#LaIncomoda #SiempreIncorrecta
“El conocimiento se construye con razón, pero también con pasión y emoción” (Flores, H. 2015)
Estudiar para mí siempre ha sido un reto conmigo misma, pero también mi pasión. De pequeña, en el colegio de monjas donde estudié por 10 años desde los 4 años, descubrí el amor por bailar, actuar y recibir buenos comentarios a mi desempeño. Añoraba estudiar en un lugar mixto, pero amaba el ser parte de un espacio que me enseñaba que el amor tenía rostro de mujer e indígena, soñaba con aprender a escribir poemas y a bailar algo diferente al ballet, pero amaba las noches con la sensación de haber compartido mi devoción espiritual con otras personas.
En tercer grado el colegio se quedó en ruinas por el terremoto que yo presentí en el año 86. Estaba tan clara que algo terrible iba a pasar, que desde las 8 de la mañana estuve en la enfermería inventando un dolor de estómago para que me llegara a traer mi mami. El proceso de construcción y reconstrucción del colegio fue doloroso e incómodo, caluroso y estresante. Ya no teníamos el auditorio para actuar y bailar, desapareció la biblioteca a donde iba a leer cuentos en recreo y tampoco la capilla donde iba a encontrarme conmigo misma cuando me sentía sola. Nunca entendí por qué había niñas tranquilas pero que no destacábamos por notas ni por aportes a la comunidad educativa de parte de nuestras familias. Era un colegio al cual nunca tenía que haber ido según mi origen, pero el amor de mi madre y su legado para mí estaban puestas en ese estudio.
Después de mucho analizar mi situación, logré que mis hermanas y yo cambiáramos de colegio, con muchos niños y niñas, y con una visión de la realidad que me hacía sentir más clara de mis inquietudes y confusiones, por lo menos me hacía sentir normal.
Nunca he sido brillante bajo ningún modelo educativo, a mí no me ha servido de nada estudiar, a mí lo que me ha servido es querer ser mejor persona y hacer el intento de aprender a serlo, o aprehenderlo… eso creo yo. No tengo dinero, nunca he sido estudiante destacada, mi dislexia extraña y mi forma de escribir al revés me han dado problemas serios, así como mi personalidad nada “femenina” para algunos ámbitos.
Sin dinero y sin genialidad académica, soy feliz estudiando, bailando y compartiendo lo que hago con quienes me rodean. Nunca me ha hecho falta nada a pesar de las coyunturas sociales y económicas. Si estudiar fuera una obligación, a mí no me serviría de nada. Aprender es mi pasión.