Doña Margarita Mejía de 71 años de edad se mudó de la capital a la playa de Sihuapilapa a consecuencia de la guerra, el cambio fue drástico porque tuvo que adaptarse a acarrear el agua del río de Mizata, en La Libertad que está a medio kilómetro de distancia de la casa para abastecer del vital líquido a su familia.
Contrario a doña Margarita, los jóvenes Ibania García (de 34 años) y Victor Lemus (de 25 años de edad), ellos nacieron en la playa junto con el agua salada, pero ahora gozan del agua dulce gracias a la instalación de dos tanques de captación a unos pocos metros de sus hogares, ya no tienen que caminar hasta la comunidad vecina.
“Con lo que nos paso con la tormenta Amanda, se nos inundó todo, tuvimos que evacuar a familias enteras, el agua de nuestros pozos de agua dulce se nos contaminó y tuvimos que ingerir de ella, pero gracias a Oxfam, Cordes y la alcaldía de Teotepeque tenemos el agua potable y cerca de la comunidad, por lo cual estamos muy agradecidos”, expresó Lemus.
Muchas personas abren el chorro de sus hogares y les cae el agua dulce sin meditar que muchas otras familias no gozan del vital líquido para beber, por eso el suministrar estos tanques de captación hacen una gran diferencia en las vidas de las personas que viven en la playa declaró Doris Escobar técnica de emergencia de la Fundación CORDES.
“Ahora las familias ya no tienen que caminar más de media hora para acarrear el agua, hoy la tienen cerca de sus hogares”, aseguró Escobar.
Las comunidades en la zona costera sufren de la escasez del agua dulce a consecuencia de la introducción de agua salina en sus pozos por la destrucción de las barreras vivas como son los manglares y por la contaminación producto de las inundaciones provocadas por las tormentas tropicales como la recién tempestad Amanda, las cuales son más recurrentes por el cambio climático.