Por Guillermo Russo Checa.
Ex Embajador de Perú en Canadá y Panamá
El contexto internacional anda agitado antes que asuma el nuevo Presidente de los Estados Unidos en pocos días. Sus inaceptables declaraciones sobre Panamá y su Canal, la afirmación que quiere comprarle Groenlandia a Dinamarca se suman a lo dicho en más de una oportunidad, el de querer incorporar a Canadá como el Estado 51 de los Estados Unidos.
En mi caso he vivido en los dos países, que admiro por sus democracias, ocho años en Nueva York de chico cuando mi padre trabajaba en Naciones Unidas y después como funcionario diplomático de nuestra Representación en NN.UU. y nueve años entre Ottawa y Montreal, que sumados al tiempo de permanencia en Toronto, con mi único hijo peruano-canadiense, he pasado 15 inviernos canadienses.
Cuando me preguntaban en los 90 cómo definía a los canadienses siempre decía que es el país “de los buenos leñadores”. ¿Por qué? Porque siempre los he visto como arduos trabajadores, solidarios, sencillos, defensores de los bosques, orgullosos de pertenecer a un país que está entre los primeros productores de papel del mundo, entre otras cualidades.
Cuando estaba en la Universidad en los 60 era un gran admirador de Pierre Trudeau como Primer Ministro de Canadá. Como olvidar el famoso apretón de manos entre él y Chou En Lai en Pekín, el hombre fuerte después de Mao Tse Tung. Es decir hace cincuenta y dos años.
Recordemos que hacía poco tiempo antes el encuentro de Kissinger con Mao Tse Tung en su visita secreta a Pekín, enviado por Richard Nixon a preparar lo que sería el gran encuentro entre La China revolucionaria y cerrada y los Estados Unidos en el siglo XX. Es decir, Oriente y Occidente se sentaban en la mesa a dialogar. Recuerdo la carátula de la revista desaparecida de LIFE , en el encuentro de Nixon con Mao Tse Tung, el banquete ofrecido con una mesa en L con 1200 platos distintos de toda la China.
Este país que históricamente ha sido refugio de perseguidos sin distinciones raciales, religiosas o políticas. Recuerdo que al visitar Cracovia a comienzos de esta siglo y hacer una parada obligatoria en Auschwitz, la que nos guiaba contó que el sueño de muchos que estaban en los campos de concentración (yo los llamaría de exterminio) era irse al Canadá donde podían encontrar la tan ansiada libertad para poder desarrollarse como seres humanos.
Con el tiempo comprendí aun mejor a este país. Cuando el Secretario General de Naciones Unidas, Embajador Javier Pérez de Cuéllar termina su segundo periodo decide donar todos los obsequios que había recibido durante su gestión como Secretario de la Naciones Unidas en sus dos periodos al entonces Museo de la Civilización de Hull ahora con el nombre de Museo de la Historia. Un periodista del Toronto Star le pregunta que porqué había realizado esa donación al Canadá, él contesta que ” porque es un país que admiraba”. Y cuando le pregunta el periodista por qué lo admiraba, como él que era de pocas palabras pero de fondo, agrega “es que es un país inclusivo dentro de la diversidad”.
Resulta muy difícil aceptar que dos países tan parecidos en idioma con una frontera de casi cinco mil kilómetros donde las principales ciudades como Vancouver, Calgary, Toronto, Québec y Montreal están a menos de 200 kilómetros de la frontera con los Estados Unidos quiera uno conquistar al otro. Inimaginable. Están ambos en la OTAN. Así como son miembros plenos en la OEA. En fin es mucho más lo que los une a lo que los separa. Pensar que lo quisiera convertir en el Estado 51 de los Estados Unidos. Inimaginable. Yo me quedo con lo mejor de los Cowboys: los que luchan por la justicia como Clint Eastwood en su famosa película de Lo Bueno, Lo Malo y lo Feo, que de una u otra forma expresa ese afán de justicia de los auténticos Cowboys que junto a los Leñadores del Canadá han hecho a ambos países grandes, y de los que nosotros lo latinoamericanos debemos aprender lo bueno de cada uno; y obviamente obviar lo malo como en el caso de los Estados Unidos donde existen casi 400 millones de armas a diferencia del Canadá donde están prohibidas.
Pensar que el Cardenal de Quebec casi es Papa cuando fue elegido el Papa Francisco. Esperemos como se dice en el Perú que la bravuconada del Cowboy no llegue a mayores ya que la región latinoamericana apoyaría sin miramientos al país de los leñadores para que no sean agredidos por nadie.
Le corresponden a estos dos grandes países bipartidistas ser los promotores a nivel mundial de la democracia, con todos los problemas que podamos tener que frente a las dictaduras es la mejor alternativa para el desarrollo civilizado e inclusivo..
Porque por encima de las palabras, los hechos. Canadá ese buen vecino que ahora mismo que prosiguen los incendios de Los Ángeles ha prestado su aviación civil contra incendios, aviación de Québec fabricado por el gigante industrial canadiense Bombardier. Porque Canadá es un país especializado en la industria de la paz así como también ese buen vecino siempre presto a echar una mano como lo demuestra ahora mismo, y que en el contexto de lo dicho por Trump, Canadá responde a sus palabras con hechos. Es esta filosofía del buen samaritano, del buen vecino, del leñador lo que hace a Canadá lo que es: un país inclusivo en la diversidad.