El presidente cubano Miguel Díaz Canel expresó en un discurso que “no se puede seguir haciendo lo que no ha dado resultado” y llamó a “acelerar el proceso de reformas”.
Entre las medidas económicas más importantes adoptadas por el gobierno están la implementación de la pequeña y mediana empresa, la descongelación de las cooperativas y la ampliación del trabajo de los autónomos, que en la actualidad da empleo a alrededor de 600 mil personas.
Además se les permitirá a dichos sectores exportar sus productos e importar insumos, herramientas y materias primas. Todas estas reformas ya habían sido debatidas y aprobadas por el Congreso Partido Comunista, por el Parlamento y por la mayoría de los cubanos pero llevaban muchos años engavetadas.
Gran parte de los cubanos considera que son buenas noticias aunque otros se muestran escépticos porque esto se había acordado hace años y nunca se llevó a los hechos.
Jorge Luis Valenzuela, de La Habana, recuerda que “es dar la aprobación a lo que ya estaba aprobado” y agrega que “llevará tiempo ganar la confianza que ya se ha traicionado y desestimulado antes”.
En cambio Migdio Morales, profesor de la ciudad de Santa Clara, asegura que los retrasos en las reformas tienen que ver con que Washington ha “ido dando vuelta a la tuerca del Bloqueo” para que “no podamos ni respirar”.
La crisis financiera es el mayor reto que enfrenta en la actualidad la isla, ya provocó incumplimientos en los pagos de la deuda histórica con el Club de París y también con los proveedores actuales.
La desaparición de los ingresos del sector turismo por la pandemia fue un durísimo golpe pero no el único. La persecución de EE.UU se ha intensificado saboteando créditos, negando la venta de respiradores, sancionando navieras que traen petróleo y limitando los envíos de remesas familiares, segunda fuente de ingreso de divisas del país.
También afecta a la primera fuente: las brigadas médicas internacionales de Cuba, las cuales son objeto de la acción de Washington, acusan a La Habana de promover el trabajo esclavo y amenazan a los gobiernos que contraten cooperantes cubanos.
La respuesta de las autoridades para rellenar las arcas del Estado ha sido “dolarizar” parte del comercio interno, abriendo tiendas donde se venderán los productos sólo en moneda libremente convertible, dólares, euros y libras esterlinas, entre otras.
Se dedicarán a ese menester 70 de las 4000 tiendas existentes en la isla y venderán alimentos, productos de limpieza y artículos de ferretería. Además se abrirán mercados mayoristas también en esas monedas para atender las necesidades del sector privado de la economía, una medida que el gobierno se resistió a aplicar durante años.
El cambio que más ha impactado en los cubanos de a pie fue, sin embargo, la eliminación del gravamen del 10% que se le aplica al dólar, desde hace dos décadas. Para los ciudadanos que reciben remesas es un beneficio sustancial dado que la mayor parte del dinero llega de los EE.UU., país donde residen el 80% de los emigrados, 1.7 millones de personas, más sus hijos y nietos.
Sin embargo, todos los pagos se harán con tarjeta, así que las remesas deben estar en los bancos.
Manuel Carcasses, de la provincia de Cienfuegos lo sintetizó afirmando que se trata de un simple paso con un enorme impacto. La diplomática cubana Johana Tablada escribió en las redes que “aunque no nos guste, indirectamente nos beneficiará a todos”.
Ernesto Manzanares, instructor de buceo, cree que la eliminación del gravamen “estimula a que más turistas visiten Cuba” y “beneficia a todos los que se relacionan con ese sector”.
Desde Ecuador el emigrado Raudel Navarro agrega que “la medida también beneficia al que envía las remesas” y agrega que “el Estado entendió que es mejor soportar las penalidades (que impone EEUU) por el uso del U$D a tener una menor entrada de dólares”.
El Covid19 ha dejado en evidencia a muchos de los modelos socioeconómicos que imperan en el mundo. En algunos países mostró que el raquitismo de los estados neoliberales les impide responder eficazmente en situaciones de crisis.
En el caso de Cuba, su poderoso sistema de salud fue capaz de responder exitosamente a la pandemia (menos de 3.000 contagiados y 90 muertos) pero el modelo no tiene capacidad de recuperar la economía.
Las diferencias ideológicas que enlentecían las reformas casi hasta la parálisis parecen haberse dejado de lado para sobrevivir. Ya no hay tiempo para esperar, el presidente cubano, Miguel Díaz Canel lo sintetizó de forma diáfana: “el peor riesgo estaría en no cambiar y perder el apoyo popular”.