La decisión del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de desplegar fuerzas militares y policías antimotines para facilitar su acceso a la Asamblea Legislativa ha marcado un lamentable y peligroso retroceso en el proceso de consolidación del Estado de derecho y el fortalecimiento democrático del país. Es triste que un presidente democráticamente electo favorezca conductas políticas comúnmente asociadas con gobiernos autoritarios y dictatoriales.
Dada la historia de conflicto que caracterizó a El Salvador desde finales de la década de los 70 hasta el fin de la guerra civil en 1992, la Fuerza Armada y los cuerpos de seguridad pública nunca deberían ser usados para intentar imponer la voluntad de un presidente, sin excepción alguna. Acciones de este tipo son criticables en cualquier lugar del mundo, sin importar la orientación ideológica de un mandatario. Estas acciones amenazan contra la paz social, el Estado de derecho y el bienestar de la democracia en el país.
Una de las potenciales consecuencias no previstas de las acciones lideradas por el presidente Bukele en los últimos días pudiera ser el rompimiento del espíritu de esperanza que género en amplios segmentos de la sociedad salvadoreña su triunfo en las elecciones presidenciales de hace un poco más de un año. Ese sentido de esperanza ha contribuido a que menos salvadoreños decidan emigrar como manera de escapar de las condiciones de inseguridad económica, social y política que siguen siendo una realidad.
Es crucial que El Salvador regrese a una ruta más civilizada para dirimir las diferencias entre los diferentes órganos de Estado. Como una red de organizaciones lideradas por migrantes en los EE. UU., cuyos líderes conocen la migración forzada por conflictos e inestabilidad política, instamos a la administración Bukele, a los demás órganos de Estado, a la sociedad civil y a otros sectores interesados en el bienestar del país a buscar soluciones a través del diálogo, que permitan construir un país donde menos personas tengan que huir para encontrar bienestar y prosperidad.
(*) Oscar Chacón es líder de Alianza Américas (EEUU)