martes, 16 abril 2024

Cuatro causales por la vida

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En varias ocasiones me he referido a la problemática del aborto, no porque sea uno de mis temas preferidos, sino porque considero que es una necesidad urgente garantizar el derecho que tenemos las mujeres a decidir sobre nuestros cuerpos y vidas, no solamente en mi paí­s –Guatemala- sino también en otros paí­ses, sobre todo de la región de América Latina y El Caribe; y particularmente de Centroamérica, donde en los últimos años, este derecho ha sido altamente restringido. Incluso algunos paí­ses prohí­ben el acceso a métodos anticonceptivos de emergencia, por considerarlos “abortivos”. Nada más lejos de la realidad. Sin embargo, sigo creyendo que existe una gran cantidad de analfabetas sexuales en nuestros paí­ses, porque nunca se ha garantizado tampoco el acceso a una educación integral que nos permita obtener el conocimiento cientí­fico y adecuado sobre sexualidad.

Mientras continúo escribiendo estas lí­neas, miles de mujeres en Centroamérica están muriendo por realizarse abortos en condiciones de riesgo y en la clandestinidad, por no tener el acceso a servicios de aborto legal y seguro. Parece que aún no ha quedado claro que prohibir el aborto nunca ha logrado evitar que se siga practicando, como tampoco es cierto que, si el aborto se despenaliza o legaliza, al otro dí­a todas las mujeres vamos a salir corriendo a abortar. Nada más ridí­culo que eso; y sin embargo, ese es el discurso de muchos de los grupos anti-derechos que ahora están difundiendo por todas partes sus magní­ficas ideas retrógradas sobre nuestros derechos sexuales y derechos reproductivos.

Anteriormente, escribí­ un texto donde hací­a referencia al caso particular de El Salvador, donde existen altas restricciones para que las mujeres puedan acceder a servicios de aborto seguro. La Asamblea Legislativa en 1998 eliminó las tres causales en las que el aborto era permitido en ese paí­s, negando así­ la posibilidad a las mujeres de poder interrumpir un embarazo, sea por la razón que sea, incluyendo la violencia sexual o inviabilidad fetal.  Esto ha tenido resultados horrorosos, como fue el caso de Beatriz, a quien el Estado salvadoreño puso en peligro como resultado de su embarazo, obligándola a llevar adelante todo el proceso de gestación y a parir un niño que murió horas después. Además, están los casos de todas las mujeres que han ido a prisión debido a la penalización del aborto: el caso de Evelyn y Teodora son bastante ilustrativos.

Desde hace tiempo, diversas organizaciones de mujeres y feministas salvadoreñas han estado luchando por exigir al Estado la despenalización del aborto en cuatro causales: cuando la vida y la salud de la mujer corran peligro; cuando el embarazo sea fruto de violación sexual o trata de personas; cuando exista una malformación del feto que haga inviable la vida fuera del útero; en casos de violación contra menores de edad o estupro (relaciones sexuales de adultos con menores de edad).

En este momento queda en manos de la actual Asamblea Legislativa de El Salvador el despenalizar el aborto en esas 4 causales. Personalmente, creo que serí­a la mejor herencia que podrí­an dejarle a las niñas y mujeres salvadoreñas: una legislación a favor de sus derechos humanos y, sobre todo, a favor de su vida.

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Karen Molina
Karen Molina
Columnista Contrapunto
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