Estamos viviendo en El Salvador un proceso que pudiera ser de transición a nuevas y superiores etapas de desarrollo de la democracia.
No es ni será fácil, pero tiene que ver con dos aspectos sustanciales. El primero de ellos es el desarrollo de los partidos políticos, en especial, su democratización interna, lo cual apenas comienza con el desarrollo de elecciones para escoger a sus candidatos a funcionarios a cargos públicos. Apenas comienza y la sociedad, como siempre, debe empujar el perfeccionamiento.
Falta que funcionen los controles de los financiamientos hacia todos los partidos, así como la real elección de funcionarios y líderes con credenciales éticas y morales.
Este aspecto conlleva también otro proceso que no se sabe si se dará, pero que estaría relacionado con el desarrollo de los partidos. Se trata del posible fin del bipartidismo entre derecha e izquierda. No podemos por medio de una bola de cristal adivinar qué nos depara el futuro con el aparecimiento de Nuevas Ideas (NI), pero de lo que si se está claro, en especial después de las elecciones del 4M, es que el esquema bipartidista y por ente, los esquemas de los partidos ARENA y FMLN, están en crisis. Además, aparece un nuevo actor en la jugada que “desordena el status quo”.
Después de las elecciones del 3 de febrero de 2019 el panorama estará más claro, así como el protagonismo de NI, si es que al fin emerge como el “delfín político” que se cree que es.
El otro aspecto no menos importante es el relacionado a la lucha contra la impunidad que había tenido la corrupción en la historia nacional. Por años alrededor de El Salvador presidentes y funcionarios caían por corruptos; ex presidentes iban al bote, pero en nuestro país la situación no parecía ser igual.
Comenzaron los procesos en los que cayeron Francisco Flores, Elías Antonio Saca y Mauricio Funes. Todos ellos cuestionados por actos de corrupción, aunque sus defensores alegaban “conspiraciones políticas”. No obstante, las evidencias señalan los desmanes de los exmandatarios y de sus más estrechos colaboradores.
Flores falleció antes de que el proceso contra él terminara; hay un juicio civil que afecta a la familia. Saca está siendo procesado por casi 300 millones de dólares envueltos en peculado y lavado de dinero. Funes ha sido acusado civilmente por enriquecimiento ilícito, pero la Fiscalía le investiga por varios cargos de corrupción, por lo cual ha detenido recientemente a exfuncionarios vinculados a él.
Así que la democratización del sistema de partidos políticos y la lucha contra la impunidad debe llevarnos a grados superiores y más efectivos de democracia, de desarrollo social y económico.