Hace tres años recibíamos la noticia de la partida de Fidel. Hace tres años escribí esto y sostengo cada palabra…
Porque tengo la fortuna de ser muy Cuba, muy La Habana, muy Fidel y eso jamás lo podré ni negar, ni cambiar. Fue ahí que aprendí que hay cosas que no son negociables.
Soy una hija de Cuba, pero no de cualquier Cuba, de la Cuba que creyó que todos y todas tenemos derecho a la educación, la salud, el arte, la dignidad.
En esa isla que derrocha solidaridad e internacionalismo, en ese sitio donde se protege profundamente a las niñas y los niños y las mujeres tienen su lugar…
Soy de la Cuba dirigida con cabeza de estadista, con la sabiduría del largo plazo porque solo así es posible la transformación y la reivindicación. Soy la hija de una era que ahora tendrá que heredar esa humanidad a nuevas generaciones, ese es el compromiso…
Aquí sigues, en la historia, en las ideas. Como dice Silvio: "solo el amor convierte en milagro el barro" y cuántas generaciones se hicieron amor.
Hoy soy esa mujer terca, tierna, brava, hecha de principios profundamente humanos, gracias a esa Cuba que con amor me abrió los brazos y me hizo a su medida… y yo hoy, solo puedo decir con mi corazón profundamente hinchado
¡Gracias, Fidel. Hasta siempre!