Los que fuimos educados en colegios católicos aprendimos desde pequeños que no se debe mentir. Se nos enseñó que mentir es pecado. No un pecado muy grave. Pero pecado. Un “pecado venial”, así se le decía. De los que se perdonaban con dos padrenuestros y cuatro avemarías. Ya más mayor averigüé que, a veces, mentir también puede ser delito. Por ejemplo, si se miente en una declaración jurada o al declarar ante un juez.
Después supe que hay países donde mentir es considerado una falta gravísima. En Estados Unidos puede constituir un delito muy serio. Por ejemplo, si se le miente a la autoridad migratoria. Marcar “X” falsamente, si se descubre el engaño, puede acarrear al mentiroso muy graves consecuencias.
Es lo que ha tenido que aprender, demasiado tarde, el coronel Inocente Orlando Montano. Tal vez mal aconsejado, el hecho es que marcó las fatídicas “X” donde no debía. Allá donde se le preguntaba si en algún momento de su vida había pertenecido a la Fuerza Armada. Él, que no sólo se había jubilado en 1994 con el grado de coronel, sino que además había sido, desde 1989 hasta 1992, Viceministro de Defensa, contestó que no. También mintió cuando se acogió al TPS, haciéndose pasar por damnificado de los terremotos de 2001.
Tal vez pensó que incurría en simple pecado venial. Fue una peligrosa imprudencia. Haciendo honor a su nombre, fue muy “inocente”.
Volvió a mostrarse ingenuo, “inocente”, cuando se declaró culpable de seis cargos de fraude migratorio y perjurio, en septiembre de 2012. Asumiendo la culpa esperaba negociar una pena menor a los 45 años de cárcel a que se exponía. O simplemente ser expulsado. Mal cálculo. En agosto de 2013 el tribunal abordó su pasado militar para tomar una decisión crucial: deportarlo a su país de origen o extraditarlo, como solicitaba la Audiencia Nacional de España. La extradición tiene prioridad sobre la deportación. Es inminente.
El panorama que le espera a Inocente Montano no es nada halagüeño. El juez español ya ha recibido el informe pericial de Terry Karl, profesora de la Universidad de Standford y experta en el caso histórico. Se sabe que su testimonio es demoledor. Considera al coronel Montano “miembro clave y colaborador necesario en el asesinato terrorista de los jesuitas de la UCA”. Habría participado en el planeamiento y ejecución del crimen. Actuó para que sus subordinados considerasen a los jesuitas “objetivos legítimos de guerra”. Redactó el “acta interna” del Estado Mayor en la que se justifica una “noche de cuchillos largos”. Se mira difícil que a Inocente le puedan declarar inocente en España.
Con un solo acusado presente el juez español Eloy Velasco puede abrir el juicio por el asesinato de los cinco jesuitas españoles. Los cargos son: asesinato, torturas, crímenes de lesa humanidad, terrorismo de estado. Podrían ser condenados, en ausencia, los militares que recientemente tuvieron la alegría de ver que la Sala levantaba sus órdenes de captura. Su inocente celebración fue, seguramente, prematura.