domingo, 8 diciembre 2024
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Estado laico para diputados

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Pongamos las cosas claras desde el principio, su dios no es mi dios, mi dios no es el dios de mi vecino, menos aún el de mi familia sin embargo existe una armoní­a, una convivencia. Y no sólo eso, ninguna ley me obliga a creer en algún dios. Y qué bueno que tampoco obliga a mis cercanos antes emocionados a creer en un dios especí­fico, que es lo más importante.

Una minúscula acepción conceptual, Francia cúspide y emblema de la laicidad a nivel mundial en su sitio web del Gobierno nos regala una conceptualización lo que para ellos es y para nosotros podrí­a ser una aproximación de Estado laico: “La laicidad es un resultado de la separación entre el Estado y las religiones. El Estado es neutro desde un punto de vista religioso y se prohí­be cualquier injerencia en la vida de las distintas religiones presentes en Francia. De forma recí­proca, la pertenencia a alguna religión de los funcionarios o de los usuarios no puede interferir en el funcionamiento de los servicios públicos. Con todo, la laicidad no supone negar las religiones. No se trata de una opción espiritual especí­fica sino de la condición para que existan todas las opciones. Por lo tanto, es un principio relacionado con la libertad. También permite el respeto de las elecciones personales más í­ntimas en una sociedad abierta.” ¿Se entiende? Cuando nos referimos a Estado laico no es hablar de ateí­smo.

Las caracterí­sticas del Estado laico a grandes rasgos es la separación del poder polí­tico y el poder religioso, es donde las autoridades civiles son distintas de las autoridades religiosas; una reciproca autonomí­a de las esferas antes mencionadas. Este Estado permite que todos los ciudadanos de manera libre adopten las creencias que quieran adoptar o no quieran. Y vivir sus vidas acorde a su convicción individual y por ello también no deben ser de ninguna de discriminación. De igual forma las iglesias deben respetar los bienes públicos y los derechos de terceros, éste último punto como principal. Y bien, la laicidad viene consigo la libertad religiosa, entiéndase al derecho de las personas a creer o no creer de manera libre y autónoma en una deidad determinada, y adscribir su vida o no a una organización religiosa determinada, en este sentido es el Estado laico el que permite que se despliegue y se recree la pluralidad de todo tipo de creencia.

Respecto a la educación en la escuela pública, debe aplicarse de forma laica el desarrollo de temas sexuales y reproductivos, como también el desarrollo de í­ndole social. Con la finalidad que los estudiantes convivan con sus concepciones religiosas diferentes, también que los programas de estudio no estén basados en dogmas religiosos, sino de criterios cientí­ficos y por la razón critica, es decir las polí­ticas públicas no están para adoctrinar o darle algún tipo de empujón a los niños a creer en una deidad.

Esto implicado la independencia, entre la ley civil y las normas religiosos o criterios filosóficos particulares.

No se debe hablar de “papá Estado” en una sociedad como la salvadoreña, cuando los miembros que conforman una familia aún persisten con tabúes sobre lo sexual, y hago hincapié en el hecho hacia los padres al ser indiferentes cuando el niño y la niña están en desarrollo y tildan con sobre nombres las partes í­ntimas de cada uno, cuando simplemente deberí­a llamarse como tal, pene o vagina.

Porque es lamentable cuando un padre o madre le dice a su hija, “si salí­s preñada te voy a echar de la casa”, cuando quizá nunca se han sentado a platicar sobre sus futuros cambios hormonales, en el mayor de los casos muchos padres quizá nunca fueron a la escuela, entonces ¿qué hacemos? El Estado por medio de su engranaje y control institucional debe de lograr prevenir todo tipo de ITS y especialmente aquellos más vulnerables que se están formando en las aulas. Si la escuela es el único lugar donde los niños pueden tener la oportunidad de hablar de temas de í­ndole sexual, deben hacerse todos los esfuerzos posibles para que los alumnos tengas toda la información necesaria y no ignorar los riesgos que implica tener una vida sexualmente activa.

Pero a nuestros diputados les cuesta tanto entender algo tan simple como lo es el Estado laico y no sólo eso, no logran entender lo importante de la educación sexual integral. Y son tan mediocres que ni siquiera estuvieron dispuestos a discutir y por unanimidad echaron, la propuesta del anteproyecto de “Ley de Educación en Afectividad y Sexualidad Responsable” al archivo dí­as atrás y uno de sus argumentos fue, que dicho anteproyecto chocaba con los valores cristianos de los salvadoreños. No es lo mismo la creencia de las personas que merecen todo respeto, el derecho a asociarse y crear instituciones religiosas, a la agenda pública y polí­tica de las instituciones religiosas, que cuando la tienen debe ser regulada por el Estado porque es el único garante de regulación legí­tima de las normas. Debe también garantizar que ni los servidores públicos se valgan de la religión a la hora de realizar sus tareas, ni los individuos que ocupen cargos religiosos quieran conquistar las decisiones polí­ticas fundamentales de la sociedad.

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David Pérez Ascencio
David Pérez Ascencio
Columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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