domingo, 14 abril 2024

Ansiedad proceso positivo hacia lo negativo

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El problema viene cuando nos obstaculiza algún deseo o emprendimiento que conlleve el factor riesgo. Esto porque el ser humano desea lo que no tiene, y quiere conservar lo que tiene

Siempre se asocia la ansiedad a lo negativo y no es así­:

Se trata de un mecanismo defensivo, una alarma que salta ante situaciones consideradas amenazantes. 

Es normal y ayuda al rendimiento y la capacidad de anticipación y respuesta.

En cierto modo nos empuja a tomar las medidas convenientes, como huir, neutralizar, afrontar o atacar, según la circunstancia lo requiera.

Richard Lazarus, célebre psicólogo estadounidense, definí­a a la ansiedad como “un fenómeno que se da en todas las personas y que, bajo condiciones normales, mejora el rendimiento y la adaptación al medio social, laboral, o académico. Tiene la importante función de movilizarnos frente a situaciones amenazantes”.

En todo caso, el problema viene cuando nos obstaculiza algún deseo o emprendimiento que conlleve el factor riesgo. Esto porque el ser humano desea lo que no tiene, y quiere conservar lo que tiene.

Estos mecanismos ansiosos tienen dos componentes: fí­sico y psí­quico. Los fí­sicos, aparecen ante un detonante, preparando el  cuerpo para la situación de defensa ante el mismo.

Proveniente del latí­n anxietas, la palabra ansiedad significa congoja o aflicción.

Es un estado de malestar psicofí­sico caracterizado por una sensación de inquietud, intranquilidad, inseguridad o desasosiego ante lo que se vivencia como una amenaza inminente y de causa indefinida.

En caso que el detonante actúe demasiado a menudo, el organismo empieza a repetir el efecto ansiedad sin necesidad del estí­mulo de forma aparente. 

Puede aparecer ante pequeños detalles o anticipaciones a la causa matriz. Deja de ser adaptativo y empieza a reproducirse como una forma de tensión constante o stress.

Precisamente cuando la tensión es constante pueden iniciarse cuadros de problemas relacionados con esta, ya sea a nivel psí­quico y/o con manifestaciones fí­sicas.

Ya hay una  especialidad médica propia de esta relación  y es  la medicina psicosomática.

Obtener un diagnóstico apropiado puede ser complicado.

Lo más evidente aparece en la parte fí­sica y por los tabúes de la enfermedad mental hace que quienes los padecen no les agrade que les expliquen que su sintomatologí­a fí­sica esté derivada de un problema psí­quico y les den referencia para un psicólogo y, peor aún, un psiquiatra. 

En lo fí­sico, algunos sí­ntomas son: problemas de garganta, reacciones del hí­gado, reacciones cutáneas, actividad del bazo, sudor frí­o y enrojecimiento de mejillas.

La medicina psicosomática es una referencia alternativa y que es bien aceptada. Sin embargo no existen muchos especialistas en este ramo y lo más común es, en el mejor de los casos, que se les enví­e a un profesional con conocimientos de esta especialidad.

Hay crisis de ansiedad que son permanentes y otras pasan  por perí­odos. Depende del sujeto y los componentes disparadores o causas de la ansiedad”¦ Hay sujetos en los cuales permanece una ansiedad perenne y algunos que las proyectan en algún objeto y/o animal presentando un cuadro más dirigido a estos especí­ficamente 

La ansiedad no es algo que se adquiere como una infección, aunque podrí­a aumentarse si alguien de autoridad o que representa algo importante para nosotros la padece en el hogar o el entorno. 

Hay crisis de ansiedad que son permanentes y otras por perí­odos. Depende del sujeto y los componentes disparadores o causas de la ansiedad”¦

Hay sujetos en los cuales permanece una ansiedad perenne llegando a constituir  problemas del rango de los trastornos de ansiedad  y otros  que las proyecta en algún objeto y/o circunstancia especí­fica, como las fobias. 

Ayudar a una persona con ansiedad no siempre es fácil. Los familiares y amigos de las personas que sufren problemas de ansiedad se encuentran ante una situación que, en muchas ocasiones, no saben cómo manejar y pueden llegar a sentirse frustrados o cansados.

Al paciente se le debe tratar con manos de seda y también con firmeza, es decir no hacerle sentir como ví­ctima o enfermo pero a la vez proporcionarle amor y seguridad

 Es fundamental participar en el afrontamiento de miedos e incertidumbres y también ayudar a cambiar de foco la atención puesta sobre las preocupaciones.

Recientemente el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (IHME) realizó un estudio que deja datos escalofriantes: El trastorno mental más común en los paí­ses de la Unión Europea es el trastorno de ansiedad, el que sufren 25 millones de personas (el 5,4% de la población). Este fenómeno se nota, además, en edades cada vez más tempranas. En sí­ntesis, una alarma que suena cada vez más fuerte, aunque muchos no quieran escucharla.

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Margarita Mendoza Burgos
Margarita Mendoza Burgos
Titulaciones en Psiquiatría General y Psicólogía Médica, Psiquiatrí­a infantojuvenil, y Terapia de familia, obtenidas en la Universidad Complutense de Madrid, España; colaboradora de ContraPunto
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