Es un hecho que los pueblos que no conocen su historia están irremediablemente condenados a repetir sus errores, y de allí emana precisamente la obsesión de las elites de poder por lograr que los pueblos olviden y/o reinicien cada cierto tiempo su memoria histórica a fin de borrar de la conciencia personal y colectiva los hechos que configuraron en el pasado las condiciones de desigualdad, violencia e injusticia social que caracterizan al presente.
Esta reflexión surge a propósito de la más reciente campaña de FUSADES denominada “Hagamos un RESET”. El mensaje principal de la campaña llama a la sociedad salvadoreña a apagar la conciencia colectiva y personal para reiniciar la historia en modo “borrón y cuenta nueva”.
La doctrina del reset propuesta por FUSADES se inscribe dentro de la misma tradición de la doctrina del schock usada en el mundo entero para implantar reformas neoliberales en momentos de crisis (Ver: La doctrina del shock, Nahomi Klein, Editorial Paidos, 2007). Ambas estrategias buscan que las personas pierdan temporalmente su memoria histórica y acepten de forma pasiva reformas económicas (privatización, desregulación, apertura externa, austeridad fiscal) que serían inviables sí las personas mantuvieran en sus conciencias la continuidad de la narrativa histórica y el conocimiento de las causas y efectos de lo ocurrido en el pasado.
En 1983 un grupo de empresarios salvadoreños con el apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID) promovió la creación de la FUSADES para borrar la historia de El Salvador antes de 1980, y para proponer un nuevo relato sobre las causas de los problemas económicos y sociales del país e instaurar una nueva estrategia para el desarrollo, fundamentada en el debilitamiento de lo público y el fortalecimiento del mercado.
De acuerdo al acta de constitución de FUSADES, entre sus fundadores se encuentran una lista de empresarios que gracias a las reformas neoliberales pudieron convertirse en el exclusivo núcleo de los ultraricos que actualmente domina la economía nacional y regional: Félix Cristiani, Roberto Murray Meza, Ricardo Poma, Roberto Kriete, Francisco de Sola, Francisco Callejas, Ricardo Siman, Enrique Altamirano, José Roberto Dutriz, Boris Eserki, entre otros.
Bajo la hegemonía de estas grupos empresariales emergentes, FUSADES reclutó a cuadros de economistas locales y chilenos vinculados a la ideología de los Chicago Boys, con el fin de articular un nuevo discurso hegemónico sobre el desarrollo que tomó forma en el documento “Hacia una economía de mercado en El Salvador: Bases para una nueva estrategia económica y Social”.
En la coyuntura política y electoral de 1989, estos grupos empresariales lograron desplazar a los grupos agro exportadores fundadores del partido ARENA, e impusieron la candidatura de Felix Cristiani, quien una vez electo convirtió en plan de gobierno la propuesta económica y social de FUSADES, colocando estratégicamente a operadores e intelectuales neoliberales (Mirna Liévano de Marquez, Roberto Orellana Milla, etc.) en los más altos niveles de la toma de decisiones.
En los primeros 18 meses de gobierno, se eliminaron controles de precios, se canceló el Ministerio de Planificación y el Instituto Regulador de Abastecimientos (IRA), se redujeron aranceles, se desprotegió a la industria y a la agricultura frente a la competencia internacional, se eliminó impuesto al patrimonio y se comenzó el proceso privatizador de bienes y servicios públicos que continuarían los gobiernos de Armando Calderón Sol y Francisco Flores. En 1998 FUSADES apoyó el proceso de privatización de las pensiones y en 2001 acompañó técnicamente y políticamente el proceso de dolarización de la economía, convirtiéndose así en cómplice directo de la crisis fiscal y financiera que actualmente mantiene a la economía salvadoreña atrapada en la trampa del endeudamiento público, la dependencia de las remesas y el bajo crecimiento.
Más reciente, una investigación periodística del periódico digital El Faro ha revelado que en 2008 este tanque de pensamiento trasladó silenciosamente $50.6 millones de su patrimonio a un paraíso fiscal para la creación de dos empresas off shore en las Bermudas, de las cuales se desconoce a la fecha tanto el giro específico de sus actividades así como las razones por las cuales esta fundación prefirió invertir sus recursos en el extranjero y no así en desarrollo económico y social del país.
Sin embargo, pese a toda esta responsabilidad histórica de FUSADES y a pesar de la opacidad de sus actuaciones, esta entidad se sigue presentando como la abanderada de la transparencia, la democracia y de la transformación económica y social al mismo tiempo que se prepara para elaborar el nuevo programa de gobierno del partido ARENA, que seguramente profundizará y consolidará el neoliberalismo 2.0 en El Salvador.
Cuando los pueblos olvidan quienes son responsables de su presente, estos responsables pueden continuar en el presente actuando con impunidad e infamia. FUSADES puede continuar vendiendo fantasías neoliberales sin pagar los costos de sus acciones en el pasado, porque lamentablemente la sociedad salvadoreña no conoce y/o ha optado por resetear su historia colectiva.