Hablar de la izquierda en El Salvador lleva necesariamente a hablar del FMLN como principal expresión política e institucional. Esto también supone revisar su evolución histórica. En primer lugar, la izquierda en el país no surge con el FMLN, previo a ello, distintas expresiones de izquierda abogaron por su reconocimiento como opción política por la vía pacífica. El nacimiento del FMLN fue posible únicamente cuando se fracturan las opiniones entre continuar impulsando la opción de la izquierda desde la vía institucional o pasar a la vía armada, debido a la falta de condiciones en ese momento para que la izquierda se constituyera en una opción política y electoral.
Con el surgimiento de FMLN, y su participación en el conflicto armado como una de las dos fuerzas beligerantes, quedó completamente cerrada la posibilidad de otras expresiones políticas de izquierda. Pese a algunos esfuerzos, ninguno de ellos pudo sostenerse en el tiempo, al menos manteniendo la misma institucionalidad. De este proceso sobrevive el actual CD. Este fue el primer error de la izquierda salvadoreña: el cierre de espacios políticos y la concentración de esta ideología en un solo instituto partidario efectivo.
A partir de los Acuerdos de Paz, la izquierda, cuya única expresión con peso político era el FMLN, tuvo dentro de sus prioridades lograr cuotas de poder únicamente a través de las elecciones. Así, el segundo error de la izquierda consitió en medir el poder del FMLN únicamente en votos, diputaciones y alcaldías. Desde 1994, año en que el FMLN participó por primera vez en los comicios, este indicador fue en aumento. No fue hasta 15 años después que, con un outsider (Mauricio Funes), logró “la joya de la corona”, al obtener la presidencia de la República.
La lectura de esta realidad, vista en retrospectiva, no es de forma, sino de fondo. Ni el FMLN ni sus cuadros históricos, fueron para la población una opción real para dirigir al país una vez finalizó el conflicto armado, al menos durante 15 años después de su primera participación electoral. Esto dice bastante en cuanto a la credibilidad de la capacidad del partido para conducir el país. Elección tras elección, sus entonces dirigentes, no tuvieron capacidad para realizar esta lectura. En síntesis, el FMLN necesitó aproximadamente 29 años para llegar a la Presidencia, con un candidato no orgánico.
Desafortunadamente el FMLN nunca se preparó para lo que quería: gobernar. Los aciertos de su primer mandato no fueron muchos. No hubo reformas en ninguna de las áreas de la gestión pública y, con poco margen, logró retener la presidencia en 2014. Gobernar alcaldías, tener representación legislativa y ostentar la presidencia no han sido solo un tema de medirse como fuerza política. El proceso tenía algo más importante: revelarle a la población qué es la izquierda en El Salvador. Y eso, precisamente ha sido lo trágico hasta ahora. La izquierda, aquello tan poético y utópico que se externaba en el discurso; una manera de concebir el mundo y los sistemas que lo rigen en cuya visión cada salvadoreño y salvadoreña tendría resueltas sus necesidades, pagarían más quienes más ganan, habría salud y educación de calidad, se protegería a los más indefensos”¦ todo aquello que fue parte del discurso desde los 80 quedó en eso, en discurso. Los cambios durante los dos gobiernos del FMLN no fueron sustanciales. Así, la izquierda, que tanto deseó su oportunidad, se dedicó a perderla. Este fue su tercer error.
A partir del escenario de un segundo mandato, lo importante en el análisis de la izquierda y su pérdida de capital político (y electoral) es entender la base real que permitió o sobre la cual se montaron dos de las ideas fuerza de la campaña del actual presidente electo Nayib Bukele. Estas son “Arena 2.0” y “Los mismos de siempre”. Estas expresiones tuvieron eco en una población mayoritaria, que no vio ninguna o casi ninguna diferencia entre la gestión del principal partido de derecha y del principal partido de izquierda. El FMLN se convirtió en un partido electoral sin pensar que, si se gana poder para gobernar, se gana la responsabilidad de hacer bien las cosas. Este es el cuarto error de la izquierda en El Salvador.
Los resultados electorales del 3 de febrero del 2019 desataron un terremoto interno en el FMLN, dejando en evidencia una tarea postergada por 30 años. El FMLN se sentó cómodamente a esperar que su cuota de poder en el gobierno le fortaleciera como partido. Equiparó su representatividad en las instituciones a su fuerza interna. Y, así como el FMLN nunca se preparó para lo que quería (gobernar) tampoco se preparó para lo que necesitaba: renovar sus liderazgos y mantenerse como cualquier institución en la vía de la mejora constante. Este es el quinto error de la izquierda en El Salvador. Tanto este como los cuatro errores anteriores son los que condujeron al partido de izquierda a su trágica situación actual. Y en ese punto está ahora.