sábado, 13 abril 2024

El sexo en la tercera edad

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No cabe duda de que el envejecimiento trae consigo cambios fisiológicos que afectan directamente a la sexualidad.

La menopausia y la andropausia conllevan un cambio de los niveles hormonales -estrógenos y testosterona-, lo que podrí­a justificar el disminución del deseo sexual o la frecuencia de las relaciones sexuales que se da en las personas mayores.

En el hombre:

Se reduce la producción de espermatozoides y lí­quido seminal, así­ como el tamaño de los testí­culos.

La respuesta a la excitación es más lenta.

La erección no es tan firme.

Los orgasmos duran menos.

Se necesita más tiempo para recuperarse y poder tener un nuevo coito.

Asimismo, la mujer:

Lubrica con más dificultad (sequedad vaginal).

Puede haber dolor durante el coito (dispauremia).

Tiene más dificultad para alcanzar el orgasmo.

La respuesta a los estí­mulos es más lenta y también el tiempo de recuperación.

Igualmente al envejecer son más frecuentes una serie de enfermedades que condicionan negativamente la vida sexual en diferentes formas:

Hipertensión.

Diabetes.

Depresión.

Enfermedades cardiovasculares.

Artrosis.

Enfermedades neurológicas.

Hiperplasia benigna de próstata, etc.

Asimismo, los tratamientos de estas enfermedades -tanto medicamentos como cirugí­a- pueden causar distintos tipos de disfunción sexual:

Falta de deseo sexual.

Disfunción eréctil.

Sequedad vaginal.

Anorgasmia, etc.

Sin embargo, tanto las enfermedades como los cambios fisiológicos que afectan a la función sexual tienen tratamiento y no deben ser un impedimento para disfrutar de una vida sexual satisfactoria.

Es cierto que el modo de envejecer afectará en mayor o menor medida a la vida sexual. De ahí­ la importancia de promover un envejecimiento activo y saludable, dando vida a los años y no al revés. Habrá que cambiar algunos hábitos, eso sí­, pero se puede y se debe vivir una sexualidad muy satisfactoria. Se pueden seguir unos pocos consejos para cumplir con este objetivo:

No caer en la pasividad y el aislamiento.

Hacer ejercicio fí­sico.

Eliminar hábitos como el alcohol y el tabaco.

Mantener una actividad social.

Cumplir con los tratamientos impuestos por el médico para las enfermedades que se tengan.

Evitar el estrés.

Tener una alimentación saludable.

Consultar con el geriatra cualquier duda o problema que pueda surgir en relación a la vida sexual.

El envejecimiento y el sexo, salvo casos extremos de patologí­as incapacitantes son buenos compañeros de viaje. No se trata de pretender tener la vida sexual de cuando se era joven, sino de dosificar esfuerzos, intensificar la relación de cariño con la pareja y mantener la capacidad de disfrutar.

Tomado de: Sanitas.

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