El bus que sale de Hanover hacia Praga lleva una hora de retraso, la famosa puntualidad Alemana sucumbe ante lo imprevisto del tráfico de las carreteras. En la maleta de mano, un libro me acompaña: Taberna y otros lugares.
Hace calor y el camino es largo, duermo profundamente y tengo una serie sueños agradables que al despertar por desdicha ya no recuerdo bien.
Despierto y leo
“País mío no existes
Solo eres una mala silueta mía
Una palabra que le creí al enemigo
“¦”¦”¦”¦”¦”¦
Nadie te necesita
No se oye hablar a ninguna madre de ti”
Reflexiono.
Busco inspiración, emprendo este viaje con la esperanza de poder conectar de algún modo con este escritor nuestro, mi viejo héroe de adolescencia, quiero conocer mejor al artista y hombre, culpable de muchos ataques de risa y parcialmente culpable también, de aquel periodo de ateísmo que transite por dos semanas a los 17 años y que tuve que abortar tras tres intentos de asesinato seguidos; en El Salvador toda fábula es posible, crealo usted o no.
Alabado sea el señor.
Decido hacer una lista de mis poemas favoritos del libro, estos son los siguientes:
27 años, la mano segura de Dios, OEA, buscandome lios, Samantha”¦
Cruzamos la frontera, apenas y me doy cuenta por un pequeño rótulo a la orilla de la autopista. De pronto el terreno se vuelve ligeramente más montañoso, las casas de campo se ven también más modestas y grises. Parece que por acá pasó el ejército rojo, es el primer pensamiento que se me viene a la mente.
Amanece y es un nuevo día
Estoy en Praga, tomo el metro hasta la estación Pavlova, desde ahí camino 15 minutos por la ciudad hasta la calle Kremenkova. Encuentro la famosa taberna en donde Roque escribió uno de sus más célebres libros. El U-Fleku es un viejo bar que aún conserva una rica e interesante atmósfera renacentista. “Lugar que fue patio de reyes” en palabras de Dalton. En la fachada unas elegantes banderas nos avisan que estamos por entrar a un local que fue fundado en 1499, al cruzar el vestíbulo el cliente puede elegir si sentarse en alguno de los tres salones cerrados en donde mesas de maciza madera se despliegan a plenitud. Es posible también cruzar el pequeño patio remozado de hermosos adornos medievales en la fachada,desde donde se puede apreciar, una bella terraza floreada. Al fondo se abre un típico “Biergarten” al buen estilo Germano, bajo los castaños de este día fresco, meseros sirven lo que es la especialidad de la casa: cerveza negra, que se produce acá mismo de forma artesanal.
Estoy contento y abro al azar el libro de Roque:
¿El socialismo? No está mal: aun los más pobres tenemos tostadores de pan, televisor, medias francesas, buenos zapatos, ropas de moda recién pasada en parís, vacaciones pagadas”¦..lo único malo es que todo ello es mejor en Alemania occidental.
Tengo hambre y este día quiero comer como persona decente, para celebrar. Pido un plato que trae salchichas horneadas con cebollas, pan, mostaza y kétchup, he querido comer algo local, pero en esencia me he comido un Bratwurst.
Noto que en todo el local no hay ningún tipo de referencia ni placa conmemorativa para el escritor. Me pregunto si sería lo mismo si hubiera sido un James Joyce, un Umberto Eco o un Edgar Allan Poe. Pienso que en parte, el problema de nuestra sociedad es que no pensamos en grande, como si nos costara levantar en alto las banderas de los nuestros. Me hago la promesa silenciosa de lograr al menos un día, colgar una foto del poeta en el local. Ya veremos, quizás no sea fácil, los Checos están bien traumados con los eventos del 68. Habría que negociar.
Mi aventura de hoy está a punto de concluir, el telón literario avanza lentamente en sentido descendente. No sé cómo terminar esta pequeña narración”¦”¦.Es sobre Roque y mi intento de seguir de algún modo sus huellas, como aquel día de la madre en que visite y conocí en el Vedado de La Habana a Aida, su viuda y fiel compañera.
Roque para mi representa lo más puro del ser Salvadoreño, la ironía, agudeza intelectual y el humor de su obra estará ahí por siempre, para entretener, deleitar y hacer pensar y reflexionar a todas las generaciones de compatriotas que algun dia de algún modo u otro se cruzaran con su obra.
Yo mismo me encuentro ahora lejos de la patria, quizás la mejor forma de concluir el artículo de un poeta sea, creando poesía, aquí mi aporte:
En las lejanías del otro lado del mar
Pienso en ti patria mía
Herida y curada con ungí¼entos e inciensos
De caoba es tu altar
Y de espinas tu corona
Tu que has visto a tantos de tus hijos partir
Algunos quedaron con la vista perdida
Mirando al cielo con labios secos
Como quien espera un beso de lluvia o rocío
Y no el desdén de un triste matorral
O de las serpientes que custodian
Las largas fronteras
Entre los que viven
Y los que están medio muertos
Y desde hace mucho tiempo atrás
Se mueren de sed.
Y ahora parafraseando a Roque: creo que he bebido mucho.
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