Durante los últimos días, y con énfasis en la tercera semana de enero de 2020, muchos de los habitantes del Área Metropolitana de San Salvador (AMSS), manifestaron su malestar por estar recibiendo en sus hogares agua considerada potable, pero que no cumplía sus expectativas en cuanto a ser inodora, insabora e incolora; las redes sociales se inundaron de comentarios y videos de diferentes municipios de San Salvador que mostraban agua con colores desde blanquecino hasta diferentes tonos de café, y señalaban un persistente mal olor y sabor en el líquido.
Según un informe de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económica y Social (FUSADES), el agua es un recurso vital para el desarrollo del ser humano, no solo en su faceta biológica (como seres humanos cerca del 70% del cuerpo es agua), sino para el desarrollo de todo tipo de actividades económicas y sociales.
Lo ocurrido en los últimos días es, por tanto, una oportunidad enorme para que, como sociedad, los salvadoreños trabajen juntos en la búsqueda de mecanismos que garanticen que la población cuente con acceso a agua potable con características de calidad e inocuidad que no pongan en riesgo su salud, precisó la fundación.
De acuerdo con lo expuesto ante diferentes medios de comunicación por los representantes de la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA), el problema presentado de agua con olor y sabor atípicos, así como coloraciones no aceptables, provino del sistema de potabilización del Río Lempa, en lo que se conoce como Planta Las Pavas, y afectó varios municipios de San Salvador y La Libertad.
El Gobierno central ha señalado que el problema fue originado por el ingreso no previsto de algas en el sistema de potabilización, las cuales se acumularon en los tanques.
El presidente Nayib Bukele, reconoció en conferencia de prensa que no se dio la debida atención al problema de la contaminación del agua.
Durante la crisis, algunos funcionarios brindaron declaraciones señalando que el agua, aun con los problemas presentes, era apta para el consumo humano, lo cual generó aún más quejas de la población receptora del servicio.
De hecho, por estas declaraciones de la ministra de Salud, Ana Orellana y el presidente de la autónoma, Frederick Benítez, serán interpelados por los diputados el 15 de febrero.
Se ha de tomar en cuenta que los problemas de la calidad del agua potable en El Salvador en general y en el AMSS en particular, no son nuevos. Esporádicamente, y con relativa frecuencia, surgen quejas de diferentes comunidades en cuanto a la recepción del líquido con características que no cumplen con las expectativas esperadas. En esta ocasión la cantidad de la población afectada, así como la viralización del problema en las redes sociales, hizo reflexionar en la necesidad de tomar medidas que garanticen que acontecimientos de este tipo y magnitud no vuelvan a suceder.
Por ello FUSADES sugiere que es necesario el monitoreo del agua una vez ha recibido el tratamiento adecuado para su potabilización. Los resultados de este control de calidad deben transparentarse. La población tiene el derecho de estar informada, con facilidad y de forma rápida y clara, sobre cuál es la calidad del servicio que recibe.
También es importante contar con un verdadero control y monitoreo de las fuentes utilizadas para los procesos de potabilización del agua. Se debe tener en cuenta no solo el origen del recurso sino también sus características geográficas, su potencial de recarga y su calidad para la purificación. La mera existencia de una masa hídrica no garantiza que la misma tenga, en su estado actual, un potencial de consumo o su existencia en el largo plazo si únicamente nos dedicamos a la extracción, sin tomar medidas para su sostenibilidad.
El control de las fuentes debe ser una tarea conjunta de los entes de vigilancia oficiales y las comunidades receptoras de los servicios, con la presentación continua y transparente de datos que permitan a todos los involucrados conocer la calidad del recurso en todo momento.