Carla Ayala, Rosa Bonilla, Elsy Cornejo, Karla Turcios y Jocelyn Abarca son algunos de los nombres de las 227 mujeres víctimas de feminicidios en el país en lo que va del año. Las cifras presentadas por las autoridades evidencian que al menos una mujer es asesinada al día en El Salvador.
Entre enero y julio del 2018 se registraron 227 feminicidios, de acuerdo con datos de la Policía Nacional Civil (PNC). La muerte de estas mujeres fue ocasionada por motivos de odio o menosprecio por su condición de mujer, característica principal de un feminicidio.
Desde la “declaratoria de emergencia” por asesinatos de mujeres en el país, realizada por la Presidencia en mayo de este año, la Fiscalía General de la República (FGR) creó la Dirección Nacional de la Mujer. Anteriormente, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y la PNC realizaron esfuerzos similares al de la Fiscalía.
La Corte creó en 2017 los Juzgados Especializados para una Vida Libre de Violencia y Discriminación para las Mujeres; y la Policía desde 2011 fundó la Oficina de Denuncia y Atención Ciudadana UNIMUJER-ODAC. Ninguno de estos esfuerzos interinstitucionales ha logrado disminuir la cifra de feminicidios en el país.
Ana Elena Badilla, representante de ONU Mujeres en El Salvador, advirtió que es importante revisar cuáles son las estrategias que las entidades gubernamentales han utilizado para enfrentar los asesinatos de mujeres. “Por ejemplo, las competencias institucionales y cómo está cumpliendo cada institución con su responsabilidad”, manifestó.
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El índice de feminicidios en el país, en este momento, es de 13.4 por cada 100,000 mujeres, según declaraciones de Badilla. Esto es mucho más alto que el promedio de la región y se acerca a ser uno de los más elevados en el mundo.
La representante de ONU Mujeres explicó que la impunidad en la resolución de estos casos es un factor que incide en el alto índice de homicidios de mujeres en el país. “Cuando un feminicidio no tiene una adecuada sanción, esto es un mensaje que facilita que muchos otros hombres sigan cometiendo este tipo de delitos sin que haya consecuencias”, explicó.
La Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV) es el instrumento legal que reconoce y sanciona conductas misóginas, entre ellas el feminicidio y feminicidio agravado. Ambos considerados como la máxima expresión de violencia contra una mujer y la última etapa de la violencia de género.
El delito de feminicidio está regulado en el artículo 45 de la LEIV, el cual conlleva una pena de 20 a 35 años de cárcel. El artículo 46 lo tipifica como agravado cuando es realizado por dos o más personas, un funcionario público o una persona de confianza para la víctima. Este es castigado con penas de 30 a 50 años de prisión.
Desde la entrada en vigencia de la LEIV, en enero de 2012, el número de denuncias de feminicidio y feminicidio agravado ha aumentado con los años. Entre el 2015 y 2016, según datos del Instituto de Medicina Legal (IML), el total de homicidios de mujeres asciende los 1,097.
Dentro de las cifras de mujeres asesinadas se encuentran casos que aún esperan justicia, cuyos autores no llegan a ser condenados por el delito. El feminicidio siempre ocurre como el punto final en una serie de situaciones de violencia y las mujeres deben reconocer los signos de alerta.
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“Generalmente, un hombre feminicida, un hombre violento, es un hombre encantador. Socialmente no hay queja de él, le cae bien a todo mundo”, dijo en una entrevista radial la fiscal Graciela Sagastume, coordinadora de la Dirección Nacional de la Mujer de la FGR.
Las bromas hirientes, los celos enfermizos, las amenazas con objetos o armas o los abusos sexuales son algunas de las acciones que tienen los hombres feminicidas. Sagastume enfatizó que “no toda conducta violenta hacia una mujer es delito”. Por lo tanto, recomienda que las mujeres pongan extrema atención a “las antesalas de violencia, signos que deben leerse a tiempo para que no deriven en hechos delictivos”.
Para garantizar que las mujeres tengan una vida libre de conductas de odio y menosprecio en su contra, es necesario trabajar en la construcción de relaciones igualitarias y de respeto entre mujeres y hombres. Así como afirma la representante de ONU Mujeres en el país, la sociedad, en general, tiene la responsabilidad importante de educar a las nuevas generaciones en valores de respeto, igualdad y de no violencia.