha popular por la transformación de nuestra sociedad. Y desde ahí construir la nueva narrativa de construcción de poder popular.

5.La definición de la forma de lucha principal

La forma de lucha principal está determinada por la modalidad del sistema político  y las tradiciones del movimiento revolucionario. En situaciones donde los derechos democráticos son coartados se legitima el recurso a la lucha armada, y en situaciones donde estos son respetados, se  hace uso de la legalidad burguesa para impulsar la lucha popular.

En nuestro caso, nuestra  izquierda centenaria ha acumulado experiencias en múltiples terrenos, en la clandestinidad (después de 1932 hasta 1992) en la organización y lucha popular (1950-1980), en la lucha armada (1970-1992), y últimamente en la lucha electoral (1994-2021).

En la medida que no se cierren los espacios democráticos, en este nuevo momento, la lucha electoral sigue siendo válida pero no como el eje sobre el que debe girar el grueso del accionar de la izquierda. El eje se modifica y pasa a ser el de la lucha popular y social. Debemos de construir los instrumentos que nos permitan pasar a exigir el cumplimiento de las promesas realizadas por Bukele, exigir cambios sociales, y denunciar lo que vaya en contra de los intereses populares.

6.La definición de los aliados de la etapa y de periodos

La revolución para triunfar necesita de la construcción de alianzas  sociales y políticas, que inclinen la correlación de fuerzas a su favor.  Una de las razones para la derrota de 1932,  políticamente fue la incapacidad de la vanguardia –su sectarismo-para construir alianzas con otros sectores sociales,  y en particular con las fuerzas laboristas mayoritarias de Arturo Araujo, que habían sido desplazadas del gobierno.

En la experiencia de abril y mayo de 1944, fue la construcción de una amplia alianza entre fuerzas civiles y militares antimartinistas, la que logró el derrocamiento popular del dictador  mediante la huelga general de brazos caídos. Pero meses después la división de estas fuerzas permitió el golpe militar de octubre de ese mismo año y la restauración de la dictadura.

La división entre la izquierda en los años setenta bloqueó la posibilidad de aprovechar la crisis política –de los fraudes electorales de la dictadura- abierta en 1972 y luego en 1977 a favor de la revolución. De esa época es la alianza entre democristianos, socialdemócratas y comunistas expresada en la Unión Nacional Opositora, UNO.

Esta alianza fue ampliada en 1980 con el Frente Democrático Revolucionario, FDR, que se prolongó durante toda la guerra. Durante el periodo abierto en 1992 se han realizado alianzas políticas pero fundamentalmente con la derecha, primeramente con el PCN, luego con GANA y últimamente con ARENA.

Es urgente impulsar un dialogo entre la izquierda. A menudo hay reuniones como FMLN con personeros de ARENA, pero jamás con los otros componentes de la izquierda salvadoreña (CD, PSD, MNP, PCT, BPJ, PSOCA entre otras), independientemente de su capacidad de convocatoria. Es un asunto de calidad no de cantidad.

Otra experiencia es la necesidad de atacar al enemigo en su momento de mayor debilidad  y en su punto más vulnerable. Es preciso saber en la lucha popular, cuándo pasar a la ofensiva con todo vigor y cuando pasar a la defensiva de manera disciplinada, para ganar tiempo.

O sea leer, interpretar  la correlación de fuerzas entre el enemigo y nosotros. En la actualidad venimos de una derrota fulminante y debemos de recomponernos, sanar heridas, evaluar y recuperar fuerzas  para las nuevas batallas que se avecinan.

7.La definición del programa revolucionario

Existe un programa máximo que se refiere a los objetivos últimos del sujeto revolucionario, incluyendo la transformación revolucionaria de la sociedad salvadoreña.  El programa máximo garantiza la independencia del sujeto revolucionario, que no se ve expuesto a oscilar entre  demandas de coyunturas, o convertirse en apéndice de intereses de fuerzas de derecha.

El programa máximo comprende nuestra utopía, nuestros sueños de transformar la actual situación de desigualdad que es reflejo del sistema capitalista, por un cambio radical que nos permita vivir como compañeros y compañeras y romper con la fatalidad hegeliana de ser amo o esclavo. A eso lo llamamos socialismo.

A partir de este programa máximo se elaboran coyunturalmente programas con reivindicaciones sociales y económicas destinadas a enfrentar los desafíos del periodo. Uno de los primeros elementos de programas reivindicativos del sujeto revolucionario fue hace un siglo, la lucha por la jornada laboral de ocho horas, impulsada por la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños, FRTS.

En la actualidad necesitamos elaborar una plataforma programática, que vaya al encuentro de manera organizada a las principales reivindicaciones sociales, económicas y políticas de los sectores populares salvadoreños. Considero que debe tener a la base estos siguientes cinco puntos: lucha por el agua, pensiones, empleo, salud y educación.

8. Actitud ante el régimen populista y autoritario de Bukele

Dentro del bukelismo como proyecto político  coexisten pensamientos de diversa naturaleza, incluyendo fuerzas de izquierda y de derecha, originadas en el FMLN y ARENA, y aunque se pretenda afirmar que como NI rebasan las ideologías, estas al final imponen su sello, pasan factura de vida. Y debemos tener claridad que no es lo mismo Walter Araujo que María Chichilco, aunque ambos responden al líder supremo.

Debemos diferenciar entre el liderato de NI, su militancia y su base social. Por lo que los calificativos insultantes dirigidos a millón y medio de salvadoreños y salvadoreñas nos son exclusiva y políticamente equivocados sino que son dañinos, es un veneno con el que nos intoxicamos, que nos enturbia la visión.

El proyecto de Bukele tiene un componente populista y un componente autoritario que se han venido complementando, pero que a futuro puede ser fuente de discordias, a lo interno de NI y a lo externo, con la sociedad.

La experiencia de Bukele se asemeja a la de Perón en Argentina y Cárdenas en México, ambos líderes populistas y autoritarios. En el caso del conservador Perón, de su filas salieron tanto la triple A (Alianza Anticomunista Argentina) como nuestros heroicos camaradas Montoneros.

9.La necesidad de un viraje  

El rumbo actual del FMLN se caracteriza por la oposición frontal, el choque abierto de cara al presidente Bukele. Se parte del criterio maniqueo que todo lo que hace es malo, mientras todo lo que hicimos cuando estuvimos en el gobierno fue bueno, pero no supimos divulgarlo, por lo que fue un problema de comunicación. 

Esta conducta política, esta táctica de choque frontal es equivocada simplemente porque choca con la opinión mayoritaria de la población, como se ha comprobado en los procesos electorales de 2019 y 2021.

El mantenerla significa aumentar el desgaste y que el aislamiento político siga creciendo, es un autosuicidio, porque al final no es con Bukele que nos enfrentamos, sino con una  percepción generalizada  en la gente que se vuelve realidad, ya que en política las percepciones son realidades. Y la percepción es que Bukele gobierna para la gente y que enfrenta obstáculos.

Pero también es equivocada la visión de una parte de la izquierda, que mantiene una posición opuesta, que todo lo que Bukele hace es bueno,   y que todo lo que se hizo durante el gobierno del FMLN fue malo. Ambas posiciones son erradas, la una cae en el dogmatismo al no  comprender que la realidad cambia, mientras que la otra cae en el oportunismo político, en el pragmatismo.

Considero que debemos de caminar por un tercer sendero. Identificar y apoyar aquellas medidas que beneficien a la población, tales como  el descenso de homicidios, las vacunas del covid, las computadoras, los paquetes alimenticios ( incluso si estas son acciones demagógicas que obedecen a una visión populista) y denunciar y condenar aquellas medidas que afecten a la población, como la corrupción, la impunidad y los golpes a las libertades democráticas  ( pero sin caer en el juego de FUSADES , la ANEP y sus instrumentos mediáticos y múltiples ONGs).

Le corresponde hoy a este FMLN, como la principal fuerza de la izquierda -y partido en tres tendencias-para mantenerse como sujeto revolucionario, en este momento de repliegue, realizar un viraje político, que le permita reanudar las relaciones con otras fuerzas de izquierda (CD, MNP, BPJ, PCT, PSOCA y otras); modificar su actitud ante el régimen Bukele: pasar del enfrentamiento frontal al enfrentamiento modulado, y crear los instrumentos adecuados que le permitan insertarse en la lucha social.-

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Roberto Pineda
Roberto Pineda
Analista salvadoreño

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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