viernes, 26 abril 2024

Eutanasia

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Mientras que en algunos paí­ses es legal, como en los pioneros Holanda y Bélgica, en la mayorí­a sigue estando fuera de la ley. Sin embargo, el debate y la polémica no tienen fronteras

Pocos temas en la actualidad generan tanta controversia como la eutanasia. Palabra que proviene del antiguo griego, eutanasia y significa “muerte dulce”.

Y es, en otras palabras, la posibilidad que tiene una persona de solicitar liberarse de un sufrimiento -generalmente una enfermedad- que es irreversible y que ella considera intolerable.

Mientras que en algunos paí­ses es legal, como en los pioneros Holanda y Bélgica, en la mayorí­a sigue estando fuera de la ley. Sin embargo, el debate y la polémica no tienen fronteras.

En mi opinión, no vale la pena vivir contra su propia voluntad. No, bajo ninguna circunstancia. Me viene a la mente el reciente caso del cientí­fico australiano David Goodall, de 104 años. Él no tení­a una enfermedad terminal, pero argumentaba que su calidad de vida se habia deteriorado significativamente en los últimos años y querí­a morir. Como en su paí­s era ilegal, pidió asistencia a la organización suiza Exit para suicidarse. Allí­ le suministraron un medicamento letal y murió plácidamente escuchando las melodí­as de la Novena Sinfoní­a de Beethoven y cantando un verso de la ‘Oda a la alegrí­a.

Por supuesto, esto no aplica para todos los casos, sólo en aquellos en que se han agotado todos los recursos fí­sicos y emocionales, y cuando las personas lo solicitan. Se ha dado el caso de alguna niña con enfermedad terminal incurable y dolorosa que lo ha solicitado. En cambio, una madre de varios hijos deseó llegar hasta el final con todo y los dolores para estar más tiempo con sus hijos.

Aquí­, como vemos, la clave es la voluntad del paciente. Y entonces nos preguntamos, ¿hasta qué punto debe ser respetada la voluntad del enfermo? Es cierto que hay que que agotar recursos, pero la vida puede ser imposible de vivir para muchos, aun sin necesidad de estar enfermos de algo visible. Quizás por eso existen más suicidios de los deseados, y más aún teniendo en cuenta que se suele mentir bastante cuando la muerte es suicidio, a veces se la “disfraza” debido a los estigmas sociales, culturales y religiosos. No nos olvidemos de la frase “la vida solo la da y la quita Dios”. Antes, por ejemplo, al suicida no se permití­a ser enterrado en suelo sagrado ni eran dignos de ofrecerles una misa.

También es bueno diferenciar los conceptos de eutanasia y suicidio asistido. La eutanasia es “el procedimiento voluntario y consciente que realizan los médicos para poner fin a la vida de un enfermo terminal, a petición del mismo, con el fin de acabar con su sufrimiento”. En el suicidio asistido, en cambio, el médico no acaba materialmente con la vida del paciente, simplemente se limita a poner los medios y asesorar al paciente, para que sea él mismo quien se quite la vida. Un caso particular de eutanasia es cuando interrumpen el tratamiento que le estaban dando, acelerando así­ su final. Esta eutanasia se conoce legalmente ortotanasia, aunque comúnmente se la llama muerte digna.

Por el momento, solo en cinco paí­ses la eutanasia es legal. Holanda fue el primer paí­s del mundo que la legalizó, en el 2002. Luego le siguieron Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Colombia, la única en América Latina.

Por su parte, el suicidio asistido está permitido en Suiza y cinco estados de Estados Unidos: Oregón, Washington, Montana, Vermont y California. Por lo tanto, cualquiera que lo intente en paí­ses que no esté permitido puede acabar condenado por la Justicia.

Incluso donde existe la ley, este recurso debe ser decidido por varios expertos o personas. El debate que genera depende de los paí­ses y sus culturas, ya que mientras para muchos es un derecho a una muerte digna, para otras un pecado.

Pelí­culas como la española “Mar adentro”, con Javier Bardem, o No conoces a Jack, con Al Pacino, ayudaron a visibilizar el tema y conocer todas sus aristas. Esta última trata sobre el médico Jack Kevorkian, más conocido como “˜Doctor Muerte”™, famoso por intervenir en más de 130 casos de suicidio asistido a enfermos terminales.

En la medida que la sociedad esté más informada, probablemente reciba más apoyo la ley que permita la eutanasia en América Latina.

Cuando se ha perdido el sentido de la vida, muchas veces se desea morir. Habrí­a que analizar hasta qué punto podremos llegar y habrá muchos suicidios en lo que se regulará su legalidad. Un debate que como sociedad, tarde o temprano, tendremos que asumir.

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Margarita Mendoza Burgos
Margarita Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicólogía Médica, Psiquiatrí­a infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España; colaboradora de ContraPunto
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