La masacre ocurrida en el bar Puse gay, ubicado en Orlando (Florida), Estados Unido, no solo ha dejado un rastro de luto, miedo y angustia por la muerte de 49 personas, sino también el reto de hacer valer el respeto por los derechos de la diversidad sexual en ese país y en el mundo, dijo Paty Hernández, una mujer transexual salvadoreña que radica en Washington.
La masacre que dejó 49 muertos y más de 50 heridos fue cometida, según las autoridades estadounidenses, por Omar Mateen, un hombre que el FBI conocía por simpatizar con el terrorismo y que había sido previamente investigado.
La activista de la Casa Ruby, señaló que actualmente se vive con “mucha consternación, con mucha rabia porque esta masacre sucedió un día después de la marcha en Washington, y al día siguiente se realizó anualmente se realiza se vivía con ambiente sombrío y amargo”.
Expresó a ContraPunto que ese acto ocurrido la madrugada del domingo deja en evidencia la intolerancia y el irrespeto que existe contra la diversidad sexual y aclaró que si bien la masacre es un caso extremo y no había sucedido “la violencia y muerte no es aislada por que en este país sigue la violencia y hay mucha intolerancia (“¦) día a día hay muchos que están muriendo”, agregó.
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Dijo que “es indiscutible que hemos avanzado en materia jurídica en algunos países occidentales y, puntualmente, en algunos países de Latinoamérica sobre la protección de las personas de la diversidad sexual. Sin embargo, la sociedad y las leyes no van de la mano, la sociedad aún identifica a las personas LGBT como ciudadanos inferiores”.
Lo ocurrido en Orlando marca un antes y un después para la comunidad LGBTI, según Hernández, porque se trató de una masacre sin precedentes y con saña; misma que debería replantear en Estados Unidos las políticas del uso de armas y oros tipos de leyes que garanticen la seguridad. Además porque el terrorismo ha tocado siempre a la población general pero hoy nos tocó de cerca y de una manera horrible y hace que salte la alerta de que la comunidad LGBTI es vulnerable ante extremistas y fundamentalistas en los Estados Unidos.
La activista expuso que el dolor de las muertes y la intolerancia no es un hecho solo de un país, sino de todos, recuerda como ella tuvo que huir de El Salvador por ser víctima, en reiteradas ocasiones, de amenazas contra su vida sin que las autoridades hicieran algo por salvaguardarla.
“La diferencia de aquí y de mi país es que aquí se preocupan por nuestra seguridad y hasta el presidente se pronuncia, en El Salvador han asesinado a muchas personas trans y nuestro presidente jamás se ha pronunciado”, recalcó.
Aseguró que ella junto a más activistas continuarán dando “voz a la realidad que vivimos las personas LGBTI”; y, por otra parte, evidenciado que desde todos los sectores de la sociedad existe la necesidad imperante de promover la igualdad y el respeto de los derechos humanos de las personas LGBTI porque este es un reto pendiente en Estados Unidos y en El Salvador.
Hernández concluyó que así “como hemos sobrevivido a tantas cosas, hoy nuestra comunidad saldrá adelante porque el amor puede más que el odio y eso lo hemos demostrado por muchos año”.