viernes, 12 abril 2024
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¿Compraste la licencia o te la vendieron?

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"Hay desconocimiento de la normativa de tránsito", hay un "mal estado de las calles, la falta de tapaderas de las alcantarillas, los árboles que tapan las señales, los semáforos ubicados deficientemente" y distracciones, dice Nelson Rojas.

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Por Nelson López Rojas


Un chiste de señor que me gusta hacer cuando me estaciono correctamente en espacios difíciles es decir “para que veas que no compré la licencia… ¡me la vendieron!”. Sin embargo, este chiste pierde la gracia cuando, a diario, los noticieros advierten de un nuevo accidente de tránsito y nos imploran evitar la calle tal para no colaborar con el caos en la zona. ¿Es mi percepción o han aumentado los accidentes? En tan solo el primer mes del año, claramente estamos caminando en la dirección equivocada.

He sostenido en innumerables ocasiones que si no hay consecuencias las cosas seguirán igual en El Salvador. Si las aceras son para los peatones y, en su lugar, los carros se parquean a merced, ¿no sería mejor que se use una grúa para hacer entender a los infractores? Si las carreteras tienen rótulos de velocidad máxima de 90 kph, ¿creen ustedes que una multita de $57.14 va a hacer mella en los bolsillos del dueño de esa Hilux? Cuando tenés dinero podés manejar como te dé la gana y no pasa nada. Si se sabe mundialmente que una línea amarilla indica la prohibición de sobrepasar, ¿por qué no hacer una redada en la Juan Pablo II para poner a todos esos motociclistas en un campo de concentración vial para su reeducación?

En las paredes del edificio de SERTRACEN tienen rótulos que rezan “no tenemos personal trabajando afuera”, pero de todos es bien sabido que los tramitadores, por una módica remuneración económica, te hacen el mismo trabajo de sacarte la licencia sin tanta vuelta. Ah, porque ese rotulito en las paredes no significa nada para los trabajadores de sus oficinas que conocen a los tramitadores y, por otra remuneración económica, hacen que las licencias salgan rápidamente.

Y yo soy producto de este sistema educativo mediocre, permisivo y sin consecuencias. Comencé a manejar autos a los 16 años sin licencia y sin experiencia en un carro viejo y sin las condiciones para circular. A los 16 crees que sos el Elon Musk de tu colonia por tener carro. Al comprar mi siguiente carro, con la experiencia adquirida con ese Opel Rekord 1961, hice los exámenes y saqué la licencia ante un examinador que probablemente desconocía las reglas o que hacía su trabajo porque no había otra cosa y me arrojaron a las calles a la buena de Dios.

Una década después, quise sacar mi licencia en Estados Unidos y, al haber pasado la prueba teórica con la nota perfecta, me dispuse a agendar la prueba de manejo. CINCO veces la fallé y en mi mente de pipil arrogante me dije a mí mismo: “mí mismo, si ya has manejado por tantos años en tu paisito, ¿cómo es posible que estos gringos no aprecien tu experiencia?” Fue aquí donde se me encendió el foco y me dispuse a comenzar un largo viaje de aprender a desaprender.

Hay desconocimiento de la normativa de tránsito, es cierto; pero también es cierto que hay muchos otros factores que contribuyen a tanto accidente. No solo es el mal estado de las calles, la falta de tapaderas de las alcantarillas, los árboles que tapan las señales, los semáforos ubicados deficientemente y sin sincronía y las intersecciones sin señales. También hay que hacer responsables a los borrachos que manejan irresponsablemente después de tomar en un bar que tiene todos los permisos para operar y vender alcohol otorgados por la alcaldía. Si hubiera policías afuera de cada bar para neutralizar a los ebrios nos evitaríamos muchas tragedias.

Las distracciones al volante por irse peinando, maquillando, arreglándose la corbata o viendo quién les dio like en las redes son también una amenaza. Si hubiera cámaras que capturaran esos momentos y si los infractores fueran multados tendríamos un accidente menos.

La gente juzga a los repartidores abusivos, pero todos queremos la comida rápido. Debemos entender que muchos de ellos son trabajadores necesitados y por ende sobreexplotados que necesitan hacer tantas carreras como sea posible para poder irse a casa con algún dinero que les alcance para sostener a su familia. Lo mismo ocurre con los taxistas, Uber e InDriver: son trabajadores endeudados por pagar el alquiler o la mensualidad del auto más la manutención de su familia que trabajan de 5 de la mañana a 12 de la noche y terminan accidentados por la fatiga del día.

Hay una gran distancia entre las aspiraciones de un país y la realidad en las calles en una urbe sin ley. No hay que retroceder en plena autopista porque así lo he hecho siempre, hay que aprender a desaprender y saber que de nosotros depende el orden que queramos tener. El VMT debe adoptar el uso de sistemas de advertencia temprana para los que violen la ley por la primera vez e intensificar medidas mucho más ambiciosas comenzando con la reeducación vial, la ordenanza de las señales y, por último, ejecutar consecuencias económicas y de suspensión de privilegios para conducir a los que, sin importar su posición social, infrinjan el reglamento.

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Nelson López Rojas
Nelson López Rojas
Catedrático, escritor y traductor con amplia experiencia internacional. Es columnista y reportero para ContraPunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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