viernes, 26 abril 2024
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¡Al basurero!

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Este pasado viernes 19 de marzo falleció Natividad de Jesús Cáceres Cabrera. Fue coronel de infantería, diplomado de Estado Mayor; ingresó a la Escuela Militar en febrero de 1963 y seis años después participó en la guerra con Honduras, “jefeando” una sección de fusileros. Tras ocupar diversos cargos, siendo mayor le ordenaron en mayo de 1981 incorporarse a las filas del Batallón de Infantería de Reacción Inmediata “Atlacatl”, como ejecutivo y jefe de la Plana Mayor; ingresó, entonces, como segundo al mando. En esa calidad, junto con su comandante Domingo Monterrosa Barrios, dirigió la tropa que del 11 al 13 de diciembre de 1981 sembró el terror y acabó con la vida  de más de mil personas ‒mujeres y hombres de todas las edades‒ en el cantón El Mozote, departamento de Morazán, y sus alrededores.

Cáceres Cabrera salió del “Atlacatl” luego de que le ordenaran, en julio de 1984, su traslado a la Policía de Hacienda adonde fungió como subdirector general y jefe de su Estado Mayor hasta que, en febrero de 1986, decidieron enviarlo primero a Chalatenango como comandante del Destacamento Militar Nº 1 y luego, en mayo de 1987, a Sonsonate para ocupar el mismo puesto en el Destacamento Militar Nº 6. Murió de muerte natural tras haber sido ‒durante su trayectoria castrense‒ parte de un grupo numeroso de oficiales graduados en la mencionada Escuela Militar, entre los cuales hubo muchos que consideraban natural matar niños y niñas para evitar que a futuro ingresaran a la guerrilla.

Eso ocurrió en El Mozote y por eso estaba siendo procesado en el Juzgado de Instrucción de San Francisco Gotera. Probablemente en otras de las “misiones cumplidas, en medio de las guerras abierta y sucia lideradas por compañeros de su promoción conocida como “la tandona”, no sería extraño que también hubiese hecho “méritos” para ser llevado ante la justicia. Pero acá esta aún brilla por su ausencia.

Sin embargo, el mismo día del deceso de Cáceres Cabrera un diputado electo ‒integrante del partido presidencial‒ tuiteó un mensaje digamos que… “singular”, para no ocupar otro término más certero. Preguntó si nos habíamos dado cuenta de “que la guerra al fin terminó”. “Ningún comandante guerrillero, ningún miembro de La Tandona, ningún mencionado en la Comisión de la Verdad, ningún acusado de crímenes de guerra seguirá protegido en la Asamblea”, aseguró Christian Guevara. Y coronó así su “sesuda reflexión”: “Adiós impunidad, bienvenida justicia”. ¿Será? ¿Tanto así cambiará El Salvador a partir del cercano 1 de mayo? Veamos.

Para que eso ocurra, en principio ese mismo día debería aprobarse la ley ordenada por la Sala de lo Constitucional en su sentencia 44-2013 del 13 de julio del 2016, mediante la cual expulsó de la normativa nacional la infame amnistía decretada el 20 de marzo de 1993. A la bancada de Nuevas Ideas le sobran votos para ello. Pero, ¿ya tienen el proyecto? ¿O no? Si lo tienen, ¿por qué no lo comparten con las víctimas demandantes de justicia desde hace décadas? Así lo conocemos, lo analizamos y le aportamos… si dicho texto es correcto. Si no lo tienen, dejen de hablar paja y pónganse a trabajar.

Aunque creer que la llegada a la legislatura de personas que no participaron en esa guerra ‒la que su líder supremo llamó “farsa” y de la que no ha entregado archivos militares‒ se acabó la impunidad, es como pretender que con la caída del dictador Maximiliano Hernández Martínez se instaló automáticamente en el país la democracia o imaginar que las flores de papel crecerán al echarles agua. No. Además, a la Asamblea Legislativa ingresará gente de dudosa credibilidad aunque no aparezca en el listado de violadores de derechos humanos de antaño. Habrá que ver su desempeño a la hora de las horas, cuando ocupen su curul. Porque de lo que sabemos hasta hoy día, “pecados” tienen y no pocos… desde antes de ingresar a Casa Presidencial.

¿Por qué Nayib Bukele, tras vetar en febrero del 2020 con razón una ley que perpetuaba la impunidad protectora de quienes ordenaron crímenes bárbaros a partir de la década de 1970, no promovió una consulta real entre las víctimas de esas atrocidades para elaborar una legislación ajustada a los parámetros establecidos por la Sala de lo Constitucional? De haberlo hecho, dándonos a conocer los frutos de ese esfuerzo para poder contribuir a mejorar dicho proyecto, a estas alturas estaríamos aplaudiendo la posibilidad de ‒por fin‒ avanzar con más herramientas, ánimo y fuerza en el camino hacia la superación de la impunidad trazado desde hace tanto por las víctimas demandantes de verdad, justicia, reparación integral y garantías de no repetición.

Cáceres Cabrera se fue impune de este mundo, dicen. ¡Claro que no! Aunque el sistema no lo haya condenado, sus víctimas y las víctimas de su compañeros ya lo hicieron; fruto de esa legítima lucha serán recordados, siempre, como los criminales que fueron. Ello no es mérito de ningún partido electorero de ayer y hoy. Por eso, a esos que aseguran refundarán el país desde su sillón legislativo, indignados les gritamos como antes lo hicimos en las calles: ¡al basurero!

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Benjamín Cuéllar Martínez
Benjamín Cuéllar Martínez
Salvadoreño. Fundador del Laboratorio de Investigación y Acción Social contra la Impunidad, así como de Víctimas Demandantes (VIDAS). Columnista de ContraPunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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