Independientemente de los saqueos, robos y despilfarros millonarios atribuidos a los malos políticos, no menos grave aún es su burla y desprecio a la dignidad e inteligencia de los salvadoreños, quienes hasta hoy parecían conformes y anuentes a los designios y las acciones de esos políticos, pese a que algunas veces fueron muy evidentes sus argucias y, peor aún, sus justificaciones, convertidas al final en tremendo descaro.
¿Descaro? Pues, sí. Si descaro se define como: “Desverguenza, desfachatez: hablar, obrar con descaro…” (Larouss-Diccionario Enciclopédico, Tomo I, México DF), no queda de otra que aceptar que muchos de los desaguisados de los políticos -más destacados los de la Asamblea Legislativa (AL)- caen en la definición de descaro, por mucho que se intente darles otra connotación idiomática.
Parafraseando a Hamlet: “Algo huele a podrido en la Asamblea…”, algo -mucho- que siendo un secreto a voces, ahora se ha destapado y denunciado hacia los cuatro rumbos, como evidencia del más grande descaro político conocido, según revelaciones de distintos medios de comunicación y expresiones hasta de los mismos protagonistas. Y es que, si intentar engañar al pueblo honrado es acción insultante de los políticos, peor resulta que le roben el sudor de su frente, haciendo piñata sus impuestos, mediante componendas entre “cheros y correligionarios”
Todos los nunca se llegan. Y así -aunque apenas como punta del iceberg- algunas revelaciones al pueblo honesto, llegaron: la ex diputada Cristina López, aceptó su nombramiento en plaza fantasma con salario mensual de Dos mil ($2,000) dólares, como “asesora” del Partido de Concertación Nacional (PCN), desde mayo 2019, sin trabajar ni un minuto, pues reside en USA. Y lo peor, los más altos dirigentes -contrario a lo denunciado por López- dicen que “creían” que, durante los 8 meses, ella “cumplía asesorando” y que hasta hoy “se dieron cuenta” de que ya vive en USA (¿?). Descaro diputadil; y falta averiguar quién la nombró y quién le hacía la remesa a la inversa ES-USA. Ah! y averiguar también sobre otros ex diputados del PCN, devengando jugosos sueldos sin llegar a la A L más que a cobrar, según reveló la misma ex diputada López. Solo queda esperar que se deduzcan responsabilidades.
En los demás niveles de la AL, como en los otros órganos del Estado, también hay tela que cortar, falta ver si existe voluntad política para investigar, aun cuando, falsamente, en algunos casos se califique como “persecución política” toda “persecución penal”, creyendo impactar en la población a favor del perseguido. “Eso era antes, hoy ya no”, dijo un ciudadano asistente a un foro sobre el tema.
Cuando se cuestiona judicialmente a un político del más alto nivel, de suyo es una acción política, pues cualquier alto funcionario del órgano que sea -especialmente de la AL- pertenece a un ente político por excelencia; pero, por el otro lado, si con pruebas, contundentes o o no, ya hay una o más órdenes de captura, aunque el perseguido alegue “persecución política”, lo que hay es “persecución penal”.
Por eso estamos como estamos. Un largo camino de estafa a su dignidad ha sufrido el pueblo salvadoreño. Pocos son los casos conocidos, pero por algo se empieza. Falta que se indague la procedencia de fondos para algunas residencias y casas de playa (Planes de Renderos, Bahía Dorada, San Diego…). Si todo resulta en orden, pues que bien y nada que temer.
Difícil para un amigo o para un correligionario leal estar en ese ¿será o no será? el delito de ese amigo o correligionario. Y si es, exponerse a verse “untado” si, por equivocación, lealtad o buena fe, va en defensa precipitada del indiciado. Y aparte de eso ¿qué pensarán los hijos, parientes y amistades…? Pues, cada quien con su prudencia o decisión.
“Ver una injusticia y no combatirla es cometerla”, dijo el poeta y patriota cubano José Martí. Las instituciones jurídicas, cumplen con su deber. Razón es que se les permita profundizar en las investigaciones de tantos casos de corrupción denunciados, y otros que irán saliendo, para efectividad de la justicia y tranquilidad del pueblo salvadoreños.