Son las medidas tomadas estatalmente para estimular la economía a través del ahorro o recorte del gasto públicos, pasando por el aumento de impuestos.
Este tipo de medidas se encuentran en boga como parte de las recetas impulsadas por los organismos financistas internacionales, que alegan son la receta para resolver el déficit y la deuda, estimulando e impulsando por esta vía a la economía.
Sin embargo, el efecto obtenido es el contrario.
La Unión Europea es un ejemplo, pues la implementación de la austeridad promovida por el FMI ha provocado un estancamiento de la economía [Inglaterra], y un franco retroceso en algunas regiones (España).
El Brexit es consecuente con la extrema austeridad implementada desde Bruselas al capítulo inglés, derivando en el proceso de separación de la unión que todos conocemos.
¿Por qué sucede el efecto contrario?
Simplemente porque la inversión se recorta, afectando todos los procesos sociales vigentes.
Revisando el caso europeo, podemos apreciar algunos datos interesantes. Por ejemplo, a medida que la austeridad reduce el poder adquisitivo de la gente, las deudas aumentan, pasando en la zona europea del 69% en 2011, hasta el 90% en 2013 [David Stuckler, Oxford University, 2013], cifras extremas que explican la caída sufrida en la condición de salud de la población de los países de la unión principalmente afectados por el rigor de la austeridad (en la XXXIII jornada de Economía de la Salud, organizada por la Asociación de Economía de la Salud (AES)señala que el “desempleo es el principal riesgo para la salud de la población”. Debido a la inseguridad material en que se traduce el desempleo, y cómo ello afecta el estado anímico de las personas, esto deriva en cuadros depresivos, alcohólicos, suicidas, etcétera.
Nuestro país, para el caso, ha abrazado las recomendaciones de estos organismos financistas a pesar de los efectos dañinos para la economía. A 7 años de gobiernos progresistas, no se ha desmontado el fracasado modelo económico heredado de los gobiernos de derecha, agravado por la dolarización impuesta que limita nuestra capacidad de desarrollo; se complica más puesto que el secuestro económico al gobierno de parte de la derecha limita la inversión e impide por la vía jurídica la ejecución de obras de carácter social, con una visión estrictamente electorera.
Es más vergonzoso aún, puesto que algunas gremiales se pliegan al plan de austeridad impuesto por la derecha, en la falsa creencia de garantizar los salarios, pese a que ello ya está contemplado por la ley.
Concluyamos comprendiendo que ninguna nación que implementó la austeridad diseñada por el FMI o sus asociados logró superar su condición de estancamiento económico. Pero para el caso, Islandia sometió a plebiscito ante el soberano a quién rescatar, si a la gente o a los banqueros, responsables de la crisis.
El pueblo salvó al pueblo y se procesó jurídicamente a los banqueros.
Entonces, la adecuada gestión política del fenómeno provocado por privados es la pauta de la solución.