EL Sábado 23 de Julio, llegue al local de Nuestra América, al entrar vi que estaban entrevistando para la televisión a Gerson Martínez, Ministro de Obras Públicas, cuando estuve en el salón de actos me llamó la atención la gran cantidad de personas conocidas, muchos de ellos no los había vuelto a ver luego que terminó la guerra, saludé a los que creí que me conocían, pero luego me saludaban otras personas. Varias de esas personas habían vivido en mi casa en Costa Rica y Nicaragua, por lo menos unos días, pero había varios asistentes pertenecientes a dos familias, con los cuales compartimos las preocupaciones y las alegrías, así como la crianza de nuestros hijos durante más de un año.
Me senté a lado de un viejo amigo, quien había sido el motorista y guarda espalda de Shafick Handal durante varias décadas, la tarea más difícil que le había tocado desempeñar era asegurar que su comandante en Jefe guardara la dieta de comida, durmiera lo suficiente e hiciera sus ejercicios diarios. En varias ocasiones desayuné con Shafick para tratar diversos asuntos relativos a la guerra; siempre le preguntaba por su chofer, se sonreía, cambiaba el tono de su voz a uno más agradable y durante unos minutos me contaba lo más relevante de la actitud y desempeño de ese compañero, al cual ese comandante le hacía caso en todo lo que se relacionara con su salud y seguridad.
Llegó a saludarme la viuda de Hugo Molina Rodríguez, una chilena de pura cepa, aprendió a tocar piano de niña y en la mayoría de ocasiones en que nos hemos encontrado en nuestras casas o en las de amigos políticos, ella nos deleita cantando cuecas románticas y algunas un poco picantes; es una persona que tiene la cualidad de hacerlo sentir bien a uno, su sonrisa es contagiosa; fue la mejor amiga de mi esposa, su hermana postiza, se parecían mucho físicamente, aunque mi amiga es mucho más cariñosa, es la tía postiza de mis dos hijos y yo el tío postizo de sus tres hijos. También llegó a saludarme la que yo conocí como jovencita hace unos treinta y pico años y que ayudaba en los oficios domésticos a mi amiga chilena.
Comenzó el acto de presentación del libro “La Revolución de la Esperanza”, una recopilación de artículos inéditos escritos por Hugo Molina Rodríguez, durante los últimos veinte y cinco años de su vida, como asesor privado de Shafick Handal y de la Comisión Política del FMLN. Se me empezaron a salir las lágrimas cuando un grupo musical que había venido desde Morazán comenzó a cantar el Himno del FMLN, compuesto por mi amiga y esposa de Hugo Molina, todos los asistentes nos paramos y cantamos ese himno como una forma de expresar que la esperanza seguía viva y que continuábamos dispuestos a entregar nuestra vida para reivindicar el derecho de la mayoría de salvadoreños de tener una vida mejor, oportunidades de estudio, de trabajo, de cultura y recreación.
La hija de Hugo Molina, una gran artista y mi sobrina postiza, contó que ella y su madre se pusieron la tarea de buscar y editar esos artículos como una contribución para entender mejor nuestra sociedad y su lucha política ideológica.
Gerson Martínez hizo un valioso comentario del contenido del libro de Hugo Molina, pero también de su dedicación revolucionaria, su interés por el análisis político y económico para asesorar a la Comisión Política del FMLN, permanentemente clandestino, tratando de no figurar públicamente.
La esposa de Hugo cantó la canción chilena, compuesta por Violeta Parra, que le gustaba escuchar a mi amigo, yo rompí en llanto y me mantuve lagrimeando durante el resto del acto de presentación del libro, por eso no quise tomar la palabra cuando mi sobrina artista pidió a que algunos asistentes dieran un testimonio sobre la vida y la lucha de su padre.
Hugo Molina fue mi alumno en la Universidad de El Salvador, estudiamos nuestro post grado en Chile, pertenecimos a la misma agrupación política del FMLN, nos casamos con chilenas, vivimos en la misma casa durante más de un año, fuimos amigos y compañeros durante aproximadamente cuarenta y cinco años.