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Costa Rica, El Salvador Y La Ley De La Atracción

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En resumen: Yo sí creo que se puede hacer mejor las cosas que las naciones europeas. Pero solo de una forma: Unidos.

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¿Acaso alguien piensa que nos irá mejor que España, Italia, Alemania, Reino Unido, que Francia? ¿Acaso alguien piensa que nos irá mejor que los Estados Unidos” (Min? 8.03-8.14) esas fueron las palabras de Nayib Bukele, presidente democráticamente electo del Estado Constitucional de Derecho de la República de El Salvador. El contexto de las declaraciones, se dio en la conferencia de prensa que brindó el 17 de mayo del 2020. Entre líneas, el mensaje que Bukele envía a todos los salvadores es uno de inferioridad, que estamos por debajo de las capacidades de respuesta de esos países. La manera en como fue planteado, toca las fibras morales donde yacen la autoestima, la motivación y la sensación de propósito en una Nación.

Es un mensaje que se inspira de los discursos colonizadores, de una supuesta superioridad del europeo, del hombre blanco, del criollo (como diría un sabio que se llamaba Armando Bukele Kattán) por encima del mestizo, del latino, de aquel de origen nativo.  Esto es un fallo grande para el ciudadano que esta obligado levantar los ánimos caídos, a punto de ser derrotados de millones que cargamos la bandera de El Salvador. El contraste de su mensaje es enorme cuando se revisan los discursos que el sábado 16 de mayo regaló Barack Obama al mundo, en los que: inyecta luz en las tinieblas, alegría en la tristeza, y esperanza en la desolación.

En esas preguntas que plantea el presidente de la República de El Salvador (República implica la separación de los 3 poderes fundamentales), radica además, la diferencia con Costa Rica, la tierra del “eterno prestigio, estima y honor” como dice su himno nacional.  Si el presidente de la República de Costa Rica, Carlos Alvarado, hiciera las mismas preguntas a su Nación, la respuesta sería contundente: “¡SÍ! Si creemos que en Costa Rica se harán mejor las cosas”. No solo por el hecho que en efecto se han hecho mejor las cosas, que todo el mundo lo ha reconocido: la BBC, por ejemplo, la entronizaba como un ejemplo mundial. Prueba de esa capacidad de hacer bien las cosas, está en la invitación a formar parte de la OCDE (el club de las naciones desarrolladas).

¿Pero de dónde viene esta forma de enfrentar la vida? Son varios factores que van desde la falta de ejercito, la ausencia de guerra civil, la inversión en la educación, la ausencia de extremos problemas de violencia, entre otros. Pero sobretodo, en la actitud de no cuestionar su capacidad, considerar su importante rol en el mundo y creer que se puede hacer cosas grandes. Esto se refleja en tan diversos aspectos de la vida: desde el joven futbolista que saltó de un club en Saprissa hasta el podio de la Champions League con el Real Madrid, convirtiéndose en la leyenda de Keylor Navas; en la Costa Rica que hace historia en el mundial del 2014; en Franklin Chan y sus proyectos aeroespaciales; en su capacidad de atraer millones de dólares de inversión para desarrollar sus rincones. La magia de los ticos, están en que creen en ellos. Siempre el primer paso será creer. Si crees que puedes hacerlo, ya vas por buen camino. Si crees que no podrás, ahí tienes tu respuesta de porque no salen las cosas. Esa creencia, es la esencia de lo que atraen: prosperidad, inversión, turismo, salud, seguridad… Es impresionante la mística nacional que existe. Como todo lugar, no es perfecto, pero que bien que se vive en un país sin miedo y con respeto al estado de derecho.

El Salvador, debe regresar a inyectar esa mística de creer que se puede salir adelante. Al inicio de la presidencia de Bukele, se sintió esa mística, sobretodo ante los impresionantes logros en sus giras en el medio oriente. En lo personal, me sentí orgulloso de ser salvadoreño y presenciar como levantaba, con acciones, la marca país. Esa mística se perdió el 9 de febrero, pero se puede recuperar. Aún se puede enmendar.

Nuestra historia, tenemos a muchos ejemplos de peso para justificar que esa mística ha estado presente en nuestra tierra: José Gustavo Guerrero, primer presidente de la Corte Internacional de Justicia; Arturo Castellanos, Cónsul de El Salvador en Suiza, héroe del holocausto condecorado como “Justo entre las Naciones” por salvar la vida de más de 40 mil judíos; Andre Guttfreund, único centroamericano en ganar un premio Óscar. Sin dejar a un lado una gran cantidad de empresarios, pensadores, periodistas que están haciendo las cosas súper bien.

 En resumen: Yo sí creo que se puede hacer mejor las cosas que las naciones europeas. Pero solo de una forma: Unidos. Sin resentimientos. Sin enojos. Con respeto. Sin insultos. Sin señalamientos. Sin conflictos de interés. Sin buscar algo más allá que una retribución justa (no todos pueden ser “ad honorem”; ni todo ganar 8 mil dólares). Las respuestas tienen que venir amparadas, más que en sentimientos, en bases científicas, dejando a un lado lo anecdótico y las políticas de terror.

 Lo que se debe hacer, es aplicar un poco de sabiduría popular “zapatero a su zapato” y empezar a administrar los talentos de los diferentes rincones del país (y el exterior), para lograr respuestas contundentes en materias de salud y economía. Un primer paso esta en la reconstrucción de los puentes con la Academia, el sector empresarial y el Colegio Médico. Con el fin de incorporar el plan de reactivación económica preparado por INCAE Business School (considerada por muchos como la mejor escuela de negocios de América Latina), las oportunas sugerencias del Colegio Médico, los aportes técnicos del Observatorio Covid19 liderado por Universidad Francisco Gavidia, FUSADES, ESEN y otros que han lanzado el sitio web:  https://observatoriocovid19.sv. La respuesta no puede ser quedarnos en casa hasta que aparezca una vacuna. Pues el remedio, puede terminar siendo más grave que la enfermedad.

(*) El autor es abogado salvadoreño-costarricense, director de HDuarte Legal

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Herman Duarte
Herman Duarte
Abogado y analista

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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