miércoles, 5 marzo 2025
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Emilia Pérez vs. Johanne Sacrebleu. No es cine. Sí es cine

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Mientras Trump le cambia el nombre al golfo de México, un director francés hace cosas peores y los demócratas de Hollywood lo aplauden.

Por Hans Alejandro Herrera.

Imperialismo cultural, hispanofobia, un pretendido  realismo social  por las desapariciones en el marco de una historia sobre identidad sexual como utopía neoliberal de izquierda. Hablar de Emilia Pérez genera gastritis y se ha vuelto en un Boomerang en favor de la derecha más conservadora. La película en lengua no inglesa más nominada en la historia es a su vez la más detestada no solo por mexicanos sino por toda Latinoamérica. Sin embargo desde el fondo de un barril en una vecindad perdida en alguna colonia de ciudad de  México surgió la respuesta cinematográfica. Johanne Sacrebleu no es una película, es el cine volviendo a sus raíces: sin amor al premio ni al dinero. Con amor solo al cine. ¡Aluciiiiine!

México como commodity

Emilia Pérez se ha vuelto en poco tiempo en un éxito en odio,  revelando a su alrededor los elementos más viles de la cultura woke: cancelación, manipulación de la situación de minorías sexuales, lecturas cómodas de temas delicados como los desaparecidos en México, ofensa religiosa,  propaganda ñoña de una agenda progre que huele a rancia, y odio, mucho odio. Lo que más ha despertado a pocos días de los Oscar es el descontento de millones de mexicanos y latinoamericanos solidarizados ante una ofensa no a una minoría sino a toda una nación .

En un momento en que las cenizas de los incendios de Los Ángeles todavía no terminaba de limpiarse, con estrellas de Hollywood en modo homeless pero vestidos de Prada, y en el marco de las deportaciones de inmigrantes ilegales y de un ambiente de ataque a todo lo que huela a hispano en el EE.UU. de Donald Trump; en estas circunstancias los premios Oscar se revelan como un campo de batalla en la guerra cultural entre el renacido conservadurismo turbo capitalista de los seguidores de Trump, frente a un agotado y confundido stablishment de la cultura progresista global. En esta ocasión la nominación de Emilia Pérez a los Oscar ha pasado a ser de por sí histórica: es la película en lengua no inglesa más nominada en la historia de la Academia. Sin embargo el rechazo mexicano a esta película  resulta absoluto, al punto de apresurarse a ofrecer de manera espontánea una respuesta semi cinematográfica a modo de satisfacción.

Antes, entre caballeros ante una ofensa se exigía una satisfacción a través de una bofetada con un guante blanco antes de pasar a un duelo con espadas o pistolas. La película Johanne Sacrebleu publicada hace un mes en internet dirigida por la mexicana Aurora D., es esa bofetada con guante blanco. La invitación a una satisfacción de una ofensa recibida.

Emilia Pérez una película antropológica a lo LeviStrauss. No te juntes con esa chusma

Hay dos tipos de cine. El que cuenta una historia y el otro que pretende explicar la historia. Emilia Pérez es más de este último. Un cine con sabor a estudio de Levi Strauss , el antropologo judío de los 60s, famoso por teorizar los usos y costumbres de tribus africanas a las que veía como animales de laboratorio. Bueno pues lo mismo pasa con el director de Emilia Pérez respecto a México. Desde declaraciones que manifestaban no haber estudiado a profundidad la realidad mexicana o declarar que el español es una lengua de marginales, de pobres. La actitud supremacista del director y su obra no es un defecto sino su naturaleza misma. Es el epítome final de la cultura woke en su preciso  momento de declive.

Emilia Pérez entonces No es una película sino una agenda, un discurso ideológico bien pensante tan extremadamente inclusivo que excluye a los actores mexicanos (protagonizada por un español trans, por una mala cantante dominicana y por una cantante americana de raíces chicanas que habla un pésimo español) de una historia que en ningún momento fue mexicana ni trato sobre México. Emilia Pérez no es más que una exhibición del decadentismo del cinema francés, ese que ve lo otro como exotismo a explotar para obtener rentabilidad .

El director francés revela un evidente supremacismo cultural ante esa escenografía llamada México, un telón de fondo para sus fantasías de las que toma las historias de los desaparecidos como trama social a la que incluye una operación de reasignación de sexo de un narco , que a su vez la hormonización del ex cartel del narco llevara a buscar ayudar a las víctimas de su propia violencia, mientras toda la película se realiza como un musical mal cantado sin ritmo ni rima ni gracia.

¿Sorprende la nominación? ¿Sorprende su triunfo en Cannes y en Europa? No. Es lo que se espera y exige una industria educativa desde la elite global que pretende saber más que la gente que lo vive.

Johanne Sacrebleu, la venganza de Moctezuma. No contaban con su astucia

El mediometraje mexicano resultó de una respuesta rápida a la película francesa. Filmada con escasos recursos, pésimas cámaras, peores actores, y sin embargo con una naturalidad y una frescura que nos la muestran como algo auténtico, libre y con muchas ganas de diversión. Ver Johanne Sacrebleu es ver una película de YouTube hecha por niños pero que resulta en su propuesta más seria que la ingeniería técnica de Emilia Pérez. En Johanne más que venganza hay las ganas a lo Chespirito de hacer justicia poética. Es un cine pobre, de la calle para internet, Pero el internet de 2005. Es una película que como los efectos especiales del Chavo del 8 se ganan el corazón de grandes y chicos. Sacrebleu es la prueba de que el cine de elite de Hollywood  respecto a los mexicanos “no contaba con su astucia”. Que el pueblo mexicano tiene el corazón fresco como una lechuga y rápido como un ratón. Que tiene antenistas de vinil, y armado de un chipote chillón es capaz de responder y unir a los mexicanos en torno a un escucho cuyo símbolo es una Ch en un corazón. Sin pretensiones, sin ningún falso dramatismo, solo parodia y comedia. Cine con corazón, sin ganas de premio, cine barato con ganas, con cojones y hecha para divertirse , como un juego. Porque México es o fue y quizá volverá a ser ese chamaco que trae la pelota y la comparte, incluso con los que le ofenden.

Amigos y medio amigos de Emilia Pérez

Desde la directora de la última temporada de True Detective, pasando por Guillermo del Toro y otros pesos pesados de Hollywood. Incluso al comienzo reseñistas de cine e influencers se mostraron a favor de Emilia Pérez hasta que vieron estallar la bomba, y entonces se cambiaron de camiseta. Otros desde el otro lado del Atlántico como el Feo de la Filmoteca Maldita ofreció rápidamente un análisis serio de la película, su sentencia fue fulminante, y es la única reseña con análisis desde el cine, con una profundidad abrumadora que no la tiene ni Ibarreche ni Del Toro, ni ningún analista e influencer. Desmenuza los mitos de los que se alimenta Emilia Pérez y ofrece una explicación seria de las nematologias de dicha película. Y es que el mayor riesgo resulta de toda la cultura que nos buscan meter por los ojos aprovechando supuestos discursos filantrópicos que no son otra cosa que explotación del exotismo del sur global.

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Hans Alejandro Herrera
Hans Alejandro Herrera
Consultor editorial y periodista cultural, enfocado a autoras latinoamericanas, Chesterton y Bolaño. Colaborador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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