El turismo tiene un peso cada vez mayor en casi todas las economías del planeta y se ha convertido en una de las fuentes de empleo.
Como cada año, la Feria Internacional del Turismo (Fitur), celebrada en Madrid, marca el inicio de la temporada turística a nivel empresarial. Y como ocurre desde hace décadas, de forma casi ininterrumpida, el turismo se perfila como uno de los sectores económicos más vitales tanto a nivel mundial, como en Latinoamérica. La Organización Mundial del Turismo calculó que el año pasado 1.400 millones de personas se desplazaron a otro país, 6 por ciento más que el año anterior. Sus previsiones de crecimiento son del 3 al 4 por ciento para este 2019, algo menos entorno al 2 al 3 por ciento en América.
El turismo tiene un peso cada vez mayor en casi todas las economías del planeta y se ha convertido en una de las fuentes de empleo que más ha crecido en la última década. Se puede decir que donde llega el turismo llega el bienestar. En Latinoamérica, México está entre los destinos más visitados del planeta, Brasil le sigue de cerca en el ranking, mientras que países como Perú o Colombia, que hace menos de 15 años estaban fuera de las rutas internacionales del turismo, ahora reciben cada año millones de viajeros.
Por supuesto, Ecuador, Costa Rica, Argentina o Uruguay generan cada vez mayor atracción entre los viajeros del Norteamérica, Europa y, poco a poco, también Asia. Sin embargo, no todo tipo de turismo genera el mismo desarrollo social y bienestar, como se puede ver en los diferentes modelos turísticos que se han desarrollo. No es lo mismo recibir un viajero que solo visitará un destino una única vez, y apenas saldrá de los circuitos más habituales y masificados, que aquellos que repiten un destino varias veces a lo largo de su vida para desarrollar cursos, actividades o experiencias.
Por eso, en los países más visitados, principalmente los europeos, la preocupación de las autoridades y empresarios del sector no es ya recibir más visitantes, sino recibir visitas de mayor calidad. Calidad que se mide no solo por los ingresos que dejan, sino también por su implicación como fuente para reforzar el bienestar social o la cultura local.