Por Juan Trímboli*
Hace algunos días, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) junto a otras agencias internacionales, lanzaron el más reciente informe sobre “El estado de la inseguridad alimentaria y nutricional en el mundo 2024”.
Dicho trabajo realiza un seguimiento a indicadores relacionados con la erradicación del hambre y la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición y ofrece un análisis de los desafíos a enfrentar para lograr la Agenda 2030 contenida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Sobre esto, merece la pena recordar que los Estados Miembros de Naciones Unidas, a través de los ODS, asumieron el compromiso que, entre el 2015 y el 2030, acabarían con el hambre y asegurarían el acceso de todas las personas, en particular los pobres y las personas en situaciones de vulnerabilidad, a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año.
Es pertinente entonces conocer el estado en que se encuentran en los indicadores referidos a la proporción de población que sufre de hambre y de inseguridad alimentaria, con una cobertura de América Latina y El Caribe.
Según la FAO, el hambre es una sensación física incómoda o dolorosa, causada por un consumo insuficiente de energía alimentaria. Se vuelve crónica cuando la persona no consume una cantidad suficiente de calorías (energía alimentaria) de forma regular para llevar una vida normal, activa y saludable.
En relación a la inseguridad alimentaria, también de acuerdo con la FAO, se clasifica en moderada o grave. La primera describe una situación en la que la capacidad de una persona para obtener alimento está sometida a ciertas incertidumbres, y se ha visto obligada a reducir, a veces a lo largo de un año, la calidad y/o cantidad de la comida que consume, debido a la falta de dinero o de otros recursos. La segunda se refiere a un escenario en que a una persona lo más probablemente se le acabó la comida, padece hambre y, en su versión más extrema, lleva días sin alimentarse, poniendo en riesgo su salud y bienestar.
Para conocer el progreso en estos indicadores, la Fundación Ciudadana por un Consumo Responsable (FCCR) ha revisado el informe de las citadas agencias internacionales. Esto ha permitido identificar que, en casi dos tercios de los países de la región, la inseguridad alimentaria moderada o grave afecta a entre el 30% y el 82% de su población; y en más de un tercio de países, el hambre sigue afectando a entre el 10% y el 50% de su población, tal como se muestra en esta Tabla.
Al trasladar estos porcentajes a número de personas, los datos de la FAO al 2024 señalan que aproximadamente 43,4 millones de personas sufren hambre y 206,6 millones de personas padecen inseguridad alimentaria moderada o grave en América Latina y El Caribe.
Esta situación es provocada por varios factores dentro de los que podrían estar el encarecimiento de los precios de los alimentos y las dificultades que tienen las poblaciones para asegurarse los medios básicos para su subsistencia.
De hecho, la FAO también calcula el costo de una dieta saludable, entendida ésta como la selección de un grupo de alimentos de menor costo, disponibles localmente, que garanticen un equilibrio nutricional y una diversidad de grupos de alimentos; misma que se estima en dólares de paridad de poder adquisitivo (PPA) por persona al día, para lograr una ingesta calórica de 2330 kilocalorías por día (kcal/día).
El ya citado informe sobre seguridad alimentaria 2024, ofrece información sobre el costo de la dieta saludable hasta el año 2022 y al compararlo con los datos del 2021, se constata que en todos los países se incrementó dicho costo; las mayores alzas se produjeron en Colombia (23,7%), México (18,2%), Chile (17,6%), Costa Rica (16,3%), San Cristóbal y Nieves (16,2%), y Bahamas (16,1%), tal como se desprende de los datos del siguiente gráfico.
Según las agencias de Naciones Unidas, en el 2022 el promedio mundial del costo de una dieta saludable fue de 3,96 dólares PPA por persona al día, y en América Latina y el Caribe el promedio era 4,56 dólares PPA. Dichas instancias remarcan que el 27,7 % de la población de esta región, es decir, 182,9 millones de personas, no tuvo acceso a una dieta saludable en ese año.
Teniendo en cuenta que ya se ha cumplido la mitad del plazo para alcanzar las metas de los ODS de acabar con el hambre y garantizar la seguridad alimentaria, los datos apuntan a que la región no está avanzando lo suficiente para lograr dichas metas; ante lo cual conviene hacerse la pregunta ¿Qué políticas y acciones urgentes harán los gobiernos de cada uno de los países de la región para enfrentar y superar esta situación?; será muy necesario que la sociedad civil redoble esfuerzos para influir más en las actuaciones gubernamentales en esta materia.
Para profundizar más en este tema, se puede consultar y descargar este documento https://bit.ly/EconomiaYsociedad-18-Julio2024
* Presidente de la Fundación Ciudadana por un Consumo Responsable, con sede en Chile.