En 2020: rescate de la Memoria Histórica

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La historia es el alimento de los pueblos. Y la Memoria Histórica (MH), es el estudio permanente de esa historia, para la conservación y mantenimiento de los sucesos y personajes, que un día destacaron en el ámbito geográfico de un país, de una comprensión, de un municipio.

Lo anterior es un imperativo de conciencia social, que evidencia lo importante que sería que los gobiernos y sus ciudadanos, del sistema o régimen político que sea, en este caso El Salvador, tomaran más en serio el rescate y mantenimiento de la MH del país, a fin de redefinir, conservar, investigar y difundir los sucesos, los personajes y el patrimonio nacional de cada lugar.

En El Salvador esa política ha sido nula o existente a medias, con el consiguiente perjuicio a la cultura y a la historia real del país, porque o bien, siempre ha primado el interés por ignorar a las víctimas y proteger a los culpables, en cuanto a crímenes de guerra y de lesa humanidad: o de proteger los actos de la descarada corrupción de algunos funcionarios. Así, la realidad de la MH no solo borrará el desinterés y la desidia oficiales, y de algún sector de la población, de mantener ocultos algunos rasgos de la historia en general, sino que permitirá conocer los hechos reales del pasado, el acontecer del presente y una proyección cultural a futuro. Sin duda, una insoslayable tarea para el 2020.

No se trata de negar aquí avances y logros en el área MH. No. No pueden ignorarse algunos esfuerzos y resultados. Pero, falta mucho aún. Se debería buscar equidad en todos los ámbitos del acontecer, desde que se tiene conocimiento de la historia. Anualmente se enaltecen, por ejemplo, las jornadas pre independentistas de 1811, 1814 y 1821, con fechas, lugares y personajes o próceres de entonces: Delgado, Arce, Celis, Barrundia, los Aguilar… muy bien; pero, también deberían rescatarse y destacarse algunos personajes identificados con las aspiraciones de progreso y bienestar del pueblo, sin importar credo ni tendencias ideológicas, como la heroica resistencia de Anastasio Aquino y los nonualcos; Feliciano Ama, y el alzamiento indígena y posterior genocidio de 1932; Prudencia Ayala, heroica luchadora por los derechos de la mujer; los crímenes de lesa humanidad, como el de Monseñor Romero, los padres Jesuitas; el P. Rutilio Grande, los del FDR, las víctimas de El Mozote y el Sumpul, entre otros… y tantas masacres ocurridas desde antes y en el marco de la guerra 1980-1992, que han marcado la vida institucional del país.

¿Y por qué no honrar también, debida y ampliamente, nuestro origen, nuestra identidad Pipil, Ulúa, Lenca…? Ahí están nuestras etnias, nuestro Nahuatl, nuestras leyendas, tradiciones y costumbres, reclamando la atención merecida, y su tenaz resistencia y su lucha por conservar lo que su identidad ancestral les legara.

Este reclamo es oído en otros países. En un viaje reciente a Chile pude conocer que las instituciones relacionadas “promueven el conocimiento, la creación, recreación y la apropiación del patrimonio cultural y la memoria colectiva del país”, para lograr la identidad y el desarrollo integral de sus habitantes.

De una cultura tan vasta y tan de avanzada como la chilena, no podía esperarse cosa distinta. En Temuco, Región de La Araucanía, si bien para el turista la existencia de la cultura Mapuche parece de posiciones encontradas, lo cierto es que, además de antigua y resistente a las fuerzas opresoras de su época, mantiene su identidad; y siempre, mediante testimonios, documentos y otras evidencias, su MH permanece vigente.

El Salvador es rico en personajes, fechas y sucesos históricos, como expresión de una riqueza ancestral. Muchos de ellos ignorados o víctimas de la amnesia intencional, por intereses mezquinos del anti patria. Quizás, ahora si se pueda ir más allá de las pálidas acciones que, en materia de MH, se han venido realizado en gobiernos anteriores.

Urgen medidas, programas o políticas que aumenten los esfuerzos y logros, sobre la realidad histórica del país. Realidad de un proceso cultural creciente que, a través del mantenimiento, rescate y divulgación de la MH, quizás un día haga de El Salvador un país sin analfabetismo y, sobre todo, consciente y conocedor de su total y verdadera historia.

El año 2020 que se inicia, tiene la palabra.

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Renán Alcides Orellana
Renán Alcides Orellana
Académico, escritor y periodista salvadoreño. Ha publicado más de 10 libros de novelas, ensayos y poemas. Es columnista de ContraPunto
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