El debate político acerca de la necesidad o no de un mecanismo internacional que combata la corrupción y la impunidad en El Salvador, no es de ahora… Tiene ya su rato y viene de los organismos que se crearon en Guatemala y después en Honduras.
Desde la sociedad civil hay un consenso de su necesidad pero se reitera en que sea un mecanismo independiente y auxiliar de los órganos de justicia, especialmente de la Fiscalía, pero con incidencia en los tribunales. No sustituto de los órganos estatales, sino auxiliar (y una especie de talleres teórico-práctico), de lo contrario nuestras entidades continuarían en su mar de deficiencia, partidarismo y corrupción.
En ocasiones nos damos cuenta que las personas que llegan a las instituciones muestran voluntad y hacen declaraciones acerca de las acciones que quieren emprender, pero luego se topan con volcanes de obstáculos a resolver: instituciones en quiebra, deuda judicial, deficiencia, inefectividad y triquiñuelas por todas partes que hacen imposible la buena operatividad de la justicia.
Aquí, de pronto los políticos que estaban a favor de una CICIES (Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad en El Salvador), se han puesto en contra porque creen que "se les pasará la cuenta". Y los que están a favor estiman que ellos estarán "blindados". Todo es un "cálculo político".
La CICIES o una CICIES independiente y auxiliar de los órganos de justicia es una necesidad para vencer precisamente la impunidad y la corrupción histórica, endémica, flagelos que muchos dicen estar en el ADN del sistema político.
Tenemos que como sociedad apuntalar este mecanismo y debe ser como la justicia: debe ser pareja. Que ayude a resolver el pasado, el presente y el futuro. Y que al final, nos sintamos orgullosos de heredar a las nuevas generaciones, una nación limpia de corruptela.