viernes, 8 noviembre 2024
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Hacia una reforma de la educación superior en El Salvador

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"En medio de un mundo que se transforma cada día, la educación superior en El Salvador requiere una reforma integral que conecte con las necesidades del pueblo": Fredis Pereira.

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Por Fredis Pereira.

En medio de un mundo que se transforma cada día, la educación superior en El Salvador requiere una reforma integral que conecte con las necesidades del pueblo. Hay que superar los vicios que impiden enfrentar los desafíos que impone el entorno cambiante. Estancarse es la receta segura para el fracaso y para perder oportunidades que ofrece el desarrollo humano.

La formación continua como cultura organizacional en las instituciones de educación superior es un pilar para la reforma. Esto exige que los operadores de las instituciones de educación superior se comprometan con la actualización educativa, en respuesta a la demanda del entorno, sin conformarse con una simple tramitología burocrática que solo desperdicia recursos del medio ambiente. Este compromiso debe manifestarse en asegurar una gestión del conocimiento que facilite el relevo generacional, y mantenga la calidad educativa mediante metodologías centradas en el estudiante. Bajo esta visión, es inadmisible el ejercicio de la docencia universitaria por parte de quienes nunca han recibido formación pedagógica.

La transformación digital como herramienta de eficiencia y eficacia institucional es un ingrediente urgente para la reforma. Esta transformación digital está conectada con la formación continua, y no se logra solamente con la disponibilidad de equipos sofisticados de procesamiento de datos y acreditaciones internacionales. La experiencia ha mostrado, que, a pesar de la disponibilidad de recursos tecnológicos y de las diversas acreditaciones que se han obtenido en El Salvador, la tecnología no se ha utilizado en todo su potencial, y que hizo falta una pandemia como catalizador para que el profesorado de más experiencia explorara esas potencialidades tecnológicas; mientras tanto, la educación superior no termina de salir del estancamiento.

Hace falta remover los obstáculos para la transformación digital de la educación superior. Los empleados que se rehúsan a la actualización profesional y a la implantación de las tecnologías de aprendizaje y conocimiento deben ser reemplazados por aquellos que acrediten mérito. No se puede permitir que se detenga el progreso de la transformación por la resistencia a los cambios. La carencia de programas de formación obligatoria para la actualización del personal docente debe ser superada de manera suficiente para hacer viable la transformación digital.   

La articulación interinstitucional conectada con las necesidades educativas del pueblo se requiere como parte de la reforma. Instituciones educativas academicistas y librescas desconectadas del entorno obstruyen el desarrollo del pueblo. Estas han funcionado como meros dispensarios de títulos, que no preparan a los ciudadanos para los desafíos de la actualidad, y desperdician los recursos. Por eso, la articulación institucional debe ser basada en necesidades identificadas por programas permanentes de investigación, que generen conocimiento para la formación continua, y que aporten propuestas de modelos integrales de desarrollo que se concreten en programas institucionales de proyección social. 

Las instituciones de educación superior bajo la reforma deben funcionar como verdaderos polos de desarrollo. Esto requiere aprovechar el talento humano acumulado, no solo para generar conocimiento que oriente las políticas públicas, la gestión de los riesgos de manera eficiente y eficaz, y para formar nuevas generaciones de profesionales comprometidos y capaces para solucionar los problemas que enfrenta la sociedad; sino que, su fortaleza institucional debe estar en ejecutar programas de desarrollo concebidos a partir del conocimiento y la integración con los demás actores de las comunidades. 

La reforma requiere un marco normativo que viabilice los cambios. La ley que ha permitido el estancamiento de la educación superior debe ser reemplazada por una que habilite los cambios. Una ley que genere un marco de control obligatorio para asegurar la calidad educativa, que castigue a quienes incumplan la obligaciones de actualizar los planes de estudio, que inhabilite para la docencia a quienes se rehúsan a la actualización profesional, y que evite que la actividad educativa se realice sólo de forma empírica y apartada de las necesidades del pueblo.

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Fredis Pereira
Fredis Pereira
Académico salvadoreño. Máster en Administración y Gerencia Pública. Colaborador de ContraPunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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