Por Wilfredo Díaz / Texto y fotos
Cuando se habla de Geología y vulcanología, nos referimos a dos ciencias que están relacionadas a la naturaleza. Cuando hay un monitoreo constante de los fenómenos naturales, se podrían evitar desastres, más si hay volcanes activos, que puedan hacer erupción.
En la actualidad, hay dos formas de monitoreos de volcanes: Uno de modo continuos, lo cual registran datos de forma automatizada, directa o remota a un intervalo de tiempo determinado, Dos, el discreto, realiza mediciones en terrenos o áreas de estudio y fechas preestablecidas durante el año. Con esto se busca, entender el sistema volcánico, que permita el mejoramiento de las capacidades de pronósticos de activaciones volcánicas a futuro.
En 1912, Alfred Lothar Wegener, meteorólogo y geofísico alemán, fue considerado como el padre de la geología moderna, al proponer la teoría de la Deriva Continental, esto se refiere al desplazamiento de las masas continentales, lo cual son extensiones de tierra rodeadas por los océanos. Su campo de estudio fue la geofísica, meteorología y geología. Participó en la explicación del vulcanismo, revolucionando la percepción de los geólogos y vulcanólogos, porque unifica la mayoría de los fenómenos geofísicos.
Los vulcanólogos y geólogos para hacer su trabajo, utilizan técnicas importantes en diferentes campos como: el sísmico, geodésico, geoquímico, hidrológico y visual. En el campo sísmico se registra la dinámica del volcán a partir de los diferentes tipos de temblores que se generan, cuando el magma en su proceso de ascenso genera fracturamiento de rocas y activación de fallas locales.
El trabajo de estos profesionales, es importante y arriesgado, pasan momentos difíciles de todo tipo. Inhalan gases volcánicos, aunque utilicen trajes especiales. Merecen respeto, atención a sus necesidades y recursos de equipo para hacer su trabajo. Son incansables, caminan sobre terrenos, que hierven de agua que sale de las faldas del volcán. Constantemente, visitan esos lugares para recoger muestras y verificar lo que ocurre desde los volcanes.
Para comprender el trabajo, que hacen los vulcanólogos y geólogos de la Universidad de El Salvador, los acompañe a las fumarolas Los Infiernillos, ubicado en el cantón San Francisco Agua Agria del municipio de Guadalupe, departamento de San Vicente, a unos 52 kilómetros de San Salvador.
Llegamos al lugar y nos da la bienvenida el gigante dormido, Volcán Chichontepec, con una altura de 2,182 metros sobre el nivel del mar, es el segundo más alto del país. Es más conocido por tener fenómenos naturales como deslaves y un accidente aéreo como el de AVIATECA en 1995, que de hacer erupciones.
Caminamos entre las fumarolas, no puedes dar un paso en falso, esa agua está hirviendo. Nos acompañaban, estudiantes de la carrera de Ingeniería Geológica, vulcanólogos y geólogos del Alma Mater, quienes son clave para dar un análisis de la actividad volcánica. Mientras avanzamos sobre el terreno complicado, el doctor y coordinador de la carrera de Ingeniería Geológica de la Universidad de El Salvador, Miguel Hernández, hace un reconocimiento del lugar, para extraer muestras de rocas y analizarlas.
Sobre unas gigantes rocas, nos esperaban los especialistas en vulcanología y geología, Francisco Barahona, Agustín Hernández, Rodolfo Olmos y Rafael Zaldaña, cada uno de ellos darían una explicación técnica y científica sobre el tipo de gases, que hay en los infiernillos del volcán Chichontepec de San Vicente.
Monitoreando El Gigante Dormido, Volcán Chichontepec, San Vicente
“Estamos en las fumarolas, Los Infiernillos del volcán Chichontepec, recogeremos muestras de gases volcánicos, las analizaremos y veremos su comportamiento. Somos cuatro investigadores del Grupo de Investigación Vulcanológica de la Universidad de El Salvador GIV-UES. Actualmente, desarrollamos la investigación “Fortalecimiento del Programa de Monitoreo del Volcán San Vicente, en el Sector Norte a través de la Evaluación Difusa del Dióxido de Carbono (CO2 ) y la puesta en operación de una estación de monitoreo en Modo Continuo.” Desde hace años, venimos trabajando en este tema, para detectar y prever riesgos a partir de datos sobre el lugar,” afirma el maestro, Agustín Hernández de la Cruz.
Muchos creen, que el volcán Chichontepec está dormido y mientras la gente sigue pensando así, los científicos del Alma Mater, continúan recopilando datos, para conocer, entender y dar información a los salvadoreños, sobre su comportamiento.
“Este día, utilizaremos la estación de flujo de dióxido de carbono, aparato automatizado, que se hizo con la ayuda de Juan Carlo Pleitez, estudiante egresado de la carrera de Sistemas Informáticos de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente. Es un equipo portable geoquímico, que mide la concentración dinámica del CO2, está configurado para realizar medidas cada hora y enviar datos a la estación central, ubicada en el campus universitario.”
“Para hacer la medición del CO2, se introduce una sonda especial a unos 50 centímetros de profundidad del suelo. Esta succiona el gas y de inmediato se activa el sensor para tener un resultado del parámetro buscado.”, asegura el docente y vulcanólogo, Rodolfo Olmos, de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente.
Con el programa de Monitoreo Continuo del volcán de San Vicente, este equipo de científicos busca encontrar patrones de comportamiento en las emisiones de gas, hasta establecer indicadores previos a un evento eruptivo. La importancia de la búsqueda del CO2, radica en que los volcanes lo emanan durante las erupciones o cuando el magma subterráneo se acerca a la superficie y lo canaliza a través de grietas, rocas, suelos porosos y del agua que alimenta lagos volcánicos y manantiales termales.
“Explicare el proceso de cómo se detecta el flujo de CO2, utilizando el método de la cámara de acumulación. En primer lugar, encendemos el equipo desde la computadora portátil, activamos la bomba de succión de gas al sistema de medida, luego colocamos la cámara de acumulación en la superficie del suelo donde queremos medir el flujo, garantizando que no haya entrada ni salida de aire en el contacto entre cámara y suelo de esta manera y a través de un proceso científico se obtiene el flujo de dióxido de carbono en el punto estudiado. Esto nos ayuda a construir una línea base y si en algún momento estas indican anomalías, podría ser un indicativo de una posible erupción.”
“La exposición de gases volcánicos, puede generar efectos difíciles para la salud. Estas varían de leves a graves y ocasionalmente, pueden llegar a ser letales. Los efectos dependen del tipo y concentración del gas en el aire; segùn el tiempo de exposición y la sensibilidad de la persona puede causarle asfixia.”
“Como equipo, consideramos que ya es tiempo que se institucionalice este trabajo a través de un centro de investigación dentro de la UES, para tener mejores condiciones y avanzar en las investigaciones. Estamos centrados en la creación de una red nacional de monitoreo continuo, para tener información en tiempo real. Tenemos una larga trayectoria trabajando juntos en temas relacionados de gestión de riesgo.” concluye el físico, vulcanólogo y docente, Francisco Barahona de la Universidad de El Salvador.