La familia Suriano ha tenido que racionar los 3 tiempos de comida en el hogar a consecuencia de la carencia de alimentos y el incremento de los costos de los granos básicos desde que se impuso el confinamiento obligatorio por el covid 19.
Esta familia se dedica a cultivar maíz y frijol para sobrevivir y cuando tiene oportunidad la joven Rosa Suriano con 6 meses de embarazo, hace trabajos domésticos esporádicos a sus vecinos para colaborar con el hogar nos comenta.
“Habitamos seis en el hogar, siempre cocinábamos una libra de arroz, ahora no, si tenemos una libra de arroz, solo cocemos una media libra de arroz, en un tiempo de comida, pero ahora se ha escaseado con esta situación (pandemia), que no podemos salir a trabajar, las cosas están demasiado caras y no hay ingresos”, manifestó la joven Suriano.
El impacto del covid19 desnudó las desigualdades sociales que viven las comunidades rurales del país, explicó Karen Ramírez, miembra del Programa de Respuesta Humanitaria de la organización Pro Vida.
“Quizá aquí no hay tanto miedo, aquí lo que hay es hambre, ahora es urgente llevar el alimento a estas familias, para ello es fundamental la participación y acompañamiento de organizaciones como OXFAM para poder dar una oportunidad de un mundo más justo y lograr rehabilitar a estas comunidades de Tacuba”, señaló Ramírez.
Esta es la cruda realidad de las familias del municipio más pobre y con los niveles más altos de desnutrición infantil en El Salvador.
Las comunidades rurales salvadoreñas están padeciendo dificultades para abastecerse de alimentos a consecuencia de los impactos colaterales de la epidemia del virus y de los daños del paso de la tormenta tropical Amanda.
Las comunidades del municipio de Tacuba son una de las mas afectadas porque las lluvias provocaron pérdidas de los cultivos cosechados de los cuales dependían para comer los próximos meses.