sábado, 27 abril 2024

El legendario zoológico del emperador Moctezuma

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Ubicado en la gran ciudad de Tenochtitlán, Moctezuma poseí­a, además de un jardí­n botánico, una colección de animales que sorprendió a los españoles

Aunque existen registros de zoológicos en civilizaciones antiguas como la china y la egipcia, pocas personas sabí­an que las culturas precolombinas también poseí­an espacios dedicados a la conservación de especies con el único propósito de exhibirlas.

Un ejemplo que consta en los registros de los conquistadores españoles es “Totocalli”, que en lengua náhuatl significa “casa de animales”, pero conocido históricamente como el zoológico de Moctezuma.

Según registros históricos, este existió durante el perí­odo posclásico mesoamericano, durante el gobierno de Moctezuma Xocoyotzin, o Moctezuma II.

Los españoles escribieron en sus registros que el palacio del tlatoani poseí­a “además de grandes y cuidados parques y un jardí­n botánico, una notable colección fauní­stica”. Aseguran que estaba ubicado al sudoeste del centro ceremonial, donde actualmente se encuentra el Templo de San Francisco de Así­s o Templo de Madero.

Los registros explican que los animales eran traí­dos de regiones alejadas, y que en algunas ocasiones eran usados para sacrificios religiosos. Con las ví­sceras o grasas de otras especies los mexicas elaboraban medicamentos.

Investigadores aseguran que el lugar era mantenido por 600 hombres, de los cuales 300 atendí­an a los animales y otros 300 a las aves. Habí­a encargados, incluso, para criar gusanos y roedores, venados, gallinas y pavos, que eran usados únicamente para alimentar a otras especies.

Los españoles dejaron en sus textos el registro de seis colecciones especí­ficas en propiedad de Moctezuma:

Los acuarios poseí­an 20 estanques, de los cuales 10 estaban destinados a las especies de agua salada, y los otros 10 para las de agua dulce. En ellos también se mantení­an aves acuáticas, como las garzas, patos, ibis y flamencos.

La colección de fieras, por otro lado, estaba destinada únicamente para albergar a grandes mamí­feros carní­voros; tales como jaguares, pumas, linces, lobos, coyotes, zorros, osos, ocelotes, felinos medianos, pecarí­es y bisontes.

La colección de aves rapaces mantení­a desde grandes águilas hasta pequeños halcones. Este sector tení­a una parte techada y con piso de cerámica, y otra parte al aire libre con un enmallado de madera. Mientras que en la colección de otras aves, destacaban los loros, guacamayos, pájaros pequeños y coloridos, quetzales y gallinas.

La colección del reptilario contení­a a las especies más aborrecidas por el Viejo Continente. Entre ellas la serpiente, por lo que causó sorpresa que ahí­ se mantuvieran en cautividad numerosas especies y que hasta las reprodujeran. Algunos de los recintos tení­an forma de tinajas o cántaros grandes, destacando las ví­boras de cascabel, boas, cocodrilos, sapos y ranas.

La colección de humanos estaba a disposición de lo que antiguamente se consideraban “rarezas humanas”, personas con alguna alteración genética como jorobados, albinos, enanos o deformados.

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Nota de la Redacción de Diario Digital ContraPunto
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