A principios de 1994, las importaciones en México florecían de la mano del recién firmado Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). El ingeniero Jaime Cámara Creixell aprovechaba la oportunidad desde su propia empresa importadora. Sin embargo, el gusto le duró poco, ya que la crisis económica que estalló a finales de ese año lo llevó a cerrar su negocio.
El ingeniero industrial por la Universidad Anáhuac sabía que no todo se había ido a la basura para su equipo de trabajo. Jaime había escuchado hablar de un boom del reciclaje que estaba a punto de estallar en países desarrollados y decidió que su equipo cambiara las tiendas departamentales y se dirigiera a los basureros.
En aquél momento, el PET estaba sustituyendo a otros productos en el tema de envases, y al ser un producto derivado del poliéster, era muy importante como materia prima en la elaboración de algunas prendas.
Al requerirse materias primas para la ropa, se originó una escasez para hacer fibra de poliéster.
“Había un boom para reciclar el PET y hacer fibras textiles”, dice en entrevista Jaime Cámara.
Estados Unidos era el líder en el mercado de reciclaje y China apenas empezaba con el negocio del PET, mientras que México parecía no tener esperanza.
Para 1996, la empresa del ingeniero Cámara era el acopiador de plásticos posconsumo más grande de América Latina, cuyo material exportaban por completo.
Así se inició el desarrollo de una infraestructura para poder atender a los pepenadores. “Nos convertimos en el puente de la informalidad de los pepenadores a la formalidad de esta gran industria de reciclaje en Estados Unidos. Ese puente entendía a las dos partes de las fórmulas”, dice el hoy director general de PetStar, la empresa que cuenta con la planta recicladora de PET grado alimenticio más grande del mundo, la cual se ubica en Toluca, Estado de México.
Al utilizar resina de PET reciclada se disminuyen 87% de las emisiones contra la resina virgen, mientras que la producción de PetStar equivale a sacar de circulación todos los autos de la Ciudad de México por dos días.
El consumo de productos es constante en el país y la basura también se multiplica por las ciudades. Cada mexicano produce al año un promedio de 311 kilogramos de Residuos Sólidos Urbanos (RSU), de los cuales sólo 39.7 % son susceptibles de ser aprovechados, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Y aunque estas cifras parecen positivas, el panorama se ensombrece para el reciclaje de materias como el plástico. La baja en los precios del petróleo es un desincentivo para las empresas, ya que es más barato adquirir un producto virgen y no reciclado.
El reino del PET
“No había infraestructura de reciclaje en México y lo que hacíamos era abastecer el mercado internacional, principalmente, Estados Unidos”, dice Jaime Cámara.
Lo que sucedió en la década de los noventa es que el negocio del poliéster para textiles se movió de Estados Unidos a China y se fue convirtiendo en un mercado muy especulativo.
“El mercado chino es muy volátil, de mucha especulación y eso hacía muy difícil contar con la infraestructura para ofrecer el desarrollo a los pepenadores”, dice Cámara.
La volatilidad se empezó a reflejar en los precios, y eso hacía prácticamente insostenible la operación de acopiar para sólo abastecer industrias en el extranjero.
En 2000, Cámara Creixell y su equipo comenzaron a analizar qué se podía hacer con la infraestructura de acopio con la que contaban, y así fue como el ingeniero conoció a unas empresas europeas y la posibilidad de obtener tecnologías aprobadas por la Food and Drug Administration (FDA) para regresar el material de la botella a la industria de bebidas y alimentos.
“Era algo fascinante y que realmente no se hacía”, recuerda el director de PetStar.
En 2006, el ingeniero constituyó PetStar y se libró de competir con China para ofrecer al mercado PET para la industria textil, y prefirió ofrecer un plan para que las embotelladoras reciclaran sus botellas y volvieran a regresar al mercado.
El proyecto inició con una sociedad con una empresa de Monterrey que fue quien aportó el capital para iniciar la operación y, a cambio, el ingeniero ofrecía la infraestructura de recolección.
Promotora Ambiental (PASA) se convirtió en el accionista mayoritario en el proceso, mientras el grupo de inversionistas que representaba el ingeniero se convirtió en minoritario.
Enrique Peña Nieto, entonces gobernador del Estado de México, fue quien inauguró la primera fase de la planta en abril de 2009, cuando PetStar comenzó a abastecer la resina a la industria refresquera mexicana.
En 2010, Arca Continental se incorporó a la cartera de clientes de una forma incipiente, ya que era un volumen pequeño el que tenían disponible, y fue a mediados de ese año que los accionistas mayoritarios decidieron vender la empresa.
“Yo me encargué de hacer un concurso y obtuvimos a bastantes interesados en adquirir la planta, y finalmente en octubre de 2011, Arca Continental gana el concurso y hace la compra total de la empresa con toda la infraestructura de reciclado y acopio”, dice Cámara Creixell.
La nueva empresa decidió mantener al ingeniero al frente de la firma recicladora, y no se arrepentiría de hacerlo.
Un gigante en México
La planta se amplió para atender la demanda del sistema Coca Cola y se hizo una inversión adicional, por lo que Arca Continental invitó al resto del Sistema Coca Cola a participar como accionistas.
Coca Cola de México, Arca Continental y otros cinco embotelladores se unen a la aventura del reciclaje: Bebidas Peninsulares (Bepensa), Corporación del Fuerte, Corporación Rica, Grupo Embotellador Mayab y Embotelladora de Colima.
La inversión permitió duplicar la capacidad, y en julio de 2014 se reinauguró la planta, convirtiéndose en la recicladora de PET grado alimenticio más grande del mundo.
PetStar recicla el equivalente a llenar el Estadio Azteca 2.4 veces al año, es decir, 50,000 toneladas de plástico.
La empresa logró dar un valor agregado a la materia prima y convertirla en producto reciclado y listo para su utilización por parte de la industria refresquera.
“A final de cuentas, los recursos naturales se están vendiendo con muy poco valor agregado y, en cambio, si este producto se queda en México, obviamente ese valor agregado se queda en el país”, dice el ingeniero.
En la actualidad, más de 1,000 personas se emplean en la planta, además de 25,000 empleados indirectos, como son los pepenadores a nivel nacional.
Actualmente, el reciclaje de PET es una oportunidad y un reto al mismo tiempo, dice el ingeniero.
En México, existen más de 120 millones de habitantes que han elevado su tasa de vida a 74.5 años, mientras que en las últimas seis décadas la población se cuadruplicó y la edad promedio de las personas oscila entre los 23 y 29 años, tendencia que elevará el consumo de productos y la generación de residuos.
México se ubica como el principal consumidor de agua embotellada a nivel mundial, con un consumo de 28,453 litros cada año, de acuerdo con Kantar World Panel, y el cuarto lugar en el consumo de bebidas carbonatadas, como son los refrescos, con un consumo de 137 litros anuales por persona, según un estudio de la consultora Euromonitor International. Estas dos bebidas utilizan envases de PET, lo que muestra la importancia de su reciclaje.
En el país, se consumen 700 toneladas de PET virgen. Aunque México se ha consolidado como líder en América en el reciclado del plástico (50.4% reciclado), posición que lo ubica por arriba de Estados Unidos en el reciclado de PET (31%), de acuerdo con datos de la asociación civil ECOCE.
En el país, 15 empresas reciclan PET, con una capacidad para reciclar 300,000 toneladas al año, lo cual requiere una inversión de más de 314 millones de dólares anuales. Cerca de 50% del PET reciclado es de grado alimenticio, según la asociación.
“No son tiempos fáciles para la industria del reciclaje. Y en estos momentos valoro mucho más el compromiso de nuestro accionista, porque demuestra que está aquí por una convicción en el largo plazo”, dice Cámara Creixell.
Los precios del petróleo son una coyuntura que aprieta las ganancias de la recicladora, pero que no deprime los sueños de Cámara Creixell de replicar el modelo de negocio en otras latitudes de América Latina y hasta abrir una planta llegado el momento.
El futuro son las economías circulares. El consumidor debe vaciar la botella, aplastarla, taparla y depositarla en un bote de basura. “Esas simples acciones ya tienen un impacto ambiental”, explica el director general de PetStar.
La crisis de 1994 una vez le quito su empresa y Jaime Cámara levantó un negocio de la basura en un tiempo en que nadie creía en el reciclaje en el país. Hoy, no teme a las nuevas turbulencias en el mercado.
El reciclaje “sonaba como una locura en aquel momento, pero el tiempo nos ha dado la razón y hoy se ha convertido en algo que es una tendencia a nivel mundial, y ahora México es líder en este tema”.
Tomado de: www.entrepreneur.com