Ada Membreño, Pdta. Asoc. Cultural Kuskatan El Salvador
Sub Coord. Fed. Intel. De Escritoras y Escritores por la Libertad
Sub Coord. Plataforma Centroamérica de Escritores y Artistas Morazanistas
Miembro del Staff de Voces del Viento Editores
Voces de Kuskatan, Palabra Sobreviviente —la antología—. Es un proyecto literario, que inició en enero de 2024, con la recopilación y selección de textos poéticos, autoría de los miembros y amigos de la agrupación de escritores, artistas, intelectuales, y gestores culturales salvadoreños; que, debido a su—identidad ancestral— fue nombrada “Asociación Cultural Kuskatan”.
El proyecto se inaugura en el presente año, con la edición de la primera, de una serie de obras que serán editadas y publicadas cada año. La compilación, edición, dirección del libro, está a cargo de mi persona y de Voces del Viento Editores. El prólogo fue realizado por el escritor, historiador, y lingüista, Rafael Lara-Martínez. La portada del libro, es la imagen de una pintura, autoría de nuestra compañera artista, poeta, cantautora y embajadora cultural, Patricia Zuleta. Trabajan en la organización de presentaciones y gestión de espacios, nuestras y nuestros miembros: Dra. Beatriz Nájera, Lic. Martha Arias, Lic. Eva Ortiz, Gestora Cultural Joselyn Guillen, Lic. Elizabeth Torres, Embajadora Cultural Patricia Zuleta, Lic. WIlians Amaya, y mi persona Ada Membreño.
El objetivo de la obra, es ofrecer al lector un ramillete de contenidos, en la diversidad de voces, que la conforman. Es importante, advertir, que el “yo lírico” y “yo poético”, de los autores, puede desencadenar una explosión en nuestra percepción, dadas sus agudezas, su cordura, su —dilecta locura— que tienta a internarse en ella, encontrar la coincidencia con sus mundos naturales, maravillarse en ello, y hasta asumir el sufrir sus causas. Desde la primer muestra poética, nos mantendremos atrapados en la palabra; tan fascinante, como instigadora de: Jesús Pacheco, Roberto Ramírez, Ario Salazar, Beatriz Nájera, Mario Castrillo, Santiago Vásquez, Francisco Blandón, Mercedes Cañadas, Eva Ortiz, Carlos Bucio, Ixbalanqué Guevara, Noemí Amaya, Fabricio Cortéz, Aquiles Mendoza, Tito Amaya, Antonio Aguilera, Patricia Zuleta, Sandra Barrios, Williams Amaya, Elizabeth Torres, Juan Quintanilla, Luis Peñate, Claudia Chaves, Martha Arias, Roberto Mendoza, Georgina Pérez, Joselyn Guillen, Claudia Lorena, Cecilia Castillo, Esmeralda Sosa, Rubén Alemán, Enoc Rivas, Rosabel Trigueros, Javier Urrutia, Raquel Cañas, y Danilo Vásquez.
La enunciativa voz, al inicio, realiza en primera persona, la descripción poética del típico paisaje salvadoreño con su dinámica natural, dicha voz narrativa, aparece nuevamente, a mediados y finales de la obra, sin abandonar la protesta, por el descuido y contaminación de la cual es objeto. De igual manera, la insigne poesía filosófica, voz, que inmediatamente nos presenta un dilema tan profundo como la poesía misma. Seguidamente leemos la palabra que sigilosamente levanta los velos, y expone lo oculto, justo preámbulo para la voz que “denuncia”. En éste entendido hablamos de literatura crítica, desobediente a las imposiciones sociales, políticas y económicas, en otras palabras: poesía de realismo social, independiente y libre, la cual tuvo su punto de partida en el surrealismo, corriente que se originó, después del Dadaísmo, en (1916). Desde entonces; el arte poético, ha estado comprometido con las causas populares, registra y comunica la historia, a esta voz, no le es impórtate detenerse en aquellas “relaciones románticas” entre lo —bueno, lo bello— o las sujeciones de entretenimiento, propias del pasado clásico, sino que se concentra en el aquí, el ahora, identidad, y causas, observa los aciertos y desaciertos del sujeto histórico, esta voz, es claro ejemplo de la ruptura del poeta, contra el silencio. Asimismo, encontramos la voz, en segunda persona, cuya actitud lírica apostrofica es notoria en poemas que interpelan, e inquietan. También se registra en el libro, la dulce poesía Carminica“, con su emotiva expresión desde su subjetividad en cada verso, donde impera la primera persona, el —Yo—. Cabe mencionar la pretensión que bordea en mi mente /Comunicar quienes somos, qué sentimos, qué hacemos, hacia donde vamos y porqué/, hablo en nombre del grupo, mismo protagonista de la coyuntura cultural salvadoreña y de la región centroamericana, desde luego; que, escribo ahora, y en el alma de mi pluma, va intrínseco mi dolor ancestral. Pues he de subrayar que, treinta y cinco poetas Kuskatan-Es-, y dos poetas Lencas, descendientes de komisaguales, es el dato que me impulsa, en éste sentir, que se agudiza continuamente. Es por ello que el título de la próxima obra, resuena más fuerte que un “cascabel”, anuncia más voces “mito-poéticas”, y el —compromiso— mismo, con promover la pluralidad de voces, culturas diversas, de lugares diferentes dentro del territorio. Aunque acentúo —de la misma tierra, y el mismo fuego—.
ANIMA KI EN AKAWÁTIAL
—Oye cigarra; parecen cantar tus ojos,
al café-verde de la managuara.
Mírame; ahora huiría a abrazar a mi amada en la brisa
si ya los pichones que me habitan volaran.
—Tata Tanawapate, lo sabes; mi tristeza es tanta y vieja,
quiero ser como tú, sabio, más fuerte que el dolor,
que después de vendavales, eres luz, a tus Chiltotas, siempre amadas.
Yo breve, voy, vuelo hacia los cerros tras las chiricayas,
sigo, y canto a los míos, de la misma tierra, del mismo fuego,
y a los que cavilan en la cruel periferia del mundo,
a voluntad de olvido, por el que olvida, y nos olvida,
lo sé, nací de tierra de montaña, y volveré, anidare otra vez,
donde duerme el tiempo y hace su oasis la oscuridad.
Ho no! Mi canto hace vibrar tu copa…
—Cigarra — anima ki en akawátial-a)—¡Canta sobre la Comisagual que amé!
—¡Tata, me hablas! Tu lengua de corazón de corteza me replica,
Aguarda; iré a buscarla con lluvia, la abuela en su lágrima de llovizna, la trae.
—Sabes Cigarra; este árbol, gracias a ti, tiene música en el alma.
Pero a estas horas, aquí… sobre mi follaje
reposa confiado el arco iris, y sin poder tocarlo, en él, la veo.
—¡Tata Árbol! Tanto, me quebranta, que doy pena.
Soy torpe, te lo he contado; mi búsqueda era la ternura…
—Ya no sufras Cigarra, ven, bailemos, o cierra los ojos,
en el refugio de mis oquedades, hasta que el sol se pierda.
Yo sabré despertarte: antes que muera el águila,
o ya sea, este lugar, un amable polvo de estrellas.
A manera de resumen, se afirmado lo siguiente: habrá que escribir, otra, y otra vez, después de escarbar, descubrir, reconocer y no olvidar, a punta de fusil de versos, hasta que —suceda—, se—incluya— al hermano, se reseteen los imaginarios del ser en el mundo. Mientras tanto: se sobrevive en el repliegue, se ama, se ríe, y como también lo apuntó Jaime Sabines en su poema /A estas horas aquí/ “Habría que bailar ese danzón… (…)