Patrick Crisius confesó a los policías que su intención era matar a tantos mexicanos como le fuera posible. Así que fue y, el sábado 3 de agosto, disparó a mansalva dentro de una sucursal de Walmart en El Paso (Texas) con un rifle. Con 21 años, se convirtió en el asesino de 22 personas; ocho de ellos, mexicanos. Otras 20 personas son heridos que sobrevivieron el ataque.
Las autoridades investigan esta masacre por terrorismo doméstico, pero en realidad la opinión pública y los activistas pro derechos humanos lo llaman con mayor definición: es un acto terrorista inspirado por la idea de la supremacía blanca (que es falsa). El mismo Crisius dejó testimonio de que estas ideas lo habían llevado a cometer el crimen.
El New York Times, periódico estadounidense, publicó un artículo en el que destacan coincidencias, en realidad, macabras. “El terrorismo de nacionalistas blancos está siguiendo un trayecto escalofriantemente parecido al del yihadismo del Estado Islámico, tanto así que ayuda a explicar por qué los atentados han crecido repentinamente en frecuencia y en mortandad”, indicó el NYT.
El periódico británico The Guardian, citó a Kathleen Brew, escritora de “Traigan la guerra a casa”. En una columna, Brew recordó que “demasiadas personas todavía piensan que estos ataques son eventos aislados y no acciones interconectadas”¦ Pasamos demasiado tiempo dividiéndolos con el análisis en antiinmigrantes, racistas, antimusulmanes, antisemitas. Cierto: ellos son todas estas cosas. Pero ellos también están conectados uno con otro a través de una ideología más amplia sobre el poder blanco”.
Los yihadistas creen que su fe en el Islam debe ser la base de un régimen institucional para dirigir a una nación que se expande y que se debe conquistar este ideal a cualquier precio, sin tomar en consideración otros tipos de fe. Los supremacistas blancos consideran que los latinos, los afroamericanos, los semitas y los descendientes de pueblos nativos ““entre otros representantes de la diversidad, como los asiáticos”“ son inferiores en todo sentido, y además, consideran que los descendientes de caucásicos son los únicos con la capacidad para tener el poder social y político.
Así, según el NYT, quienes permanecen fieles a estas ideas buscan promover un “choque de civilizaciones”, una guerra violenta para conseguir el control. Frente a esta expectativa, los militantes o soldados del referido movimiento se hacen famosos por su sacrificio a favor de la causa. También tienen líderes o figuras a quienes miran como defensores públicos.
J.M. Berger, autor del libro Extremismo y citado por el artículo del NYT, detalló que “mucha gente que trabaja en asuntos del extremismo en línea vio venir esta situación”. Berger es, además, investigador asociado en VOX-Pol.
“A nivel estructural, no importa si esos extremistas son yihadistas o nacionalistas blancos”, comentó también Berger.
"Soldados" yihadistas. Foto de Twitter.
El Estado Islámico ha tomado el control de varias poblaciones en Oriente Medio, aunque no se limita a esa región. Para reclutar a sus soldados, en ocasiones, toman a los rehenes de los sitios en los que han atacado. Los supremacistas blancos son una comunidad un tanto más dispersa y con una afiliación con mayor porcentaje de voluntarios.
Berger agregó que los cambios mundiales que sirvieron para fortalecer el movimiento del EI, lejos de haber disminuido, se han incrementado y difundido. Un ejemplo claro son las redes sociales, que el NYT destaca por su característica de ser descentralizadas. Cualquiera entra y busca un espacio donde pueda encajar y simpatizar.
En las redes sociales, así como en los foros de discusión, una minoría de radicales prende la mecha. “Cuando abres una arena inmensa y nueva para comunicarse, se vuelve un vector de contagio”, expresó Berger. Esa radicalización alimenta la “ideología apocalíptica” de luchar por la causa con violencia, hasta las últimas consecuencias, como matar y morir en la lid. Entonces, llegan los ataques, grupales o individuales. Después quedan las figuras de “héroes”, que no son sino los atacantes y eso llena de renovado ímpetu a los grupos. Las redes facilitan la difusión y todo vuelve a comenzar.
En este ciclo juegan un papel muy importante los videos, las fotos y los manifiestos. En cada uno de estos movimientos terroristas hay abundante material, donde se difunden las ideas que mantienen los ánimos caldeados.
Marcha de supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, 2017. Foto de Twitter.
Subraya el artículo del Times: “Es prácticamente imposible erradicar a un movimiento animado por este tipo de ideas y por redes sociales descentralizadas. Tampoco es fácil prevenir ataques cuando la ideología de quien los comete hace que cualquier objetivo sea “˜bueno”™, cuando se requiere poca capacitación y, dado que para guiar a la gente a atacar, a veces no se necesita más que tener un foro de discusión web”.
Otra característica es que cualquier lobo solitario puede autoproclamarse miembro del movimiento terrorista para darle méritos a su ataque. Puede ser un “soldado del yihad”, o simplemente un hombre blanco que quiere evitar “invasiones”, como las describió Crisius.
El periódico británico The Guardian también recordó que ataques ocurridos en Canadá (2017), Charlottesville y Pittsburgh (Estados Unidos, 2017 y 2018) y en Nueva Zelanda (2019) han confesado su desprecio por las poblaciones no blancas, no caucásicas y su preocupación de que esta diversidad en cultura y color de piel llegue a sustituirlos. Tiroteos y ataques con un menor número de víctimas han ocurrido en Europa, también.
Mientras tanto, en Estados Unidos, las mutuas acusaciones por los recientes eventos inspirados en el racismo han aderezado la carrera por las presidenciales. De acuerdo a medios estadounidenses como CNN, las víctimas sobrevivientes de la masacre en El Paso no quisieron recibir al presidente Donald Trump en el hospital. Ahí hay dos prominentes políticos del partido Demócrata (rivales de Trump): los hermanos Castro.
La investigación contra Crisius continúa. Incluso su familia había llamado a la policía, advirtiendo que él tenía en su poder armas de amplio alcance.
"Soldados" yihadistas. Foto de Twitter.