Un cubano, que prefirió mantener en reserva su identidad, dijo al Canal 10 de la televisión de Montevideo, que ingresan a Sudamérica por Guyana y desde allí, una organización -que calificó como "coyotes"- les facilita el traslado por territorio de Brasil, en lancha, avioneta o autobús hasta la frontera con Uruguay.
Deben pagar unos 1.200 dólares estadounidenses para recorrer los 4.000 kilómetros que van desde la frontera norte de Brasil hasta el sur, donde ese país tiene 1.100 kilómetros de frontera con Uruguay, de los cuales 320 son de frontera seca.
En las ciudades uruguayas de Rio Branco y Chuy, dos de las localidades fronterizas, existirían funcionarios de la Dirección Nacional de Migración de Uruguay que se dedicarían a falsificar firmas y documentos para facilitar la residencia, que es lo que se viene investigando, según confirmó el ministro del Interior uruguayo, Jorge Larrañaga.
"El tema no es nuevo y hace tiempo que se está investigando", agregó Larrañaga, mientras que la oficina uruguaya de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) "todavía no recibió ninguna denuncia", dijo su representante en Montevideo, Tanja Pacífico.
La funcionaria comentó además que "las consultas de los inmigrantes se han multiplicado por diez en el último año" y afirmó que en Uruguay "crece la xenofobia y la discriminación" ante el aumento de la llegada de inmigrantes.
Además de la posible explotación los inmigrantes caribeños se enfrentan al problema de la vivienda. Suelen alquilar casas precarias, que no están habilitadas como alojamiento u hotel, y ya han padecido numerosas estafas.
Personas inescrupulosas se aprovechan de la vulnerabilidad y el desconocimiento de las leyes uruguayas para cobrar por servicios que no prestan u ordenar después el desalojo compulsivo, cuando no se le cumplen determinadas exigencias.
La estatal Universidad de la República (Udelar) dispone de un servicio de asesoramiento en derechos civiles que, en algún caso, consiguió aplazar el desalojo masivo de familias caribeñas, pero no todos los casos se resuelven satisfactoriamente.
Algunos inmigrantes se vuelven a sus países, otros quieren retornar pero no pueden debido al cierre de las fronteras por el Covid-19, y hay quienes expresan sus deseos de seguir luchando por hacerse un lugar y ayudar a familiares que permanecen en sus países de origen.
Cuando se les pregunta por qué se someten a esas situaciones y eligen Uruguay como destino, los inmigrantes suelen responder que en ese país sudamericano se les promete un buen recibimiento y la regularización de los papeles de residencia, cosa que no siempre ocurre.
Otros sueñan con que Uruguay sea un trampolín para poder viajar a Estados Unidos o Europa.