El domingo será la segunda vuelta de las elecciones nacionales en Uruguay y todos los sondeos de opinión indican que habrá una cómoda victoria de la oposición conservadora, después de 15 años de gobierno progresista, que arrancó en el 2005.
El candidato Luis Lacalle Pou, hijo del ex presidente Luis Alberto Lcalle (1990-1995) y cabeza del Partido Nacional (PN), se perfila como el futuro presidente a partir del 1 de marzo, encabezando una amplia coalición de partidos minoritarios.
Competirá en esta segunda vuelta con el oficialista Daniel Martínez, un ingeniero que represa al Frente Amplio (FA), organización que integran ex guerrilleros, comunistas, socialistas, cristianos progresistas y ciudadanos independientes.
“El escenario está bastante definido. La incógnita es la diferencia” que habrá entre los dos candidatos en pugna, dijo esta semana la analista política Mariana Pomiés. Las encuestas indican que Lacalle Pou tendrá una ventana de entre 5 y 7 puntos porcentuales.
En la primera vuelta, realizada en octubre, el FA perdió unos 200.000 votos, respecto de la elección del 2014 y Pomiés lo atribuye “al enojo de los uruguayos con la gestión de gobierno del Frente Amplio, sobre todo por las expectativas que no se han cumplido”.
No es necesario que lo diga uno o varios analistas locales. Se palpa en la calle y en las redes sociales, donde el núcleo fuerte de los militantes frenteamplistas, que fueron el sostén de esta coalición desde su surgimiento, en 1971, expresan su disconformidad y sus críticas.
Entre esa masa, mayoritariamente politizada y con cierto nivel de conciencia, también hay quienes quieren seguir dándole una oportunidad al progresismo, para evitar lo que consideran un avance conservador y de derecha que pondría en peligro algunas de las conquistas sociales de los últimos 15 años.
Unos 2,7 millones de ciudadanos, mayores de 18 años, están habilitados para votar este domingo 24 de noviembre, entre las 11:00 GMT y las 22:00 GMT en circuitos distribuidos en todo el país.
En esta oportunidad, el candidato que obtenga la mayor cantidad de votos será el nuevo presidente y asumirá el cargo el 1 de marzo.
Respecto del futuro, unos avizoran dificultades y hasta crisis profundas como las que vive Argentina o que estalló en Chile, aunque el sistema político uruguayo suele ser un poco más equilibrado y maduro en este sentido, como para intentar, al menos, evitar sacudidas violentas.
Otros uruguayos y uruguayas creen que no habrá cambios significativos, más allá de algún ajuste fiscal que implique recortes de beneficios sociales y redireccionamiento de recursos que hoy, mayoritariamente, se destinan a atender necesidades de la gente común.
Si Lacalle Pou gana la elección y asume como nuevo presidente tendrá que negociar con sus aliados que van desde el también conservador Partido Colorado, el ex jefe militar Guido Manini Rios, que formó un nuevo partido y sorprendió con casi 270.000 votos en la primera vuelta, y otros sectores minoritarios, también conservadores.
El ex presidente Julio María Sanguinetti (1985-1990) y (1995-2000), que tiene gran experiencia política y es un referente, pese a su avanzada edad, aventuró que Lacalle tendrá que ser un “coordinador” en el nuevo gobierno.
La tarea no será fácil. Aunque el escenario esté prácticamente definido y se vislumbre un cambio importante en la administración de Uruguay, en general también hay incertidumbre y nadie se atreve a sostener ninguna certeza. El tiempo dirá qué rumbo toma el pequeño país sudamericano de 180.000 kilómetros cuadrados y 3,2 millones de habitantes.
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