martes, 3 diciembre 2024
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Avanza la militarización

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"La relación entre las Fuerzas Armadas y la presidenta de México, sigue el mismo patrón del gobierno anterior": Rubén Aguilar Valenzuela.

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Por Rubén Aguilar Valenzuela.

El pasado 21 de octubre, desde Puerto Progreso, Yucatán, la presidenta y comandanta de las Fuerzas Armadas, Claudia Sheinbaum, anunció que durante su gobierno los proyectos de construcción más importantes que se impulsen en la Península de Yucatán, estarán a cargo del Ejército.

Como su antecesor, asume que las Fuerzas Armadas son una gran empresa constructora al servicio de Palacio Nacional. Señaló que antes de que termine el año, se van a iniciar los trabajos del puerto de altura de Puerto Progreso que van a durar tres años. La Marina es la que va a iniciar el proyecto con el dragado del puerto. El secretario de la Marina, almirante Raymundo Pedro Morales, anunció que se utilizarían dragas especiales ya en poder de la dependencia.

La conexión del Tren Maya con el puerto de altura será responsabilidad del Ejército, dijo el secretario de la Defensa, general Ricardo Trevilla Tejo. Para realizar el trabajo se va a contratar mano de obra local y se van a adquirir los insumos necesarios con proveedores de la región, para impulsar el desarrollo regional. La dirección del proyecto estará en manos del Ejército.

Ya el cuatro de octubre, la presidenta había anunciado, siguiendo la línea establecida por su antecesor, que el Ejército y la Marina continuarían a cargo de los grandes proyectos de construcción estratégicos para el país. Las Fuerzas Armadas, por decisión de quien las encabeza, se siguen consolidando como grandes constructoras al servicio del gobierno.

En Puerto Progreso, la presidenta dijo sobre las Fuerzas Armadas que: “Las seguiré convocando para seguir apoyando en la construcción de grandes proyectos estratégicos como los trenes de pasajeros y más puertos en nuestro país”. Y dirigiéndose al secretario de la Defensa y al secretario de la Marina les planteó: “Van a seguir siendo los tiempos de hazañas pacíficas del pueblo de México y sus Fuerzas Armadas”.

Ante las palabras de la presidenta, el general de la Defensa le dijo: “Puede estar segura que, acorde con sus instrucciones, continuaremos atendiendo cualquier contingencia que se presente y aportando a la Nación en la construcción de vías férreas, carreteras, hospitales y todo de obra que contribuyan al progreso del país”.

El secretario de la Defensa, como su antecesor, asume que el Ejército no solo es ahora una gran empresa constructora, que maneja miles de miles de millones de pesos, de los que no da cuenta, sino que también se ofrece como una secretaría mil usos a disposición de Palacio Nacional. La “distorsión” de la concepción y tareas que realiza el Ejército, que inicia en el gobierno anterior, continúan en este. Hay un acuerdo entre el secretario de la defensa y la comandanta en jefe.

La relación entre las Fuerzas Armadas y la presidenta, también comandanta en jefe, sigue el mismo patrón del gobierno anterior. La militarización de la administración pública avanza y se profundiza. Ahora se ve como algo “normal”, pero no lo es. ¿A cambio de qué se sujetan las Fuerzas Armadas a los antojos de Palacio Nacional?

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Rubén Aguilar Valenzuela
Rubén Aguilar Valenzuela
Columnista y analista de ContraPunto. Doctor en Ciencias Sociales, con una Licenciatura y Maestría en Sociología y Estudios de Desarrollo Institucional; exfuncionario del gobierno mexicano.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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