lunes, 15 abril 2024
spot_img
spot_img

¿Jóvenes o ignorantes?

¡Sigue nuestras redes sociales!

spot_img

¿Es legí­timo apelar a la juventud para no opinar, hacerlo mal o de manera irresponsable? No, no es legí­timo, así­ como no lo serí­a que alguien dijera que lo sabe todo porque es más viejo o que puede emitir mejores juicios porque “vivió en esa época”. Afirmar algo así­ serí­a ridí­culo, pero muchos piensan que son listos cuando repiten “que están muy jóvenes” para entender un evento histórico, como los acuerdos de paz de hace 25 años o la centenaria revolución bolchevique, por ejemplo. Posiblemente pensaban lo mismo cuando, en la escuela, leyeron sobre la llegada a la Luna o la conquista de América, y por eso saben muy poco sobre eso o no les importa. Total, “aún no habí­an nacido”. En realidad, sus opiniones  deficientes se deben a una ignorancia que podrí­an combatir estudiando, no a que todaví­a no tengan su DUI.

Ser joven no garantiza mayor inteligencia o claridad ideológica. No podemos estar seguros de que los consejos que nos da un muchacho de 15 años o una joven de 25 nos ayudarán a saber mejor qué hacer, a qué temer o por qué luchar. Tampoco la juventud asegura la bondad o la inocencia. Es cierto que ahí­ tenemos a los muchachos militantes comprometidos con las mayorí­as populares y los blogueros ligados a causas “nobles”, pero también están las juventudes neonazis y los  homofóbicos imberbes.

En las redes circula una frase, quizás un poco forzada, de Salvador Allende: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. Aunque pueda ser una frase bonita, es falsa; refleja más los anhelos de un revolucionario que la realidad de las cosas. Y esto porque, en primer lugar, se puede ser joven y reaccionario; es más, se puede ser joven y asesino a sueldo de la oligarquí­a, de un ejército invasor o de algún grupo criminal. Pero también es una expresión falsa porque ni la biologí­a ni la edad pueden determinar las opciones polí­ticas de nadie.

Realmente, cuando alguien dice que “la esperanza está en los jóvenes” apunta a  valores y no a un grupo de edades. Es usual escuchar que “las ilusiones de muchacho” son algo bueno en sí­ mismo y que, por el contrario, con los años nos volveremos “cobardes” o “cí­nicos”. No obstante, esta es una manera retórica de hablar, con la que buscamos convencer o impresionar. Solo un despistado crónico negará que las esperanzas de muchos jóvenes dan asco y que, con frecuencia, son otros más viejos los que nos motivan a ser mejores personas.

La juventud no asegura sabidurí­a, pero tampoco es un lugar polí­tico. Para sumarse a las luchas por la democracia y la justicia social, puede ser bueno tener 20 años; sin embargo, esto no garantiza ni una elección justa ni mayor capacidad estratégica. Lo que se necesita son estudios adecuados y una opción polí­tica correcta. Pero antes hay que renunciar al irresponsable ―y también insoportable― “fetiche de la juventud”.

(*) Académico y columnista de ContraPunto

¡Hola! Nos gustaría seguirle informando

Regístrese para recibir lo último en noticias, a través de su correo electrónico.

Puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento.

Carlos Molina
Carlos Molina
Colaborador ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

spot_img

También te puede interesar

spot_img

Últimas noticias