Alrededor de un grupo de 110 jóvenes rurales de los 14 departamentos del país integran la primera Asociación Integral de Redes Juveniles Rurales de El Salvador (AREJURES), en conjunto los jóvenes buscan desarrollar habilidades para iniciar emprendimientos que promuevan el desarrollo de las comunidades.
La organización quedo constituida legalmente el pasado viernes y la idea es que con la consolidación de la organización se contribuya al desarrollo de las comunidades, para que las juventudes no tengan la necesidad de abandonar sus orígenes y sus tierras y sean parte fundamental del relevo generacional de la agricultura.
Con la legalización, la Red podrá gestionar fondos para formar jóvenes dentro de los territorios de la zona rural, para que desarrollen habilidades adecuadas al entorno y que permitan realizar emprendimientos que promuevan el desarrollo de las comunidades.
En el plan de acción de AREJURES se contempla fomentar el emprendimiento, incidir en la disminución de los problemas sociales en los jóvenes rurales, rescatar valores culturales, ambientes, desarrollar la equidad de género y fortalecer la identidad cultural de los pueblos originarios.
El Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), reconoció el conglomerado de jóvenes tan emprendedores que en pocos años han logrado constituir redes a lo largo y ancho del país, demostrando que no son una fuerza anónima ni dispersa, que se encuentran en un claro proceso de fortalecimiento organizativo.
¿Por qué es importante la organización comunitaria?
Entidades como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), han señalado que las organizaciones rurales eficientes son fundamentales para el aumento de la productividad y la rentabilidad agrícola, y para el empoderamiento de los pequeños productores y los agricultores familiares.
La pobreza en las zonas rurales suele concentrarse en los pequeños agricultores familiares, pescadores, ganaderos o usuarios forestales. Están atrapados en la pobreza, ya que poseen pocos activos y no tienen acceso a otros recursos, servicios eficientes y mercados.
A causa de ello, tienden a sufrir costes elevados de transacción y una limitada capacidad para competir en los mercados, negociar sus derechos y participar en tomas de decisiones.
De acuerdo con la FAO, al encontrarse marginados y geográficamente dispersos, los pequeños productores tienen altos costos de transacción y limitaciones en relación a las capacidad de competir en los mercados, el poder de negociación sobre sus derechos y la participación en la toma de decisiones.
Los pequeños productores, cuando actúan colectivamente a través de sus propias organizaciones, grupos de usuarios de los recursos naturales, asociaciones de mujeres y jóvenes y otras formas de organizaciones rurales, pueden reforzar sus capacidades y contar con mayores oportunidades sociales y económicas.