Por Mario David Mejía.
En el año 1516, el sultán Selim I conquistó Palestina y la convirtió en provincia del Imperio Otomano. Durante 401 años, Palestina fue parte de dicho imperio. En 1917, en las últimas fases de la Primera Guerra Mundial, las tropas británicas tomaron el control de Palestina, arrebatándosela al Imperio Otomano. Las tropas británicas entraron en Jerusalén en diciembre de 1917. En 1920, Gran Bretaña adquirió formalmente el Mandato sobre Palestina. En ese momento, Palestina estaba habitada en su mayoría por árabes palestinos musulmanes, una minoría de judíos árabes nativos y minorías árabes cristianas, que habían vivido en relativa armonía durante siglos.
Los palestinos que encontraron los británicos llevaban siglos habitando Palestina. Eran, en su mayoría, descendientes de los invasores árabes del siglo VII y VIII, que se mezclaron con la población bizantina preexistente. La idea de crear el Estado de Israel en Palestina fue inventada por el sionismo, un movimiento nacionalista de judíos europeos nacido en 1897. Su principal fundador fue el judío austrohúngaro Theodor Herzl. La primera conferencia sionista mundial se celebró en Suiza.
Los judíos sionistas argumentaban que durante siglos habían sufrido antisemitismo en Europa y, por lo tanto, necesitaban un territorio propio donde fundar su país. Sostenían que Palestina era el lugar indicado porque sus ancestros judíos habían habitado allí en la antigüedad, aunque con periodos de independencia y sometimiento a imperios, hasta que fueron expulsados definitivamente por los romanos en el año 135 d.C.
Aunque nadie niega los siglos de antisemitismo sufridos por los judíos en Europa, que los sionistas reclamaran Palestina era absurdo. Primero, porque no era una tierra vacía: ya estaba habitada desde hacía siglos por los árabes palestinos. Segundo, porque no se puede reclamar una tierra ya habitada apelando a un pasado remoto. Sería como si Rusia reclamara Constantinopla porque el principado de Moscú, en el siglo XV, se consideraba heredero del Imperio Bizantino; como si Italia reclamara España, parte de Francia, Grecia, todo el norte de África, Turquía y Palestina porque formaron parte del Imperio Romano; como si Mongolia reclamara China, la India y todo el Medio Oriente porque fueron parte del imperio mongol de Gengis Kan y sus sucesores; o como si Grecia reclamara Egipto, Turquía y también todo el Medio Oriente porque formaron parte del imperio macedonio de Alejandro Magno.
Que los judíos sionistas exigieran Palestina era absurdo, pero extrañamente fue tomado en serio. Esto se debió a la acumulación de varios factores. A fines de la Primera Guerra Mundial, los británicos se comprometieron a crear un Estado judío en Palestina. En el periodo entre el fin de esa guerra y poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, los británicos estimularon la migración de judíos europeos a Palestina. Oleadas de judíos rusos, alemanes, rumanos, polacos, austriacos, húngaros, ucranianos y de otras partes de Europa comenzaron a llegar en sucesivas olas, desplazando poco a poco a la población palestina local y generando las primeras tensiones. Es decir, que antes de la creación del Estado de Israel, entre 1920 y 1939, cuando Palestina aún estaba bajo mandato británico, ya existían tensiones provocadas por estas migraciones europeas facilitadas por los británicos.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el trauma de la persecución nazi, llegaron aún más judíos europeos a Palestina. Finalmente, con el apoyo de las potencias vencedoras de la guerra, se creó el Estado de Israel. Las preguntas son: ¿por qué los sionistas se atrevieron a apelar a un pasado remoto para exigir una tierra que ya estaba habitada? ¿Por qué las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial apoyaron la creación de ese Estado?
Lo que ocurre es que el sionismo nació en una Europa con mentalidad colonial. A finales del siglo XIX, cuando nació el sionismo, los imperios europeos, como el británico y el francés, tenían colonias en África y Asia. Aunque no apelaban a un pasado remoto para ocupar esas tierras, tampoco les importaba si las poblaciones locales asiáticas o africanas estaban de acuerdo. Los judíos sionistas eran europeos, razonaban como el europeo promedio de esa época. Tenían la mentalidad colonial europea. Por eso, al considerar Palestina como el territorio perfecto para fundar el Estado de Israel, no les importaba si la población palestina estaba de acuerdo o no.
Las potencias europeas apoyaron la creación del Estado de Israel en Palestina porque querían lavar la mancha que arrastraban por siglos de persecución contra los judíos en Europa, por el Holocausto judío durante la Segunda Guerra Mundial, y también porque les interesaba tener una avanzada de Occidente en el Medio Oriente. Por esas razones apoyaron la creación de ese Estado.
Pero, por más que apelen al antisemitismo que los judíos sufrieron durante siglos en Europa, eso no justifica que los palestinos debieran pagar por ello. La creación del Estado de Israel fue un proyecto colonial europeo, agresivo contra la población palestina, y hasta el año 2025, el Estado de Israel sigue cometiendo atrocidades contra los palestinos.