martes, 7 mayo 2024

Angela Merkel proclamada por cuarta legislatura

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Parece muy lejano aquel verano de 2007, en el que el entonces presidente español Rodrí­guez Zapatero se refirió públicamente al «proyecto polí­tico fracasado» de Angela Merkel

La canciller alemana fue investida este miércoles por el pleno del parlamento, para conducir su cuarta legislatura consecutiva, y Europa entera permanece pendiente de su discurso, del que sigue dependiendo el rumbo del bloque. «Alemania y Europa esperan de esta gran coalición una mayor cercaní­a con el ciudadano, han de ocuparse de lo que realmente está en la calle», ha declarado, a modo de toque de atención, el presidente de Alemania, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, abriendo la puerta a la última etapa de la era Merkel, que se prolongará al menos hasta 2021.

En otoño de 2005, cuando Merkel ganó sus primeras elecciones, el paí­s llevaba tres años incumpliendo el Pacto de Estabilidad europeo, sobrepasando el lí­mite de déficit del 3% del PIB y con un endeudamiento que escandalizaba a los contribuyentes. Hoy recibe reprimendas del FMI por su excesivo superávit y sin su fortaleza fiscal hubiera sido impensable superar la crisis de la deuda para la UE. Mientras nadie se preguntaba qué ha sido de Rodrí­guez Zapatero, Merkel hací­a ya campaña con youtubers y sus ministros legislaban a toda máquina para adaptar la ley a la realidad digital y poner trabas al populismo en el reino de la postverdad, las redes sociales.

Hoy en dí­a no hay disputa, desacuerdo o conflicto internacional que no pase por el despacho de Angela Merkel y desde Bruselas, donde llevan meses esperando por una rápida formación de gobierno en Berlí­n, se preguntan abrumados a quién hay que llamar para hablar con EE.UU. donde el presidente Trump hace muy difí­cil el establecimiento de relaciones y en el momento en el que plantea una fuerte polí­tica arancelaria. Es un momento en el que los gobiernos de resto del mundo miran a Merkel y esperan que ella salga al frente.

Merkel ha ido superando crisis tras crisis: la financiera de 2008, colocándose del lado de los ahorradores y saliendo a garantizar «su dinero está seguro en el banco»; la del euro y los rescates, bajo el principio «no hay alternativa»; la de Fukushima, legislando el abandono exprés de la energí­a nuclear en Alemania; el Brexit, que «significa Brexit»; y la de los refugiados, repitiendo «podemos conseguirlo». Alemania ha dejado de ser aquel paí­s dividido entre los quejosos Lí¤nder orientales y los provincianos occidentales para convertirse en una potencia indiscutible en cualquier escenario global. No solo Forbes ha institucionalizado a la canciller como la mujer más poderosa del mundo, sino que un nuevo sentir alemán ha despertado, posiblemente desde que volvieron a ondear banderas alemanas en Berlí­n, durante el Mundial de 2006, que permite ahora una profundización de la Europa de Seguridad y Defensa. Por eso no es de extrañar que el último programa electoral de la CDU se resumiese únicamente en dos palabras: Angela Merkel.

A su cuarta legislatura, eso sí­, Merkel llega debilitada. Debilitada sobre todo por la presencia en el Bundestag del partido antieuropeo y anti extranjeros Alternativa para Alemania (AfD), pero también por la fragilidad de su oponente y socio, el Partido Socialdemócrata, que ha hecho tambalear un sistema polí­tico apoyado en el bipartidismo. En Europa se multiplican también los frentes abiertos. Hasta ahora solo tuvo que lidiar con los indisciplinados periféricos, alérgicos a la disciplina fiscal, pero ha surgido un bloque quizá más peligroso del núcleo de Visegrado que pone en duda esa Europa integradora y liberal que la canciller alemana ha sostenido en pie, sí­ntomas todos ellos del «principio del fin de la era Merkel». La primera en pronunciar esa expresión fue la responsable de Die Linke (La Izquierda), Katja Kipping, advirtiendo que «debemos darnos cuenta de que hemos llegado a una situación en que los dos grandes partidos alemanes no pueden formar gobierno el uno sin el otro. La situación es un momento histórico para Alemania y para Europa». Pero si algo hemos aprendido durante esa «era Merkel» es que el mundo, que siempre fue cambiante, gira ahora a una mayor velocidad. Desde que Ulrich Beck teorizase sobre la sociedad del riesgo, hemos conocido a un vertiginoso ritmo conceptos como Google, Isis, ciberespionaje ruso o refugiados climáticos, que a menudo invalidan los paradigmas polí­ticos en vigor. En medio de la gran incertidumbre que generan todos esos cambios, permanece impertérrita la figura de Angela Merkel, concediendo un espejismo de referente estable y continuidad.

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