La dictadura de Leónidas Trujillo

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Por Rubén Aguilar Valenzuela

Rafael Leónidas Trujillo (1981-1961), alias “El Chivo”, encabezó en República Dominicana una de las dictaduras más violentas en la historia de América Latina. Estuvo en el poder de 1930 a 1961 cuando lo asesinan.

En La fiesta del chivo (Alfaguara, 2000), Mario Vargas Llosa ofrece un retrato preciso y terrible de esos años. La historia se articula a partir de tres narraciones.

Esas visiones, sobre unos mismos hechos, se entrecruzan a lo largo de la novela. Es la mirada de Urania, la del dictador y la de los conspiradores.

Urania Cabral, tras décadas de ausencia regresa a su país a reencontrarse con su padre, quien fuera hombre de confianza y un alto funcionario de la dictadura.

El libro de Vargas Llosa

Ha pasado la mayor parte de los años que tiene estudiando y trabajando en Estados Unidos. Del tiempo que vivió en la Dominicana solo guarda recuerdos amargos que han dejado marcado su vida.

Trujillo, desde la intimidad, cuenta su historia. Se considera el salvador de la patria. Eso les transmite a sus colaboradores más cercanos. Tiene una misión: solo él puede garantizar los destinos del país.

El uso de la violencia contra quienes no se sujetan a su voluntad se justifica por su proyecto. Nadie puede estar en contra de él. Para reprimir nunca le tiembla la mano.

Se sabe querido, admirado e idolatrado, pero sobre todo temido. Se aprovecha de esta condición, para alimentar su ego. No hay nadie como él.

El relato de quienes se han organizado, para matar al dictador ocurre en el espacio de tiempo de las horas previas al atentado.

Cada uno de los integrantes del comando narra, a modo de flashback, su propia historia y sus poderosas razones para terminar con la vida del dictador.

El Premio Nobel de Literatura (2010) logra un extraordinario retrato psicológico de todos los personajes que aparecen en la novela. Todos son consistentes y creíbles.

En particular el retrato que hace de Trujillo, probablemente el más profundo que se haya hecho sobre uno de los muchos dictadores que ha habido y sigue habiendo en América Latina.

A lo largo del texto aparece un hombre ególatra y vanidoso. Un hombre cruel y despiadado. Un hombre que somete, desprecia y humilla a sus colaboradores. Un hombre que no tiene límites.

Esta obra de Vargas Llosa es una potente radiografía de los dictadores y de las dictaduras, que también lo es de la manera de ejercer el poder.

El autor evidencia, desnuda en su totalidad, los elementos que configuran la personalidad perversa y enfermiza de todos los dictadores.

Da cuenta, de manera precisa, de los mecanismos que estos utilizan para imponerse y someter a los demás. Para poner a la sociedad entera de rodillas a sus pies.

La novela va y viene entre el pasado y el presente y también en sentido contario. Vargas Llosa lo hace de una manera ágil y con una coherencia extraordinaria.

Como en otras de sus novelas utiliza el recurso de un narrador en segunda persona, que actúa como conciencia de los personajes. Es una gran novela.

La fiesta del chivo

Mario Vargas Llosa

Ed. Alfaguara

México, 2000

pp. 518

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Rubén Aguilar Valenzuela
Rubén Aguilar Valenzuela
Columnista y analista de ContraPunto. Doctor en Ciencias Sociales, con una Licenciatura y Maestría en Sociología y Estudios de Desarrollo Institucional; exfuncionario del gobierno mexicano.
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