Por Carlos Velis.
Después de ver todos los documentales, tertulias, encuestas y un largo etcétera sobre el tema durante los últimos seis meses, puedo decir que he llegado a la conclusión de que, si yo votara en ese país, anularía mi voto. Como decimos por aquí, no hay rama en qué ahorcarse. Pero de lo que estoy seguro es que nos espera un tremendo show por los siguientes seis meses. Pierda quien pierda, va a impugnar el gane del otro.
Hay mucho en juego, en las manos de Kamala Harris están los intereses de la industria armamentística; no creo que con Donald Trump sea diferente. El segundo es más comerciante que belicista y podría medir mejor sus pasos. Rusia ya ganó la guerra y no solo contra Ucrania, sino también contra la OTAN, que ha estado llevando una participación “proxi”. Por su parte, en la Palestina ocupada, las cosas no se pintan nada bien para el hegemón.
Setenta años de desmanes y genocidios en la Asia Occidental (Oriente Medio), esos pueblos aprendieron a pelear una guerra y se pertrecharon, mucho les pese a los occidentales. Ahora las cosas ya no están como hace 30 años.
Volviendo con Harris y Trump, cualquiera de ambos seguirá levantando la bandera del poderío occidental, ya desteñida y raída por todos lados. Pero ellos seguirán fieles a la consigna, sobre todo porque ni ellos ni sus parientes irán al frente de batalla. Cuando la presidenta del Parlamento Europeo, Úrsula Von der Leyen, dice “Hasta el último ucraniano”, no se refiere a alguno de sus 8 hijos.
Pero la realidad en Estados Unidos es que se ha sembrado la semilla del odio interno, lo que es el verdadero enemigo que acabará con esa sociedad. Este es un momento de los que Gramscy tipifica como “una situación revolucionaria”. Es evidente la pérdida de reputación de la “democracia estadounidense” en el mundo. Mientras financian las guerras, acumulan una deuda estratosférica. Las ciudades, otrora iconos del “primer mundo”, se hunden en la miseria y la inmundicia de una ciudadanía fracasada y desesperada.
Por su parte, en el otro lado del mundo, surge una comunidad que se unifica en una alternativa económica, los BRICS, que se traducirá, en poco tiempo, en una alternativa social, especialmente para los países que han sufrido el despojo y la opresión.
La WASP (blanco, anglosajón y protestante) es una doctrina que se concreta en el cristianismo de la prosperidad, tan de moda y que permea todos los grupos sociales. A esas siglas les falta “macho, heterosexual”. Esa doctrina es la que les da licencia para exterminar culturas enteras, someter a sus sobrevivientes y expoliar sus riquezas. Pero la situación actual de la geopolítica evidencia que ya no la tienen tan fácil. Se crecieron los enanos.
¿Harris o Trump?, ocupen sus localidades que va a empezar el match del siglo. Para ninguno está fácil, la pelea va a ser dura por ocupar la Casa Blanca.
Para mientras, yo me voy a la playa.
