Si 2016 fue un año duro, en especial para el sector económico y social de El Salvador, en este 2017 lo que se viene es la tensión preelectoral en el que se pierde el sentido de Nación y los políticos comienzan a actuar en la defensa de sus posiciones con la vida y con la muerte”¦ Sin espacio a la razón.
Con ello contagian a toda la sociedad: un parte se va con una facción política, otra parte con otra facción y una tercera parte de la sociedad, donde caben los temerosos, los frustrados y los conformes, se queda en el rincón de los indecisos.
A esta última porción social de los indecisos, es la que las facción políticas tratarán de ganarse prácticamente sin importar cómo. Le caen con fuerza y con todo para intentar convencerlas que le regalen en voto, sin nada a cambio.
En medio de eso se pierde la razón del entendimiento y el juego político del diálogo y los acuerdos.
Cómo es que los partidos no aprendieron a comportarse como es debido en una democracia. A entender que la guerra había quedado atrás, que ya no hay enemigos sino adversarios; que los adversarios dialogan, negocian, se ponen de acuerdo y resuelven los problemas del país.
Como Nación no parece que aprendimos la lección de una guerra cruenta, cruel y al final inútil. Los muertos no los ponen las élites, sino que la sociedad en su conjunto.
Ojalá y la sociedad despierte del letargo acrítico en que se ha postrado y comience a empujar por cambios de políticas de Nación, donde lo que realmente importe es el crecimiento del país y el bienestar de su gente, no el bienestar de grupos, sean estos oligarcas o las élites políticas.